DEMAGOGIA. 1. Métodos, acciones o principios del demagogo. 2. Gobierno tiránico de la plebe. 3. Forma engañosa de razonamiento que se caracteriza por dar una visión falsa de la realidad a la que se refiere, con objeto de sacar algún provecho de ella. 4. En política, se llama demagogia a la ideología o actuación que trata de ocultar una serie de problemas sociales, de carácter global, con promesas vagas que, al fin, no llegan a cumplirse.
DEMAGOGO. 1. Persona que atrae al pueblo con falsas promesas o lo predispone a la emoción, sentimentalismo, etc., para lograr sus propios fines. 2. Partidario de la demagogia.
Yo soy un demagogo,
como tú, Patria Almendro de
Inolvidable Sombra, y como tú,
País de Nunca Jamás,
y como tú, tiránico Anghel Morales,
que leíste a Fanon y supiste
que estas islas son una colonia.
Demagogo como E. , voz femenina,
que ayer bordaba estrellas verdes
en la auténtica bandera.
Independentista demagogo como tú,
Víctor Ramírez, que dijiste que esta es
una tierra de castrados castradores,
por no decir de cabrones y ladrones
y zorros infiltrados, y no supiste ver
que estas islas son como ese Teide gigante,
con fuego en el corazón.
Demagogo como tú, amigo Pedro,
que insultaste a aquel, ¿te acuerdas?
"¡Fulanito, corrupto, cocainómano!"
y ahora dices: "Es elegante, tiene ideas..."
y lo dices convencido, como si árbol viejo
pudiera cambiar la torcedura.
Así que amigos y amigas, yo poeta declaro,
con el sentimiento de Anghel,
con el intelecto de Víctor,
con el basto bien puesto de Javier
y los polvos dorados del hada
de Nunca Jamás, con todo eso
y más, declaro que hice estos versos.
4 comentarios:
fe de erratas. En la última estrofa, donde dice Javier debe decir Pedro.
Este árbol crece demasiado rápido y las ramas nuevas se superponen a las anteriores, quitándoles luz, ocultándolas. Sólo aquellos provistos de machete o de paciencia infinita acceden a las ramas más bajas, que dan origen, a su vez, a otras ramas y frutos. Sigo sin acostumbrarme a esto, creo que es un fallo del diseño de estos blogs.
Jesús, el nacionalismo es una demagogia perfecta, desde el momento en que consideremos que todos tenemos derecho a imaginarnos como queramos, aunque no sea verdad, aunque sea una invención, pero consentida por la mayoría. De todas formas no creo que nos libremos de de esa clase de invenciones: si no son canarias serán españolas, si no europeas, africanas, atlánticas, qué sé yo. Al final, da lo mismo que todo sea una gran mentira si te lo crees. Sí, amigo Jesús, esto es un acto de fe, irracional, la cuestión es creérselo, por mitificación, por sublimación, por falsificación, por mártires, por lo que sea o por todo ello junto, y así funcionará. Pero, afortunadamente, la nación canaria no nos lo acabamos de creer a pesar de que tengamos todos los ingredientes, y en esto último estoy contigo y discrepo de José María. Pero falta la magia que haga que el todo sea mucho más que sus partes o sus ingredientes. Y digo afortunadamente por lo que supondría de negación, porque no hay afirmación sin negación. Lo que de verdad me gustaría es que desaparecieran las otras negaciones que nos rodean, todas las fronteras, todas las banderas, todos los centros. Pero ya sé que eso está más difícil todavía que Canarias sea independiente, sin embargo, es lo más razonable y por eso apuesto, igual que Hipatias, pero con el corazón un poco más tierno.
No hay problema con la Patria. Me acaba de llegar una propuesta de Burkina Fasso para quedarnos con un montón de dinero ajeno que se quedó traspapelado allá. Sólo hay que enviar unos cuantos datos personales. Por si no lo tienen claro, yo dirigiré la operación y pondré las condiciones: Mitad del dinero pa mí y las otras mitades pa salvar a la patria y corrernos un par de juergas con damas de buen porte. Pero, todo esto, siempre y cuando se lleve a cabo la correspondiente criba de pastelosos que asedian este blog en el que se habla permanentemente poniendo cara de tribuna. Esa experiencia que dices frente a la pantalla debería empezar por ponerle rostro, o rostros, al bicho cibernético. Prescindiría del que pa llamarlo por su nombre hay que conocerlo desde chiquitito pero hay más cosas que me hacen cosquillas. Ya hablaremos. Si hacemos el negocio de Burkina Fasso intuyo resultados tan exitosos como los de La Puerta, etc. Esto ya te lo explicaré con más detalle. De momento te envío ésto.
Antes del combate
vi a la dama
con la parte contraria
bebiendo vino
y chascando churros
de pescado.
Al salir de la pelea
vi a la dama
volar tras sus alas,
felicitando al otro:
"Tú sí que eres auténtico,
no como ese independentista
demagogo, ja ja ja..."
Cuando llegué a casa,
en la puerta, tocando,
estaba la cartero, sonrisa
de colibrí, con un sobre negro
como nuestras esperanzas:
"Señor demagogo, firme
aquí, Hacienda somos todos"
y más tarde, en la barra
del Castillo, Cristo
se enconó contra el segurita
que dijo: "Somos españoles".
"Español serás tú, pollaboba".
Y el pequeño segurita
me buscó como aliado:
"Jesús, ¿no tengo razón?"
"Lo siento, amigo --respondí--,
quizás tengas razón
pero yo soy hombre de Cristo".
Mentira. Sé lo que es un barco
y lo que es un avión. Sé lo que es
Berto y lo qué es Ramón,
sé, por el olor, lo que es colonia
barata y lo que es perfume
de rosas. Y sin embargo
yo tampoco sé,
amigo Villón, lo que soy yo
(pero las damas no se equivocan).
Y huyó el segurita
de un Cristo que no pone
la otra mejilla
cuando le tocan la cara.
Vale, Alberto Linares,
la mitad para ti
y la otra mitad para la patria,
pues no sólo con dulce sombra
la patria no es España
ni es Europa.
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