Con un ojo leo Vidas de los filósofos ilustres y con el otro Tristram Shandy. En el primero, donde el autor habla de Diógenes el perro: "Regresaba de Esparta a Atenas, y uno le preguntó: De dónde y adónde?. Respondió: De la habitación de los hombres a la de las mujeres". En el otro libro, en el capítulo 31 cuenta que, según Hipócrates, "el buen funcionamiento tanto de las glándulas excretorias de la piel como del aparato digestivo dependen en gran medida de la ayuda que les prestan los vivos destellos de genio que dan pie a la mordacidad". Por su lado, en su El asesino dentro de mí, Jim Thompson escribió: "De repente, una rata soltó un chillido agudo". Y Jorge Luis Borges, en uno de sus tantos libros, dice: "Esta página empezará a ponerse erudita después de muchos días". En tanto que Murakami confiesa que "hoy es viernes y esta mañana no me he dado cuerda".
Del párrafo anterior es culpable nuestro Laureano de Lorenzo, cuando el otro día me habló del teatro escrito con la técnica surrealista del muerto exquisito. Sí, a veces esa técnica da lugar a un muerto, aunque no sé si exquisito.
Ramón regresó de Inglaterra. Su crónica esperamos los lectores esclavos de su bosque quemado.
Mientras tanto, Chani relee el Marlou Diésel, de Marcelino Marichal, un libro en la cumbre de la escritura en estas islas, donde desde que prohibieron los toros, también parecen haber prohibido la difusión de los libros con valor.
"Alabe quien quiera la vida del hombre casado, que yo, en puridad, no encuentro en tal vida sino gastos, cuidados y atenciones y ninguna felicidad". (Cuentos de Canterbury).
Estoy en una temporada que no puedo escribir ni una carta. Cosas que pasan. Pido disculpas y ruego paciencia.
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