Imagino a Ramón haciendo un poema de metal al penalty. El que falló Nino. Y una endecha a los dos goles antes del primer cuarto de hora. Tres goles en un partido. Yo soñé 0-3. Fueron 2-1. Qué importa la crítica de la razón pura cuando la desdicha mala no nos deja levantar cabeza. Ramón iba a venir pa San Andrés si ganaba el equipo. No sólo no vino sino que se quedó mudo.
--El Tenerife no le gana ni al Alcoyano --rugía Memo en la Tasca El Asunto.
--Este Jesús no se junta sino con locos... Esta mañana con Orlando, a mediodía con Chani y ahora con...
--... ayyyyyyyyyy... --rugió el gentío de la tasca. La bola había pasado rozando el larguero.
Memo y yo habíamos recalado a la tasca desde el Monterrey, pasando por el zaguán de Las Ánimas, por detrás de La Pandorga. Durante el paseo, el Tenerife había metido un gol. Ya no metería ninguno más. Imaginaba a Ramón escondido debajo de la cama, para que no lo viesen llorar la derrota. Había dicho de venir a San Andrés, a celebrarlo con ron Aldea, si ganaban los blianquiazules. Y ganaron. El Jerez viste blanco y azul, y el Tenerife vestía un granate extraño, adornado con rayas inconvenientes. Nada de Aldea en el Monterrey, con Ferni obsesionado con que le escriba una decimas en punto cubano, para decírselas a la nueva cocinera, protegida, como él, por... Hasta ahora lo he intentado, pero por mucho que Quico me diga poeta, esperaba el halo poético de Ramón, para apropiármelo y coseguir por fin una décima impecable, en honor de la dama en la cocina. Pero el Tenerife perdió, Ramón se escondió y me quedé sin musa, y sin ron.
1 comentario:
bola de cuero y aire en una malla equivocada
pelota caprichosa deseada por los forofos de la letra
balón errático, ¡que mal le has hecho a la poetas de esta isla!
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