Puto pueblo este de ladrones y listillos, y espero que el nahualt de Tijuana no me siga diciendo que si yo me creo representante del pueblo o de la ciudadanía. ¿Cómo voy a ser representante de algo a lo que, a veces, me dan ganas de darle patadas por el culo? Lo mismo te la cuelan doblada, cuando te descuidas, pueblerino que ciudadano. Este vez el ciudadano Chani. Pero hubiese podido ser el pueblerino cuerpo de la Guardia Civil de Tráfico, cuando volvía de La Laguna después de sendas presentaciones de libros. Actos memorables ambos. El del libro Canarias, diversos nacionalismos, en la librería Al Faro, con el poeta Orlando diciéndole a Víctor: "¿Quién te crees tú para decir lo que nosotros tenemos que pensar?", sin saber que Víctor, aunque fonetice más parecido a los de Valladolid, León o al español hablado en Donostia, es canario viejo. No se quedó el poeta a oír ninguna respuesta. Dio un portazo y se mandó a mudar. Ni apareció por el Ateneo poco después. Aquí en el Ateneo, Domingo Corujo, un hombre a quien no sólo vale la pena oir su palabra sino también cuando toca la guitarra de su invención o el timplillo. Genial. Entre el ron de Al Faro y el vino del Ateneo cogí el coche, con José Rivero y Lorenzo de pasajeros. A Lorenzo lo botamos en la terminal de guaguas en Santa Cruz, y Pepe y yo seguimos pal pueblo donde aún los poderes fácticos no han bloqueado el acceso al mar. Hijos de puta. Lo que se merece el puto pueblo. Con Chani haciendo de las suyas, y Marcelino el oyente, en lugar de ponerse airado, en la tasca El Asunto, contra el hombre que in illo tempore le tocó la oreja izquierda en el bar Castillo, perdió vigilancia contra los manejos de Chani, a quien dio dinero para hablar con Dios y el poeta del pueblo se quedó con la oración. Adiós, viejo marino, a los cien euros que ganaste yendo a depescar lubinas a las jaulas frente a Igueste.
¿Representante del pueblo ciudadano? Y una mierda. El pueblo, si te descuidas, o te roba la cartera o la novia (o el novio) o te da por saco a ritmo de tango norteño o de tajaraste. Un día una Asociación del pueblo convocó a las masas a la puerta de la iglesia y el del altavoz dijo que a la izquierda se pusiesen los que estaban a favor de quitar la escalinata histórica (de 1927) para sustituirla por la actual, gris como la muerte. La izquierda se llenó de multitud de amantes de la modernidad gris, y a la derecha dos idiotas, yo y otro carcamal enamorados de la vieja escalinata. ¿El pueblo?, al carajo el pueblo. Que le den. Salvo a los poco con los que puedes andar sin andar vigilando la cartera o el ojo negro, caso de José Rivero Vivas. De su hilvanado San Andrés espero hablar en breve. Pero antes...
--No estarás escribiendo de mí en el blog --me pregunta mi sobrino.
Estoy en casa de mi hermana. Mi cuñado sé qué salió antes con dos cajas de libros. No sé qué libros serían esos.
--No, no estoy hablando de ti, pero a lo mejor escribo un capítulo titulado El fantasmal dueño de Thor.
--Chito --llama mi padre, vete acercándote.
La mesa esta puesta. El pueblo se reúne, la familia se reúne. Menos mi cuñado, que se fue con los libros. Viva Alemania.
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