Clives Barker. Pesco el nombre de este autor en estas redes. Por un cuento que se titula Confesiones de la mortaja de un pornógrafo. Me interesó porque sentí que estaba en sintonía con el libro de Agosta. Agosta escribe. Libro ahora en proceso de desmantelamiento y reconstrucción. Creo que está cobrando, Agosta, más solidez y fluidez aún que en el libro que editó Idea. Recuerdo que lo presentamos en Agapea. El amigo de Juan se empeñó en participar en la presentación y dijo más o menos que a nadie se le ocurriera comprar ese libro, que no valía ni para limpiarse el culo (esta frase es mía, él no la dijo), y que los lectores acudieran a este blog, donde sí había (hablo de años ha) un manantial más apetecible. Juan y su amigo, judaísta entonces, han estado presentes en la corrección exhaustiva que acabo de hacer en Barrio chino. Me costó mucho pero decidí eliminar el epílogo. En las dos correcciones que he hecho, el motor ha sido la crítica de Juan, señalando el tejido caótico. Me disculpó porque eso al parecer está en mi marca de fábrica. Y un carajo. Ahora está más ordenado. No llega aún a la alquímica fabricación que tiene Pedro Páramo. Mundos y tiempos superpuestos pero engarzados como las piezas de un reloj. Una estructura bien organizada. Por ahí ha ido el trabajo en Barrio chino. Ahora tiene más orden, más solidez, y una fluidez encantadora. (Lo de encantadora lo imagino en boca de Ignacio, el escritor hombre hombre de Charco del Pino, en contraste con la escritora mujer mujer de Charco del Pino, la ahora mi ex amiga aunque aún no me ha bloqueado porque quiere seguir oyendo las historias del barrio de La Maldad. Ahora están en barbecho, no cultivo aquí lo que pasa en el barrio).
El cinabrio, dicen, es una materia sin valor, no sirve para nada. Sin embargo, si no me acuerdo mal, leí en un libro que sin cinabrio en la mezcla, los alquimistas no lograban hacer oro. Algo así como decir sin perejil no hay mojo, salvo que el perejil sí es importante materia.
Bueno, la cosa marcha. Todo lo que he escrito --narrativa-- es un experimento del que aún no he logrado sacar oro de 24 quilates. Los componentes de la mezcla han sido siempre los mismos. Pero nunca tuve el cuenta el cinabrio. Ahora escasea, pero sé dónde está. Salgo a su encuentro.
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