--Todos los beneficios los quieren pa ellos --se le escapa a mi padre.
Sí, no cabe duda. Desconocedores de que la avaricia rompe el saco (tal vez no lo rompa) y que el exceso de beneficios precipita a cualquiera por los abismos del maleficio. Tal vez no. Tal vez disfruten de todos los beneficios comiendo perdices todas las noches hasta el final de los tiempos.
En otro orden de sucesos, la oyente de la playa marchó de vacaciones al Sur, y Trini no coge el teléfono, y la cubana insiste en que no hablemos de lo que me importa realmente hasta que no venga a Tenerife o vaya yo a Las Palmas. Una buena incitación para salir un rato de esta isla y desconectar, como bien ha hecho Anghel. A resguardo del ruido del mundo.
Ramón, otro que está ahora desconectado. La última vez que lo vi, en el pueblo, traía unas fotos manipuladas con textos para una exposición de pintores que escriben o escritores que pintan. La madama del burdel no ha tenido a bien invitarme. No se preocupe, no me convertiré en el hada 13 de la belladurmiente, aunque en este caso sería la pendeja durmiente. Con sus escritores que pintan se lo coma, y sardinitas frescas. De cualquier manera, el trabajo de Ramón estaba bastante bien, y junto con las fotos de Quico, la Lunula tendrá buenas imágenes procedentes de esta isla, y también buenos textos. La colaboración canaria en la revista ya es tradición, pero no conviene abusar de la generosidad de Sibisse, que es quien ahora dirige esa cosa.
En fin, ayer primer día de playa. Me sentó bien, y por la noche hubo diálogo en la cumbre, en El Castillo. Escrito en el aire especialmente para el informe, que ahora rescato, la copia en papel, y lo primero que veo es lo que hay que quitar. Celine decía que de cada 600 folios que escribía, sólo salvaba unos 8o.
A falta de inteligentes mujeres con las que tratar, refresco las tardes con el corrector, mi nuevo amigo. No le digo que el cura se escondió bajo las piedras, y que otro cliente dijo que no tenía dinero. Y yo prestándole 200 euros a ... Espero que haya seriedad en la devolución, si no, un digerido cambio de vida, un viaje a Las Palmas que todas las noches medito, va a quedar temblando en las sombras nebulosas.
Anoche soñé con el doctor de la bronca. Hablábamos de ello sin encono, con tranquilidad, y terminamos yendo a comer al Túnel, buena comida, sabrosa, pero mi padre no me dejó ni probar dos bocados. Me despertó para arreglar unas sardinas que había comprado por la mañana. No me fío de los sueños. Hay fases de la luna en los que, en el sueño, domina más el deseo que la parábola clarificadora de la vida en al vigilia. Ya me sucedió enotros tiempos. Soñaba lo contrario de lo que realmente era la determinada situación.
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