viernes, 19 de julio de 2019

Amiga y lectora:

con el deseo de que estés disfrutando del baño, de la ventana o del canto del mirlo te escribo esta carta, aquí, ya que no quieres darme tus señas, y supongo que por desconfianza de mujer, y haces bien. El bueno hoy puede ser malo mañana. Y al revés. La verdad es que yo me quedé encantado con tu cuento de hoy en fb. A mí me pareció el viejo salido, con su baba cayéndole incluida, un ser inocente y aoasionado. Seguramente ya calmará a su mujer cuando sea menester, si no es de los que, frustrados de la vida, son insoportables. Y la bañista, con las monumentales tetas, me pareció hermosísima. El autor escribe una cosa y el lector comprende otra. Suele suceder. Hoy un caso parecido le pasó a mi amigo el extratarrestre. Fue a ver la exposición de Evelia Santana, y ella le dio su libro de poemas (Caleidoscopio de sombras) y él abrió al azar, y el poema hablaba de los pechos de la mujer, de los pechos de la poeta, y ella, la autora, estaba delante de sus ojos, figura entera, pero el primer plano eran sus pechos. Una amiga del Club de Lectura (Margarita) que me encargó el cuadro, es una experta en la ropa interior femenina a lo largo de la historia. Cuando estuve en su casa, la casa azul, me explicó algo de la conferencia que había dado (yo no pude ir) sobre ese asunto. Tenía que ver con un cuadro (no recuerdo el autor) en que la dama está en el columpio, con las piernas abiertas, volando en el aire, y el caballero delante, extasiado, y era porque por cuestiones higiénicas la parte íntima quedaba al descubierto. El otro día en el club discutimos sobre la cosa de ver como machismo que un hombre se fije en el culo o lo que sea de una mujer, y no en su inteligencia o su espíritu. Yo discutí con quien le parecía mal esa actitud. Yo creo que el espíritu está en el cuerpo. Lo demás son inventos. O mejor dicho, el espíritu es lo que rodea al cuerpo como la atmósfera a la Tierra, y hay buen espíritu cuando hay hermosura. Aunque la hermosura es cuestión de gusto, y eso, el gusto, es diverso y nadie es bueno que niegue el suyo. En fin, rollos morunos. Hoy fue un buen recital en Librería de Mujeres. Las dos participantes estuvieron muy bien, y divertida Lourdes Hernández con unos relatos en que el hombre siempre era el culpable de todo y al final recibía su merecido castigo. Fue matándolos uno a uno, en los cuentos, sin piedad ninguna, a cual peor muerte.
Y estuvieron mi amigo el extraterrestre y mi amiga Belén. Extraterrestre dice que un cuento que no tenga sexo es como una comida que no tenga sal. Belén le dijo que el otro día estuvo oyendo a cuatro cuentistas orales y el que más la convenció fue el único que contó un cuento sin sexo. Me acordé de un guineano que oí una vez en La Laguna. Nada sexual, por lo menos explícito. Pero cuando hablaba de un tigre no era él hablando de un tigre sino el mismo tigre hablando por si mismo. Todavía me dura el asombro de haber oído a aquel negro, formado en la Casa de la Palabra en su país.
Bueno, pues en cuanto a que los viejos (hombres y mujeres) se vuelven niños, regresan a la niñez, puede ser que sí. Un lingüista que me dio clases decía que los viejos recuperaban palabras de la infancia que habían perdido a partir de la juventud. Yo me acuerdo de algunas: telera, folelé (esta es más común, o está más registrada), comelona...
En fin, que vendrá el invierno. Me vendrá bien la bufanda, y sus colores.

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