pepe, copio a continuación lo que hoy me escribió juan:
Mari Carmen trabajó conmigo unos cinco años. Me la asignaron porque nadie quería trabajar con la loca del Ayuntamiento. Pero nos llevábamos bien. ... a veces, salíamos juntos por las noches a consultar con los brujos de la isla. Ella los conocía a todos. De aquello escribí un cuento que se publicó en un libro colectivo canario-uruguayo que dirigió Pacheco.
Los brujos tenían mucha clientela entre la gente sencilla y crédula. En Taco fuimos a uno al que se le formaban colas nocturnas de casi cien metros delante de la escalera de su casa, que le servía de consulta. A mí me dijo que yo era de piedra y que no podía ver mi alma. El entorno era bastante disparatado y teatral. Supongo que la gente le contaba sus miedos y sustos. Yo solo pretendía escribir algo con aquello. Luego nadie los entendía al leerlo, porque la cosa es bastante increíble.
Lo de las ratas, a Mari Carmen le dio después.
Antes la procesaron por llevarle comida a una que se negaba a salir de su propia casa en San Andrés, porque estaba reunida con los ángeles y fuera la acosaban los demonios. Le echaron la culpa a Mari Carmen por tenerla secuestrada. Pero la absolvieron porque ella dijo que si no le llevaba comida, se moría de hambre.
Eso se lo aconsejé yo, su único amigo abogado. A mí me hacía caso.
Una vez coincidimos en la calle cuando alimentaba a las ratas. Me dijo que se llevaba bien con ellas y que eran sus amigas. Sabía dónde tenían sus madrigueras urbanas. Siempre cerca de los supermercados. Mercadona, Hiperdino y otros.
En fin, le di un beso y la dejé con sus amigas.
Mientras trabajamos juntos me hizo 7 inventarios de bienes del Ayuntamiento. Un buen trabajo. Todo estaba muy claro. Después, el Ayuntamiento se gastó 50 millones de pesetas en informatizar el inventario. Pude comprobar que era un coñazo manejarlo y que la información no estaba clara. Cuando me jubilé, los funcionarios utilizaban el trabajo, manual, de Mari Carmen.
Una incomprendida.