lunes, 17 de mayo de 2010

menos mal que se fue la poesía

--Chito, antes de marcharte acuérdate que me tienes que echar la untura en la espalda... Anoche te marchaste con Marcelino... ¿Marcelino este cabrón no viene hoy, pa que me trajera los plátanos?

Entro en su cuarto, se quita la camisa y le echo la untura en la espalda.

--A ver si lo haces más suave. Tú das un masaje a un baldado y lo dejas desconchado. Más suave, Chito, no seas bruto...


Buf, respiro aliviado. Por fin me dejó tranquilo la poesía. Se fue con otro babieca. Un poquito de tiempo vale, la cortejas y tal, pero en cuanto se pone a insistir, mejor que se vaya. Te deja a la altura del betún, trabado con los putos versos, hoy peores que los de ayer y mejores (es un decir) que los de mañana. Me vio esta tarde con Orlando, la puta poesía, y decidió irse con él. Pobrecito, lo compadezo. Vomitando versos uno detras de otro. Verso libre, eso sí, que son los que a él le gustan. Los rimados de palacio los desprecia. Con buen criterio. Son despreciables. Mejor libres y revolucionarios, amantes del Che y toda esa basca omnipotente. En fin, la poesía, con su conmiseración, su humanidad, su simpatía por los desgraciados.

A Orlando lo vi esta mañana, esta tarde y esta noche en el Monterrey.

Por la mañana, Orlando intentando ligar con la amiga de Carmita.

--No cortejes a mujer casada -dijo Carmita--, no sea que venga el marido y te dé una trompada.

--Yo no la cortejo --dijo Orlando--, pero si quiero tirarle un polvo, se lo digo de tal manera que me sonríe.

--Si Franco levantara la cabeza --contesta Carmita, la hermana de Ferni.

--Si Franco levanta la cabeza, se arrodilla a mis pies y... --(lenguaje obsceno, impropio de este blog).

A mediodía, Orlando está menos sobrio. En fin, la poesía lo corteja. Me dice que vaya a su casa a leer unos poemas, los últimos poemas que ha escrito. Luego se suicida.

Por la noche está con el portatil en el bar. Chatea con una pìba.

--La poesía es el iracundo grito de la libertad --dice, convencido.

Detrás de los faroles de la avenida, no hay estrellas. Ahorro energético celestial.

--No mires lo que estoy escribiendo.

No miro. Corrijo un cuento de un escritor de puta madre. Soberbio. Se va Orlando. Llega Armando Rivero. Hablamos del puteo que son las editoriales canarias de hoy, subvenciones, libros pagados por el autor... Me acuerdo de Benita. ¿Habrá hecho ya la portada de Llorad las damas? En fin, tanta porquería de libros, y a lo mejor ese es otra porquería más. Que la haga, esa portada, cuando le salga del ánimo.

Se va Armando y llega Chani. Me cuenta que vio a Beba, todavía trabada por el caso Manolo. Que si la gente dice que le metió la lengua hasta la garganta. No le interesa su rollo. Y me cuenta que lo llamó la hija, pero no quiere saber nada de nadie. Coge una servilleta. Escribe:

Canciones dé Joaquín
para nosotros los muertos.
Vampiros de las 00,
como ojos de garza.
Hasta las gaviotas
van a dormir.
Noches de insomnio,
cuestión de fe
para las papas
que plantamos.

Pasamos por bar Castillo. Animado a tope. El sobrino de Cristo moskiado con Fufo. Fufo lo despista trabando conversación conmigo. Ya es tarde. Mañana toca S/C, y programa. Estaba bien la radio Tijuana cuando la dirigía Cándido y yo le tocaba las narices. Ahora lo dirijo yo, el dichoso programa... qué dolor qué martirio.

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