Cuesta Piedra, Cuesta Piedra, Cuesta Piedra.
No hay angustia comparable a los ojos de Roque,
a su sangre estremecida dentro de la curva oscura
donde la Nacional manda detener el auto
en cuyos asientos ruedan los boliches
y Roque disimula su violencia y besa
la imagen de la Virgen regalo de un cliente
esta mañana. Temo que mi autopelado
de ayer delate el delito que llevamos
junto al volante como jazz sordomudo
y prisionero, en el asiento de atrás
el mirlo greñudo y el gorrión desmemoriado.
Dios mío, o nos protege la Virgen de Roque,
tres años de talego y un destino de ternura
incomprendida, o la carta del Emperador
me hace en la noche parecer hombre
de respeto, y el hombre de la ley
dice que las rosas aman el azafrán
y que sigamos nuestro rumbo de judíos
que tiemblan, y subimos a una calle
larga y solitaria donde cenizas
acogen como cunas la blanca promesa
que hace olvidar al Oyente su mar
y sus amores. Infinita belleza
en la noche de la Cuesta, allá enfrente
las luces de Las Palmas, esa ciudad
donde duermen las cacerolas
en sus cocinas.
5 comentarios:
Creo que ha dejado usted meridianamente clara su postura con respecto a ese librito.
Riforfo: Me incitaste a reasumirlo, y paradoja, en algo que rechazas puede estar la clave o las líneas maestras de algo que uno no sábe cómo contar. El relato continúa, pero esta vez, si hay continuación, más apegado a Unamuno (en quien he encontrado, esta vez sí, un compañero de pensamientos y sentimientos... y estilo,su estilo impropio.)
Hace usted honor al título de su blog.En el sentido de que hasta de lo que considera más deleznable tiene recursos para extraer una flor.
Es un Don que tiene Jesús. De lo más escatológico y rastrero extrae lo mejor, y de lo más maravilloso, lo peor.
De tal manera, que como si de un truco de magia se tratara, nos hace ver lo que Él quiere: la flor en la mierda y viceversa. Francamente muy bueno.
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