La novela de la amiga la compré a medias con Belén. Se la llevé a la rambla. Mientras bajaba en guagua, seguí leyendo y vi que la cosa cambia. La salsa empieza a cuajar. A Partir de la página 70, tiene el sabor de las arvejas compuestas que hizo hoy Pamela y que yo no probé, qué dolor qué dolor qué pena. Lo que sí probé fue el arroz y la tortilla que hizo Nguyen esta tarde. Vino a casa sobre las seis. Esta mujer en vez de cumplir años, los descumple. Cada día está más bella. Yo la amo, pero de vivir con una mujer o tener trato de novio amante, prefiero que el amor no esté estorbando. Quita mucha energía. Mejor hembra placentera con la que estés en sintonía en verbo y carne pero sin metafísicas amorosas. Pienso en Pamela, pienso en Nguyen y pienso en Baudelaire. El poeta del spleen en París escribió unos consejos a los jóvenes poetas. Uno era que tenían que elegir entre una cocinera como acompañante (Baudelaire no contemplaba que el joven poeta pudiera ser una joven poeta) a una bailarina de ballet o a una cocinera. Es decir --decía Baudelaire-- elegir entre la belleza o el sustento que te permite trabajar la belleza, elegir entre la ruina agobiante de las deudas o tener un palto de comida sabrosa y nutritiva. (Baudelaire no creía en ese mito que proclama que la poesía no se vende: él decía que la poesía sí se vende, y bien. Poetas colocados en un buen sillón, y buenos poetas, los hay. Juaristi, poeta que admiro y es una de las fuentes de las Coplas y ripios de Juan Cabrón, por ejemplo.)
Perdí el hilo.
Pienso en Belén. Su caso con el poeta que le quiere vender su libro (si tienes curiosidad, busca en fb el muro de Belén Valiente. Ma fastidia que Barrio chino no salga en compañía de Lluvia horizontal.
Lo que sí salió, me dijo Marcelino, es un libro que recopila los cuentos de Ignacio Gaspar. Ignacio autor de cuentos está en la cima donde están Antonio Bermejo e Isaac de Vega. Sus novelas están envueltas en una niebla innecesaria y molesta, pero sus cuentos no se permiten ese lujo. Salón de África, creo que el el título. Ed, Baile del Sol,
A ver si conecto con Juan y me pasa su obra literaria de sus viajes reales. Ahora es el momento de echarle un vistazo a esa cosa. Pero esta vez tengo que invitar yo. No me queda otro remedio si me quiero a mí mismo, A menos que Ramón se apunte, y nos lleve él rumbo al País de Nunca Jamás.
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