miércoles, 2 de marzo de 2022

 El azar y la necesidad. Tengo que ver eso. Ver en qué consiste ese descubrimiento. Creo que tiene que ver con los guisantes. No sé. Lo miraré. Esto me recuerda que estoy necesitando arvejas. En fin, veré también la receta de arvejas. El lunes Siao Ling me invitó a comer. Qué raro. Bueno, se ha relajado la guerra vacunados contra no vacunados. Pensé que no iba a estar Wang. Sí estuvo. Y bastante amable, qué cosas. Diálogo sobre pintura infructuoso, que no sé por qué me pongo a hablar de pintura con Wang. En fin, de algo hay que hablar. 

Agustín me invita a estar en la mesa el día 7, para presentar Cuentos de otoño. Como seremos cuatro, la cosa será relajada. Me dice que Berto y Sonia van ir. Me alegro. Hace tiempo que no los veo. Si es que sale la presentación. Hay una historia kafkiana por medio. Kafka está más presente que nunca en la realidad de este mundo. En el club de lectura, que también está medio kafkiano, el llevador, Ángel, nos dio esta vez Cara de pan, de Sara Mesa. No conocía a la novela ni a la autora. Lo busqué en youtube. Ella hablando de esa novela, que se está dejando leer --no como la anterior, la de Almudena Grande, que no la leí--. Me despertó además la curiosidad porque el argumento coincide grosso modo con uno de los cuentos de Injertos. Otra coincidencia. Me acordé de Malcolm Lowry. El mosqueo que le entró porque había aparecido otra novela que le había pisado el hallazgo, el tema de Bajo el volcán. Luego vi a Ana Mesa en otro documental, hablando de literatura en general y de sus principales influencias; El proceso, de Kafka; El extranjero, de Camus, y Lolita, de Nabokov. Con personajes rechazados y no comprendidos por la beatería laica dominante. 

Creo que dejaré descansar Injertos y volveré a Vertical blues. Las referencias a Bajo el volcán son importantes, sobre todo cuando relata la llegada de Maximiliano a México. La salida de México, en una egregia caja de muerto, me resuelve el clima de un palique de bar que hay en la segunda parte. Y es un nudo más en esa obra. El nudo del ahorcado, O sea, más trabajo. Razón tuvo Rubem Fonseca cuando dijo que el escritor que se divierte escribiendo es un farsante. 

Historias del barrio sigue  habiendo, pero ahora no estoy en onda para contarlas. 


 

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