Leí las nuevas entregas
en este jardín de testigos
y combatientes. Del Claro
del Bosque habla José María
Lizundia, y yo dél
sí tengo opinión, es el alma
del Bosque, sabe el camino
que no sabe Ramón,
y tampoco su hermano
ni Juan Royo
ni, aún menos, yo...
Me quito el sombrero
de
gnomo
con este hombre,
descubridor de maravillas,
como la obra de Pepe Rivero.
De otro novelista isleño
que da guerra ahora
(con Marruecos en el telón
de fondo de su cuadro
futurista),
cuenta Anghel
Morales
la presentación
en Agapea.
¿Algún día
querrá Miguel Ángel
pasar por la puerta
de Tijuana?
Y leí un poema,
que, me dice un pajarito,
también leyó Campanilla.
Hoy, mejor que la realidad
(a mi padre se le pudrieron las potas
congeladas y el hombre sufre...),
la luna en el cielo,
una charla virtual
con un hada encantada
y los blogs de los vecinos.
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