miércoles, 23 de marzo de 2022

cuaresma

báñate en la fuente muda

tal como viniste al mundo


Mañana con Belén a la caída de la tarde en el viejo barrio de mi alegre juventud. Caminar por la vera del barranco hasta el puente grande. Doblar por la calle del Manikomio (¿veré a la dama del perrito en la plaza de Fátima? La mujer que me recuerda a Bárbara, la francesa de la calle Miraflores en tiempos del colegio TF), y bajar por la trasera del colegio José Antonio, donde salí de niño y llegué a la vejez sin haber sido hombre hombre. Ese hombre hombre, de la santería cubana, del que hablaba Berto en los tiempos de Taramela. En Los Cristianos. Tal vez debería leer los libros de Gastón Baquero que editó el año pasado. El primer vistazo no me atrajo, pero a veces lo que menos te atrae tiene un regalo escondido. 

Hoy estuvo mi hermana por aquí. 

Y el viernes quedó Juan con Ramón y conmigo. Destino El Olegario, en Candelaria, a los pies del mar. Celebramos que La Gesta ya está editada, a punto de salir a correr las calles como Bárbara la calle Miraflores in illo tempore. Tiempos de TF. Muchos recuerdos. Venanceo el poeta callejero que me dictó un memorable soneto que perdí en el camino de la vida. Fela diciéndome con gestos de la lengua vamos y te doy la primera lección mientras, junto a la puerta del saloom, un acordeón interpretaba un bolero. Y los trileros afuera dispersándose a la voz de ¡agua!... No me cuesta recordar. Lo que me cuesta es interpretar lo que recuerdo,  

Y ahora toca limpieza de primavera. Y ordenar lo que tengo entre manos. Desocupar la casa de trastos, Bajar a pedir fechas para los análisis... y más y más cosas. El mundo. Mejor no ver a la dama del perrito. Amor y trabajo son incompatibles. No lo digo yo. Lo dijo Pascal.

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