Desde que a Bibiana Aído la echaron a dormir en un colchón sin garbanzo, poco me importan los asuntos del Gobierno. La miembra era mi ídolo en negativo, mi heroína acocainada, mi despertadora de sueños ilegales. Rubalcaba no me inspira ni eso, y eso que tiene también su sexi dandi subido, subido del gris al negro. Amarillo de siga la raya, sin embargo, es la templanza de míster Zapa y pupurina la magia del doctor Tero. Blanco, por supuesto, el señor Blanco. Carme Chacón, pase usted primero, señora de azul. Y de rojo madrid, la trinidad de los asuntos exteriores. Y a dos mil km al sur de la civilización, Paulino verde que te desquiero verde, junto con la verde Orama de la triste rama. Y yo, sin color, contagiado aquí ahora, hablando de politicos. Los veo en la pantalla del cuarto de mi padre, y tienen caras de decir hasta usted (por yo), hacendoso caballero, puede hablar de nosotros. Un día de 2013, saldré a pasear con Thor, según mi amiga la brujera cubana, y los gastados colores habrán desaparecido. Pero antes procuraré tomar a Ramón por la palabra y viajar al Sur, siempre al Sur.
(Armando Rivero, poeta de aquí, quiere ir el martes a Tijuana.)
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