Tiempo de muerte de escritores, o de cagatintas, como diría alguien menos piadoso. Primero fue un "poeta" mediocre, hueleculo, de la escuela de los comemieldas, perjuro cobarde, de quien no vale la pena ya decir su nombre, y bien muerto está, que se joda, allí nos veremos. Otra cosa es Ezequiel Pérez Plasencia. Ha recibido ya elogios de huelefritos y de, los menos, gente que vale la pena. Hoy hablamos de él mi hermano amigo Alberto Linares y yo. Berto sabe de una novela de Dostoievski, que Ezequiel, como el héroe literario de Manuel Suárez Suárez (ver el libro Togas y Letras), reescribió --dijo Berto-- para engañar a un editor asesino. Merecería la pena que se publicara esa novela del ruso, coautor Ezquiel Pérez Plasencia. "El enano", lo llamaba otro amigo colega --yA EX-- con el que anoche soñé, que no le llega ni a los tobillos al autor de Cartagena, que nació y que murió en esa ciudad desconocida.
--Oí el programa --dijo Chani--. Oye, ese tío está zumbado.
--Supongo que tan zumbado como tú. Pero es un oasis de conocimiento.
--Eso es verdad, se nota.
No sé si el próximo 18 de marzo podré estar en La Laguna, en Al Faro. Merecerá la pena.
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