La anti-antología "Bar de la ignominia".
El título y el primer cuento o relato recogido nace en José Lizundia. Una tarde en el tiempo, un suceso real, adjetivado como wester por un lector, dispara la imaginación de nuestro autor y escribe un relato que recuerda, salvando distancias y estilos, "La posesión", de Isaac de Vega.
Un personaje, armado de razón y de fuerza moral, desemascara un mundo de personajillos que lo rodean, aún sabiéndose en desventaja frente a esa realidad exterior hostil.
Poco más tarde, el azar hace que Alberto Linares escriba otro cuento similar. Un personaje asediado y avasallado, pero que no se deja avasallar sino que planta cara a los trepas e indeseables que lo rodean. El estilo es airado, pero con los pies en la tierra, hablando con la claridad de quien sabe que su palabra es auténtica.
Este es el germen de esa colección de cuentos, donde más que el autor importa la escritura. Aunque, por supuesto, no cualquier autor es digno hacedor de la escritura. Ahí es donde entra el antólogo. Sin consideración al cupo y proporcionalidad sexual. Si ho hay mujeres, no las hay, y punto. Si las hubiera, pase usted, señora.
(Aclaración para los amigos autores).
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