miércoles, 17 de julio de 2024

Samurai. 1

 Hoy pasó por casa Ramón con una caja de tabaco. Hoy se libró Nicolás de ir al carrito de Vicenta. Me contó el Cuervo su viaje a Japón. Es el país que quiere una de sus hijas, la tierra que habita. Me habló del jardín muerto y del jardín vivo. Lo maravilloso fueron los dibujos que él hizo en un cuaderno. No sabía que el córvido dibujara tan maravillosamente bien. Un descubrimiento.

Me incitó a retomar Samurai. Una novelita libro-juego que hice para la editorial Júcar. Un encargo de mi amigo Jesús Zatón, responsable de los libros para menores que editaba Júcar. A ese lo recuerdo con agrado, se alimenta de leyendas japonesas. Ramón me contó una que no conocía: la del gato con dos rabos. 

--A ese gato lo llaman nekomata. Tiene el poder del fuego, que sale de su rabo doble y el poder de reanimar a los muertos y controlarlos como si fueran zombis. Agüita.

Fichado para la retoma, el gato de los dos rabos llameantes.

*

SAMURAI retomado. Cap. I

El Espejo, la Joya y la Espada --las insignias del Gran Emperador-- los tiene ahora el daimio de Osaka en su palacio, un hombre que se volvió de corazón envilecido y ruin contra el Emperador y consiguió destronarlo y encerrarlo en la mazmorra más horrible y tenebrosa en el castillo de la ciudad, vigilado seriamente por un perro infernal de tres cabezas.

El Emperador, sin embargo, confía en Izanami e Izanagi, que son dioses desde antes de existir el mundo y de los cuales descienden el dios de las tormentas, Susanao, y su hermana Amaterasu, la divinidad del cielo resplandeciente.

El Emperador contempla los rasgos informes y amenazantes del Jinete Oscuro y el veneno que impregna.  El Jinete Oscuro es la forma humana del perverso Susanao, el dios que estropeó los estrechos y largos bancales de arroz y arrojó en secreto excrementos en el Palacio Nuevo: la residencia de su hermana Amaterasu, la que tejía las vestiduras de los dioses y protegía al Emperador.

Susanao terminó por desollar un potro y lo lanzó sobre los tejidos de los dioses, que tejía su hermana, salpicándolos de sangre. Amaterasu se enfadó tanto que se provocó una herida con la lanzadera e, indignada, se encaminó hacia las Grutas del Cielo y se encerró allí dentro.

Susanao retorció el corazón de los daimios y el Emperador perdió el poder. Sin el Espejo, la Joya y la Espada, está encerrado en Osaka y ahora todo el Japón tiembla a punto de disolverse en la vergüenza de ser pronto invadido por las huestes de Kublai-Kham.

A menos que Amaterasu regrese al Palacio Nuevo y desde aquí sople sobre los daimios otra vez el honor y el coraje.


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