martes, 19 de enero de 2021

silencio

Uno suele engolosinarse con lo propio sin darse cuenta de lo defectuoso que puede estar. La propia mierda no le molesta a uno mismo, pero cuando vas a compartir esa mierda, conviene que no tenga olores dañinos y contaminantes. Debes convertirla en mierda de burro (que es oro para la tierra) o retirarte. El sueño de hoy y el de ayer tiene ciertos avisos. En el de hoy yo hacía un negocio con una mujer joven, rubia. Íbamos desde el puente Zurita hacia Los Campitos a buscar parte del material que faltaba de algo, alimentos normales, que me había vendido. En su coche, rojo, brillante, impoluto. Anteriormente me dijo que no le había pagado lo que ya me había dado, y yo le dije que sí, y ella que no, y yo le dije "pues no te voy a pagar dos veces", pero luego decidí pagarle, pues no recordaba bien si lo había hecho. Subíamos y mi lengua se puso boba, en plan ligón. A medio camino paraba a la altura de Barrio Nuevo, en la carretera, donde su madre y unas tías tenían una tasca. Llegó otro coche y se bajó la poeta Carmen Paloma, con quien no tengo mucha amistad pero sí confianza amistosa. Fui a saludarla con un beso en la mejilla y apartó la cara. Seria, me dijo que ella no besaba hombres, porque los hombres podían contagiarla. Qué palo. Cuando fui a subirme de nuevo en el coche de la que me vendió los comestibles (recuerdo especialmente botellas de leche, blancas las botellas, como la ballena blanca) resulta que no pude entrar porque había echado el seguro de las puertas. Y no sólo eso, el coche ya no era de lujo, rojo y brillante, sino una especie de vulgar jeep furgoneta con rejas que impedían el paso. "Espérate aquí que voy a buscar eso y vuelvo". Y se fue. Yo me quedé en la tasca de la madre y las tías, con hambre, pero allí sólo tenían alimentos rancios y cerca no había ningún otro sitio donde comer decentemente. En medio del viaje con ella recordé que podía haberle pagado a su padre, que lo llamara, y lo llamó por el móvil pero no hubo contestación.

La mierda del sueño de ayer me indica también el error que he estado cometiendo en el trabajo con Vertical blues. Hoy al despertar se me iluminó el caso. Vi los episodios que desafinan y que hay que tirar a la papelera. Es como si en medio de un réquiem de Mozart sonara "dónde estará mi carro" y cosas así. Hay que quitar esa mierda para levantar la tienda. En fin, darse cuenta a tiempo es el principio de llegar a buen puerto. Eso espero.

Le sugerí a una persona amiga que tuviese un tiempo de silencio. Me aplico el cuento. Eliminar la diarrea a tiempo es sensatez. En cuanto a la escritura, la medicina es el silencio. Un tiempo de silencio.  

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