En el País de las Maravillas, Alicia se pasa las aventuras oyendo a otros personajes ordenando cortar la cabeza a otros. En esto quien se lleva la corona es la Reina de Corazones. No termina una perorata sin mandar cortar la cabeza a este o a aquel. Esa parte de la historia, dibuja a un reinado compuesto de una reina cruel y un rey idiota. El final es un despertar de un sueño. Todo ha sido un sueño, como en la película La mujer del cuadro. A ver qué pasa ahora en el segundo libro, cuando la jovencita atraviese el espejo. La verdad es que prefiero El viento entre los sauces, donde hay buenos sentimientos y no horrendas y absurdas actuaciones, sapo banquero aparte, con un final donde el viento sopla en armonía con la flauta del dios Pan.
Por lo demás suelo sentarme afuera en la calle a fumar un cigarro y a esperar. A veces nada pero ayer a Nguyen, con gran contento de Darío que sabe que sus visitas acarrean una rica rica rica golosina. Ayer Sibi montó la silla cómoda, que llegó de Ikea. Menos mal, la otra me tenía el culo molido.