domingo, 3 de enero de 2021

comienzo de año

 En una de las visitas a Igueste, Isaac de Vega dijo que, que aunque estuviera en una nave espacial perdida en el espacio, sin posibilidad ninguna de que nadie lo leyese, él seguiría escribiendo. Eso quizá signifique que escribir era el alimento de su vida. Cosa contraria a la de un personaje de un cuento de Rubem Fonseca, que decía que escribir era una fatiga, que a nadie le gustaba escribir --escribir en serio-- y mentía quien dijera lo contrario. Media fatiga es volver una vez y otra con lo que ya está escrito y procurar mejorarlo, a veces pensando que el sacrificio vale la pena y otras sintiendo que, en el mejor de los casos, puede quedar bien pero que no será nada nuevo bajo el Sol. Además el fenómeno literario me recuerda el cuento que contó una tarde Ramón Trujillo, profesor de semántica. El de un judío al que le habían puesto una señal en la puerta para ir de noche a matarlo. El judío pintó la misma señal en todas las puertas. La señal perdió valor. Lo mismo pasa con los géneros literarios. La inflación de obras desvaloriza el conjunto, y la parte que vale la pena muchas veces queda sepultada por el entullo. Y más si trabajas lejos de las zonas de influencia. Galdós de haberse quedado en Canarias, no sería hoy el autor reconocido que es. Alonso Quesada también fue a Madrid a buscarse un sitio como poeta, pero entre que el dinero se le acabó y el negocio cultural le asqueó, volvió a la isla y tuvo que alejarse de donde se cortaba el bacalao.

En fin, elucubraciones. La vida hay que observarla y bailarla sin demasiadas elucubraciones. Ir al grano y sencillamente molerlo, como se pueda. 

Juan me informa de que Lanzarote le debe el nombre a Lancelloto Malocelo, navegante genovés del siglo XIV. Por lo suelos ha quedado la idea de que se lo debía al amante de Ginebra, la esposa del rey Arturo. ¿La madame Bovary o la Emma Ozores de la época? En aquella mesa redonda rondaba la bruja Morgana; a madame Bovary el prestamista y a Emma el otro enamorado, el enamorado frustrado y dominado por su madre, el magistral de Vetusta. Ahora, si se impone el poliamor, habrá que cambiar la cuestión del engaño, más poliédrica, quizá más Decamerón, y el drama pase a ópera de polichinelas. Habrá que ver.

Días de fiesta. ¿no sé dónde? La calle es un muermo estos días. Foguetes en nochevieja, que obligaron al perro de Miguelito a esconderse debajo de la cama, y para de contar. Y encima visitas familiares para cumplir con el compromiso. ¿Qué compromiso? Da igual, inventos humanos.

Un amigo de hospital en hospital y una amiga sufriendo putrefacciones. Espero que llegue el Buey.

Tedio, pero por lo menos un tedio más seco, sin la molesta y fría humedad.

Guerrero rima con pendejo. 

Bueno, la agenda de Sita ya salió de imprenta. Una buena noticia. Hubiera preferido hacer textos más pícaros pero cuando no hay tiempo, hay que conformarse con la metafísica. El amorío platónico.


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