la que llevaba al río
fiambrera de tortilla
hecha con carbón de leña
en la rústica cocina,
la que hacía les fabes
y escanciaba la sidra.
Dejo ahí esos versos volanderos, por si algún día vienen los que faltan de verdad y no lo que quieren entrar, a repetir la misma nostalgia de siempre. Más de lo mismo pero peor es el adoctrinamiento de esas empresas que se llaman partidos políticos. Cualquier disculpa les vale para generar tripas y tropas de linchadores y adoctrinadores de tres al cuarto. Enfrentarse a ellos es contagiarse de sus aires metanizados. Mejor es alejarse.
Encuentro papeles escritos, y algunos no están del todo mal:
No he querido subir / a brindar con vino / lo que hemos perdido / en esta vida de aquí, / y cuando estemos allí / ya no importará nada / ni subida ni bajada, / ni el olvido ni el recuerdo, / ni la herida del ciervo / ni el salto de las ranas. // Allí no tendremos ganas / de tener querencia / ni saber ninguna ciencia / ni de hielos ni de llamas. / Toda cosa será vana / cuando la buena señora / te diga llegó la hora / de viajar al infinito.
En fin, sigo mosqueado con la adormidera presunta. Hoy me volvió a pasar. Chito, ten voluntad y que tus bajos hagan lo que dicen tus altos. Si no, nunca llegarás completo a la hora cero.
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