Sigo encontrando escritos de otros tiempos.
Ahora que ya no hay luz en sus ojos, / ahora que sus ojos están vacíos / y su canto es ciega / nostalgia de un ayer de engaños, / ahora se alimenta / como el loto / y camina por calles/ de la ciudad en ruinas / buscando al trompetista / que no existe, ni en la luna / ni en las aguas de la tierra. / Sí existe en las esquinas / las pobres almas acechando / el rocío de los cuchillos.
El último verso es una runa islandesa, si no recuerdo mal, que recoge JLB en uno de sus textos.
*
Pamela hace un relato de la foto que publicó Bella de la azarosa tertulia en La Paz. Aunque da trabajo copiar porque es largo, no me contengo. Tiene su miga el relato.
En la cartera llevo la dirección correcta del amigo, por donde se dirigían las cartas sin señales mías.
Y hoy martes --de un mes de octubre-- que desaparecerá para siempre, me encuentro su imagen completa y no me desmerece en absoluto. Tomó una pose de hombre elegante, pero a la vez deseoso de acabar con la tertulia estirada. Cosas mías cuando he alargado su mirada.
¿Qué pensamientos mudos se habrán quedado en la nada para no empañar la tertulia organizada?
A solas con Belén se soltaría de lleno y serían solo uno.
Dobleces que son de utilidad mientras los minutos pasan lentamente.
Tanta variedad en un espacio corto revienta la armonía poética. La poesía se enfada con la competencia enmascarada, tan endeble y sarcástica. De todos cogí su inmortalidad, analizando el acercamiento exagerado del de las gafas, y lo aparté al instante. ¡Fuera! Deja a la bella joven sonreír sin esfuerzos.
El que abrazaba a Kala se llenó de gracia.
Había otro poeta por la esquina de la foto con un semblante algo serio. Estaría cansado de estar en primera fila y optó por una media sonrisa.
Ella se movía entre tantas edades que no supe si la fotografía se descuadró por el peso de tantos
o que Chito soltó un suspiro de derrota.
Pero aquel semblante altanero no fue de apagón. Allí lo vi más peleón que otra cosa. Cuánto puede decirnos una imagen sin conocer a ninguno y montarles una nueva historia.
A este rincón cualquier día lo van a rociar con zotal negro, y así ahuyentar el mal de ojo y la mala leche.
Me tendré que comprar un lazo rojo y protegerme.
--Chito, tú que dices?
--Al buen callar lo llaman Chito.
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