Con sus coplas nos anima
el amigo herreño,
nos anima y nos redime
de los malos sueños.
Nuestro don Anghel Morales
nos brinda su verso
contundente y saludable
que nos despierta por dentro
como lluvia en el monte
movida por el viento,
mágicas perlas que logran
parar el paso del tiempo.
Cuando canta este poeta
parece brotar del vino
bueno de nuestra tierra
el sol que lo ha encendido.
Cuando Anghel habla en rimas
hay que guardar silencio,
es su voz ciencia sencilla
que brilla en el universo.
1 comentario:
Ahghel, ahora en prosa, que es más varadero. Tu sabes que la poesía es mentira. No hay poesía en este mundo. Los poetas son unos falsos impostores. Pásate a la narrativa. PÁsate a la narrativa, si no al cine. Acabo de ver Ben Hur y es una DELICIA DE PELÍCULA. Lloré cuando el hijo ve a la madre y a la hermana, leprosas. Pura pooesía. Y me volví judío cuando Judá Benhur rechazó, en Jerusalén, la gloria romana y se puso del lado de su pueblo, y dio de beber a Cristo, como Cristo le había dado a él de beber cuando los romanos lo llevaban a galeras. Y me volví cristiano, viendo la devoción de los devotos. Todos los cabrones tenemos algo de santos. Y a mí el demonio cojuelo que llevo dentro me lo recuerda el Gato de Agua, el tripulante de estribor. Buen razonador pero sin visión acertada, confundiendo la velocidad con el tocino, que es lo mismo que me pasa a mí, y me veo tan reflejado, que tuve que llorar en Ben Hur para redimirme a mi mismo.
Me hizo gracia cuando me sala está todo matado y le dice a Behur que no se haga ilusiones, que la carrera no ha terminado. Pepe te esperaba hoy. El hombre está fuerte. Airoso ahora que sabe que tiene un lector no sólo devoto, como tú, sino también sabio como Lizundia. Un lector que en mí ha obrado el milagro de hacerme volar sobre las páginas de José Rivero Vivas, nuestro pequeño amigo. No sólo yo, sino el resto del Monte de Tijuana, incluído Víctor, que supo indagar en Pepe Rivero (menos cuando se fué por los cerros) y ponerse de su parte, y luego resultó que son primos. A mí juntos me parecen don Quijote y Sancho Panza. Y esto lo digo en venganza por cómo me puso Pepe hoy como poeta, en la floristería, que dijo que yo escribía los versos gracia a las pastillas de avecrén, que la detesto, pero cualquiera se lo dice a mi padre. Buen cocinero pero el avecrén es vital para los calamares compuestos. Bueno, no más rollo, Anghel. Y no dejes la poesía, es el aire que respiramos los mentirosos, los que sabemos inventar mentiras, gracias a los versos, ese arte de músicos, ese arte decadente, pero tan necesario... CALIPORCO, AMIGO.
Publicar un comentario