jueves, 5 de junio de 2025

 Escribí ayer otro sueño pero este lo dejo en borrador. Peleaba con un amigo que me robaba y me timaba, un amigo de otras latitudes que hoy en paz descanse. En la realidad me vaciló de lo lindo, con el timo y el robo. En el sueño le paré los pies en todos los aspectos. Y aquí, en la realidad de ahora mismo, comprendo bien el refrán de que recibes lo que da, y lo dejo aquí.

La realidad es que probablemente tengo que prepararme para los cuarenta días del desierto. De desierto a desierto y seguimos con el cuento. No sé si podré. Ojalá. Mi corazón funciona a medio gas. Tengo un corazón incompleto. Una voluntad en déficit. Cada vez que recuerdo el pasado, son los errores los que vienen. Esa es la pesadez. Una de ellas.

Otra son los miedos, los físicos y los metafísicos. Los vicios los dejo para otro capítulo.

Vicio masoquista es leer la novela, de las dos la más larga, de Unamuno. Un hombre que quiere tener un hijo genio. La materia es la mujer, dice, y el hombre la forma. Lo curioso es que la imagino en versión cine, por un Berlanga o alguien así, y la veo la mar de divertida. La materia que, por fallo de la forma, no funciona en un formato, puede funcionar en otro. 

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