sábado, 20 de mayo de 2023

vitrubios

 El amor a una sola persona es un idealismo que si te lo crees estás condenado al infortunio y al conflicto. Una sociedad donde lo normal esté impuesto por ese idealismo, que desaparezca la doble moral,  viaja a la ruina. Pero el cambio de un idealismo por otro (lo bueno es el poliamor) no cambia nada. Seguimos supeditados a la moral dominante. Curioso como la moral dominante cada cierto tiempo le da la vuelta a sus tortillas morales. Lo que ayer era aceptable, hoy es condenable. Y así hasta el final de las civilizaciones. Conviene conocer las leyes morales de cada estrato social para desenvolverte sin correr peligro y no meter la pata, por ignorancia y por pasarte de listo. 

Bueno, filosofía. Tenía en mente escribir sobre un amigo acomplejado y soberbio. La mejor manera de ocultar la poquedad de uno mismo es creerse uno un gigante en esta materia, en la otra, o simplemente por la ley de la tierra o la ley de la sangre. No es lo mismo un apellido XX que un apellido xx. xx son apellidos españoles puestos a los nativos, después de la conquista de las islas canarias. En fin, dejo la historia de XX y xx para un cuento que ya no creo que escriba. Se me ocurren varios pero mejor dejarlos en ideas que se van disipando como pompas de jabón. El estilo y cimientos de los relatos serían los de las novelas de Samuel Beckett. Las leí casi todas en el rocío de la juventud. Fue las primeras novelas que leí. Llegué hasta Malone muere. Esta no terminé de leerla porque me entró la migraña mental de que si terminaba de leerla, el que me iba a morir era yo. 

En fin. Hoy por hoy amo a tres mujeres. (No recuerdes el soneto de Quevedo del enamorado incompetente, lectora.) Con una o con otra me iría a una isla desierta made in paraíso terrenal. Pero hay una con la que no me iría a ningún lado ni desierto ni habitado. Aquí si puedes acordarte del maldito soneto de ese viejo cabrón.

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