... los torquemadas ven brujas, luteranos y judíos por todas partes. Óyelos despotricar contra los demonios, sentar cátedra sobre los valores de la Iglesia, reverenciar a un dios de madera o de hieso y pasear por los concurridas plazas con su insignia colgante y con su toga. No son peligrosos, si dejas que te pongan la mano por el hombro, en aptitud paternal; sólo ejercen entonces una autoridad... eso, paternal. Si es un histriónico (de Vaticano Histrión), corres poco peligro. Vienen porque en su capilla sixtina, sin ir más lejos, no pueden ni pedir un café con una palabra más alta que otra. Y menos sugerir a los cardenales vaticanenses ni un párrafo de su importante libro de espiritu de formación ciudadana. En fin, ya está uno con el oído acostumbrado a las idiolécticas fonologías histriónicas. Acentuadas con más libros que los de don Quijote en el clásico prepotente, el torquemada de turno, con sus salidas de tono, sus escupitajos en la cara y su blandir de dedos en tus narices, si te descubre luterano, brujo o judío, como es natural, porque sin salidas de tono no hay restablecimiento de una emocionalidad armónica. Eso nos sucede a todos, también a los espíritus tocados por las dudas. Ellos, los ecuánimes y generosamente comprensivos torquemadas te disculpan las dudas si acatas su voluntad ciudadana. Los torquemadas poseen esa virtudes. Mientras no les toques la toga y la insignia, sus apariencias desprenden ecuanimidad razonable y hermenéutica comprensión. Son los héroes de lugares no peligrosos. Y tú, si eres afín a la brujería, fans de Lutero o frecuentador de la Torat, calla tu triste boca, anatema, y olvídate de los aquelarres y los bebedizos diabólicos, y deja de lado la lectura directa de los libros sagrados, y con la Torat vete al goro detrás de tu casa y, convenientemente tijereteada, échala en la comida de los cochinos. No corren tiempos para andar con tonterías. Ya sabes donde estamos. Aquí los perros ponen huevos y las gallinas ladran. Los torquemadas histriones tienen devoción por sus misales, con estampas iluminadas, y por los nativos acólitos: los convierten en hermanos, y se complacen en hacer que la santa hermandad sea la que escupee y manotee. Son agradecidos, sin embargo. Apartan para la fraterna cofradía el mejor vino de sus santas misas. Y tú, si quieres prosperar, o por lo menos sobrevivir, practica el reniego. Si no lo haces, renegar, y encima eres tan osado que hablas, repetirán como suyas, pero en elevados conceptos, tus palabras y luego... al paredón, don idiota.
("¿Por qué soy novelista?... porque la filosofía está en crisis desde los tiempos de Duns Scoto". (Malcolm Lowry, autor de Bajo el volcán, novela con el fascismo en el telón de fondo, etc. etc. )
(continuará (?) )
2
En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira,
todo es según el color
del cristal con que se mira.
(Campoamor. poeta asturiano, enamorado y desengañado...)
Mi amigo superficial se me ha convertido ahora en enemigo profundo. Suerte que me ha caído del cielo.
No es enemigo rotundo, de esos que no tienen ningún rasgo que los haga merecedor de eliminarlos definitivamente, pero menos da una piedra. En fin, yo tampoco soy un combatiente rotundo, y la Fortuna me ha dado la enemistad de alguien a mi medida, superior incluso en algunos aspectos (conoce a Lacan y a Derrida y... y está siendo traducido al inglés).
Cuando era amigo superficial (según él le perdonaba la vida... qué curioso, era yo el que tenía la sensación de que la santa hermandad no acababa con mi vida porque, aunque la vida es frágil, por ahora prefiero el viva la vida al viva la muerte) lo elogiaba como narrador. No me quedará más opción, en la actual contienda, que elogiarlo también como pensador, por la cuenta que me tiene... Ahora recuerdo una polémica entre el fabulista vasco Samaniego y el canario Iriarte. Creo que Iriarte quedó noqueado...
3
No son cristianos pero sí papistas. Cristo no estudió en ninguna Universidad, ni siquiera en la de La Laguna. En cambio el Papa, cum laudem en las más brillantes Universidades de Europa. Sin embargo, en realidad, del resplandeciente brillo no pocas veces salen seres oscuros, peligrosos, malignos y feos... e ignorantes, ilustrados, eso sí es cierto.
No saben ver por detrás del personaje, que también ha sido foráneo en tierra extraña, anti euskera batúa en Bilbao, por decirlo con una metáfora, y pretendidamente despreciado como supuesto moro o viajante de patera... que se cerró puertas por no ceder a componendas políticas, que perdió prebendas por otros motivos, que dejó de lado oficios más rentables por este maldito oficio de escribir (cuyo aprendizaje no son dos días ni tres lecciones, y además nunca termina)... personaje que carga sobre su memoria cosas que ya prefiere olvidar... y que ahora se mueve en su lengua nativa, ya viejo y con una (perdida una parte y robada otra) obra que ha quedado, en lo social, reducida a unos pocos lectores, en una situación de trabajo diario, no siempre o casi nunca agradable (por estética y placer hubiesese dedicado a pintar, la mona seguramente)... De libros leídos, como para llenar unos más que cuantos contenedores... recordados bastante menos, y vitales, algunos todavía, pocos en su poder y varios desaparecidos merced a manos de espías con gafas de sol... y haciendo trabajos que tiene que conformarse con menos de la mitad de lo que valen, porque ¿quién no quiere las sardinas baratas, frescas y de ley?... personaje que no habla, sino entre líneas, de algo que duele convocarlo, algo maligno, como el piii piii de la escabadora, pero por dentro de la propia alma... "Quien pregunta, obliga a mentir", dicen, aforismo entre miles que se oyen en la calle... No, no vale cualquier cosa... Vale Boris Vian (y no todo), vale Kafka, vale Li Po... otros no valen nada, son impostores. Lograr no ser un impostor más, ya es un esfuerzo. Esa es la lección de Cristo. La del Papa es otra, más política, teológica. Pero el personaje redujo el interés por la política a la buena gestión de la cosa pública y a la no excesiva presión fiscal o vigilante del Estado, y dejó de lado las ideologías cuando, principio de los setenta, vaticinó el derrumbe del comunismo y no le publicaron el escrito, los redactores de la revista no sé qué del Partido Comunista Español. (No siempre ha sido tan tonto.) Luego militó en el FLN. Luego, nada, vio los toros desde la barrera y, como cualquier aficionado, opinó, pero sin más. Esto en cuanto a la política. En cuanto a perder los nervios, cuando le escupen en la cara y cosas así... Menudencias, pero nadie es perfecto, y poco perfecto es el personaje. Pero para verlo, hay que sacar los ojos y las orejas del agua turbia, y seguramente también nuestro nombrado personaje tenga que sacar de la misma agua sus también sordas orejas y ojos miopes... ¿quién lo duda?
No está mal una semana de tregua. Hasta dentro de una semana.
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