La letra del año de la santería cubana se está cumpliendo, por lo menos en parte. Afecta a mis amigos. Habla de que hay que cuidarse de las enfermedades, o sea, que vamos a estar malos y recuperarse es la única solución. Yo ya vengo malo, en trilogía con Berto y Marcelino. La entrada en la vejez nos cogió con el pie cambiado. Se acostumbra uno a estar como está. Las novedades son otros amigos. Juan se puso malo y no pude ir a comer. No sé si ya estará mejor. Jose iba a venir por casa y no pudo ser porque también cayó en la bancarrota de la salud. A mi vecino Nicolás lo llevaron al hospital. Volvió raquítico, pero gracias a dios ya se está recuperando. De Anghel no digo nada. Desaparecido en combate. De mi familia isleña poco sé. La última hazaña que me hicieron no la recibí con desprendimiento. Birlarme los papeles de la casa, y encima hacerse los tontos si les pregunto, fue la guinda del pastel. Es un duelo para mí pero ya no les guardo rencor. La experiencia ha dado por buena cosas que antes pensaba pero casi en un nivel metafísico. Ahora son reales. La culpabilidad de la víctima. Si te roban es porque uno lo ha permitido. Echar la culpa al ladrón es una manera idiota de no aceptar la propia responsabilidad.
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