--No me acaba de gustar esa gente del sur... --dijo...--. Prefiero a Bertolucci, que ya lo conozco.
Era la segunda conversación por el móvil a lo largo del día. Por la tarde. ... y yo hablamos de lejanas tierras y de la promesa de los lirios. Tiempos de magüa. Los alborozados años setenta. Y cuando quiero llorar no lloro. Lágrimas de ron en el Monterrey...
--Jesús es el único auténtico en este pueblo --dice un hipócrita en la barra del Monterrey. No sé qué contestarle, lo dejo pasar.
--Jesús se fija en las comas, en los puntos y en la interrogaciones, pero lo que nosotros vemos él no lo ve --sentencia Ferni.
--Tú pa mí ya sólo eres una sombra --me increpa Chani, homofonía wagneriana, porque le hago poco caso.
Prefiero desvíar la conversación.--¿A quién se le ocurrió pintar la cruz de ese color?
--¿Qué? ¿No está mejor así?
Mejor me hubiera callado. Y encima el Gato piensa que los poemas que escribe, yo los uso pa mis cosas, porque Llorad las damas se abre con dos versos suyos, impecables. Mi madre... Histeria masculina transitoria... Habrá que esperar que se le termine este periodo.
--Y ¡aquí tengo dos estampitas!, pero ¡pa mí solo! --dice.
Mano, me mando a mudar. Me voy pal rincón de los poetas. Deivi dice que en London hay un rincón que llaman de los poetas, donde están enterriados los más grandes poetas de Inglaterra. Pues lo mismo en San Andrés, donde los poetas tienen también su rincón. Enterriados los vates, al extremo opuesto del water del Monterrey... Deivi se refiere a Orlando y a mí. Aprendices de brujo en todo caso, Deivi. Poetas son Esenin, Bukosvki, Guillermo de Aquitania, Lao-Tse... ágiles en atraer a las musas. Orlando es bruto como un mulo y yo lento como una tortuga.
El poético Orlando me da la tabarra con los ordenadores. Una lección de historia del sistema operativo, desde los inicios...
Por la tarde a Melopea. Anghel versus Iván. Uno no prepara nada, es de la divina escuela de Pimentel, santa cruz la nuit, oh aquélla S/C... La de ahora la salva Lizundia con su calle Nokia, alto espíritu, alto satánding, y su Parra... pero qué buen narrador el diverso Lizundia...
combate a diez asalto, próximoviernes, a las tres de la tarde, campeón de Canarias, ¡Anghel Morales!, y en la otra esquina, protetgido por siete estrellas verdes, José maría Lizundia, campeón de España... ¡TRES DE LA TARDE PRÓXIMO VIERNES RADIO UNIÓN TENERIFE... radio tijuana...
Y Ramón diciendo que yo cuente la interferencia telefónica... Iván me hablaba esta tarde de recuperar la magia, y yo le decía que la magia ya estaba, que no había que inventarla, y si no, qué me expliquen los sabios la interferencia telefónica... Bueno, voy a la presentación de un libro que dejé en la habitación de abajo, de ciencia ficción. En la presentación Iván y Anghel en la mesa, y en medio el autor del libro, un joven que promete. Termina la cosa, el abundante público lector compra a Raudales. A mí me lo dejó Iván, el libro de cuentos del autor, que leo un poco mientras fumando espero... y sale Lorenzo a decirme que me dejó aquí un comentario, y lo busco y no sé dónde está, porque no lo veo. Lorenzo me reprocha que yo hice una trigonometría con una cosa que era una ecuación, se refiere al tiempo presente, antecedente de un suspense...
--Mira, Lorenzo --le dice José, y muy bien dicho.
Primero me vino a preguntar a quién se refería Quico en su comentario. Si Quico no lo sabe, pos yo tampoco lo sé. ¿Esas cosas se preguntan? La pregunta es ¿te gustó mi novela?... pos mira, Lauréano de Lorenzo, tú novela todavía no la he leído, la intenté leer y me dormí... no llegué a la parte del priaPISMO... tu don juán pervertido por la musa que le tocó en suerte, según Iván... La verdad es que Iván es un pillo de mucho cuidado, cuenta algo y dan ganas de conocerlo... precipitada juventud pero con substancia.
La vuelta a S/A como el otro día, después de despedir a Nicole e Iván a la salida del S/C... Llegada al Monterrey los tres mosqueteros de la literatura canalla... Y Chani que habló con dios y está espiritual...
La magia que la cuente Ramón, y luego yo corrijo las erratas, ¿vale?
--... cuando Ricardo García Luis perdió una novela en un dinosaurio de los que había entonces. Al dinosaurio tenías que ponerle un disco así de grande... --me dice el precio del portátil, petit maquinaire--... Ya Anghel dijo que sí. Ahora sólo falta decirle a mi prima, que es un abogado --su prima es estilo álbum de Lizundia, salvo la última entrega--... y abogada, buena abogada--, está en el juzgado por la mañana y en su despacho por la tarde, ahora sólo queda saber cuándo puede ella...
--Y ¿el local?
¿El Local?... El local no importa. No me reponde. Orlando sólo ve el momento apoteósico. Yo también, la verdad. Y Anghel y la prima de Orlando de fiar. Con su sal, su gancho de izquierda, en el caso de Anghel, y su discreto encanto en el caso de...
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