Me acuerdo de MP, lejanos tiempos y espacios. Una tontería. Un día me señaló la táctica del seductor de poca monta: inténtalo con todas y alguna cae. Otra táctica es intentarlo con solo una. Lograr el grato día en que la fuente rompe el cántaro. Esta es la táctica del enamorado, pero empleada sin las malas intenciones del seductor. Kierkegaard tiene una novela que se llama así. El seductor. Ahí habla un malvado que seduce para tener el placer de ver cómo la seducida queda destruida, desengañada y sola. En un cuento de Rubem Fonseca, el seductor, un jorobado, goza seduciendo. Una vez que seduce, sin quererla destruirla, deja en banda a la seducida y se va a seducir a otra. Es lo que le gusta.
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La novela El baile, que discutiremos el miércoles en el club de lectura, tiene en el telón de fondo la figura del gigoló. Una de las cosas por las que la madre maltratadora (que recuerda mucho a la madrastra del cuento de Blancanieves) quiere entrar en la alta sociedad es por la apetencia de tener un gigoló, como las más importantes señoras de la alta sociedad.
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Interesante el diario del poeta en 1956, de Jaime Gil de Biedma. Lo tengo arriba y no puedo copiar aquí lo que escribió sobre el Ulises de Joyce. Además son tres páginas. Mucho copiar. Otra llamada de atención es lo que dice del estilo de Ferlosio, el de la novela El Jarama (no la he leído); dice que antepone los adjetivos a los sustantivos y eso a él, Jaime Gil de Biedma, le molesta. Creo que en Fetasa pasa lo mismo. Sin embargo en la novela de Isaac ese cambio ayuda a crear el extraño mundo por donde camina Ramón.
Si copiom aunque de memoria, la falible memoria, dos líneas: "La mejor manera de cansarte de un poeta es ponerte a escribir sobre su obra". En ese momento estaba escribiendo su obra crítica, más de cien página, sobre la poesía de Guillén. No tiene desperdicio Gil de Biedma. Ahora lo tiene en capilla la el dominante talibanismo moral, porque es su día tuvo encuentros sexuales con muchachos filipinos.
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