Es una condena. Sigo durmiendo de día y despierto de noche. Como Drácula. Pero sin sangre, Poca sangre. Baja forma.
A veces cuando me voy durmiendo aparecen décimas, malas y buenas, y algunas las recuerdo después. Si recuerdo el primer verso, los demás aparecen solos.
Es la señora más guapa
que habita por nuestro barrio,
conocida por Sagrario
la mujer del Garrapata.
Yo mucho le di la lata
con mil zalemas y cobas
pero no vino a mi alcoba
y siempre me dio rechazos.
No le pude echar el lazo
ni comprándole una escoba.
*
Porque te crees divina
no quieres mirar mi sombra,
mi nombre nunca lo nombras
y me niegas tu cocina,
y me niegas la corvina
con salsa de salmorejo
y no me das el conejo
del grato monte de Venus,
ese locus tan amenus
que de mí lo tienes lejos.
*
Bote que está en dique seco
sueña volver a bogar,
llévalo tú a la mar
y pon en tolete el remo,
por las olas naveguemos
y la vela tus enaguas,
alivia la larga magua
que se sufre ahí tan quieto
anhelando el viento fresco
y el baile de las aguas.
*
Y así entro en el sueño. Esta vez soñé que Wang visitaba mi casa, y nada de llevarse los alicates o la cinta métrica o darme la tabarra con la vacuna. Al contrario de la vida real, ayudándome a ordenar la casa, sin prisas y de buenas maneras. Yo salí a comprar una botella de vino y cuando volví oí a mi madre hablando con Wang y al mismo tiempo la vi salir de la casa de una vecina. O sea, que me encontré con un duplicado de mi madre, y entonces me di cuenta que estaba soñando. Despertaba por unos segundos y veía la claridad en la ventana, y volvía a dormirme. En otro sueño, mi sobrina mayor me reprochaba que de niña no la enseñé a leer. Extraña cosa. Otra vez el sol en la ventana y regreso al sueño. De lo demás solo me acuerdo vagamente de fragmentados episodios. La de la tienda de vino me dijo que la botella que cogí no era el vino que me recomendó sino zotal negro. En fin. Empieza la noche.
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