A la niña Griselda le encantó el nuevo tripulante. Le daba un toque susurrante a las ondas sonoras, con una voz sensual y persistente en lo suyo, sin dejarse achantar por los demás, con un toque perfumado de elegante humildad. Fue así como la pequeña Griselda quedóse enamorada de Marcelino el ex oyente, pero sin olvidar al niño de ojos relampagueantes y sonrisa cautivadora que vio en aquel bar estrecho de San Andrés. Suspiraba por oír la voz de su futuro hombre, cuyo nombre aún desconocía, por lo que decidió por ponerle uno provisional. ¿Por qué no Marcelino? Genial, le pareció su propia idea. En un mismo nombre aunaba una voz encantadora, inteligente y despierta, con un rostro encantador, inteligente y despierto. Mañana viajan sus padres a Alemania y ella se queda al cuidado de la institutriz Gertrudis. Ya contaremos pormenores de la institutriz. Por lo pronto saber que, en su germánica intuición, sabía que Gertrudis la ayudaría a volver a encontrarse con su amado de San Andrés. No en vano, ella había guardado el secreto de las largas charlas, en ausencia de sus padres, que tenía con el cartero. Sabía que podía confiar en Gertrudis, y más que nunca deseó dominar el idioma que se hablaba en la isla. Abrió su hucha. Le confió a Gertrudis que, sin decir nada a nadie, le comprara los libros Y fumar puede matar y José Rivero Vivas: un mundo literario rotundo.
Mientras en una parte del pueblo de nuestra historia, el mago hablaba entre solo y con Juanito.
--Que todo me da igual, dice ese hombre... Si él supiera... pero a lo mejor tiene razón... la novela es demasiado plana... no captó la trasformación del protagonista en el hermano... lo de menos es que esté en la cárcel... no tiene por qué hablar de la cárcel... y sí, es verdad, hay episodios que sobran... Horizntal blues no es Bajo el volcán... y si lees la última entrada de su blog, te darás cuenta, Juanito, que está impregnada de la atmósfera de Hrzntl blues, no me cabe duda... la obrita le caló más hondo de lo que quiere reconocer... a ver que dice Marcelino... oye, ve pedirle un ron a Francisca, y que no me entere yo que falta una gota, no quiero tener problemas con tu tío, no ahora... y a las novias alemanas no les agrada un borrachito temprano, ¿oíste?
--¿Y los versos? --preguntó Juanito.
--Ah sí, aquí los tienes.
Danza tu risa en mis sueños
y no quiero despertar,
soy una estrella sin dueño
que en tu cielo quiere estar.
--No sé yo esto... un poco plano, ¿no cree? --no se quedó convencido el chiquillo.
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