Ciudadanos y pueblerinos, olvidense de darle de comer a la clase política. Vuestro voto el día 22 no valdrá para nada. No en el sentido de que unos y otros harán longaniza con vuestro voto, sino que la hecatombe se acerca. No la nuclear, no un ciclón, no Gadafi armado hasta los dientes, no la invasión de los marcianos (que no existen) sino la caída del dinero, la bancarrota, no el regreso a la luminaria medieval de Alfonso X el sabio, recopilador de las cantigas de mal decir, ni al esclavista imperio romano, sino al estado salvaje, y no precisamente rousoneano, sino voraz y hambriento. .
--Chito, mira, sácame el puré y le echas dos cucharones de caldo, y apaga el tamarindo, y tapa con un saco las papas que trajeron hoy --ordena el Amo, y yo obedezco.
Pienso en Wagner, el misterio Wagner que será resuelto este viernes por la tarde-noche en la Universidad de La Laguna, hoy no tan gloriosa como ayer, cuando el filósofo Muguerza y el semántico Ramón Trujillo, pero igualmente pretenciosa y pagada de sí misma. Oiremos a nuestro Víctor Roncero, con americana de boda y camisa blanca, cada vez más Mero y más Jefe, gracias al apoyo incondicial, el favoritismo y el poder de Antonio Curbelo y Anghel Morales. No le ato una soga al cuello y le aprieto el nudo porque quiero bien a Víctor, no porque esté el hermano delante.
A esa misma hora, en la ex casa Elder, en Santa Cruz, doce santos novelitas y un mesías. Anghel Morales, insustituible, con sus doce apóstoles, libres de envidia pero no de lujuria, y si no, lean G 21. Entre los doce, un judas. Inevitable.
Mi destino es La Laguna. Y luego los poemas de Barreto en el Ateneo. Lamento no conocer a Alexias Ravelo, a menos que suban luego a la cota 600, desde ese Santa Cruz que, cuando llegue la hecatombe, despertará de su estado de narcosis.
Mientras tanto, tenemos que ir a buscar arena al barranco, dice Chani.
--Chito, ¿me sacaste eso?
Coño, el puré y el caldo. (Ganó el Manchester. Final: Madrid-Manchester.)
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