miércoles, 6 de enero de 2021

--La muerte juguetea con su presa antes de devorarla. --Schopenhauer.

Parece que está hablando de un gato. 

Me acuerdo del gato Lucas. Como jugó con la rata antes de... Una rata que se había colado por el techo.

El día de Reyes empieza bien, con Kiko Rivera vestido a toda gala de Melchor, imantando a la multitud. Algo debe de tener el hombre cuando lo bendicen.

Y hoy carnaval en EE UU, con muerte incluida. Quien muere protagoniza la escena, a menos que asistamos a una opereta, donde el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Cada cual con su bollo. Unos jugando a ser justicieros y otros a ser forajidos. Y las campanas sonando Frere Jacques, frere Jacques, ding dong dang, dorme vous...

Bajo el volcán. Lenta relectura. La exige la novela. Así tuvo que defenderla Lowry, cuando aún era un triste borrador leído por dos lectores demasiado apresurados. No hay nada que sobre ahí dentro, todo está encadenado como las piezas de un reloj. El reloj que da la hora en la casa de los locos. 

--Sí, es un borracho lo que estoy narrando, pero no es sólo la borrachera del Cónsul lo que estoy narrando, es la borrachera del mundo.

Una borrachera dominada por babas oscuras en subterráneos pringosos, sobre los que mueren jardines abandonados o pisoteados. Que la novela ocurra el día de difuntos es una elección meditada. Las manos de Orlac no es sólo una película, un cartel en un cine; es la imposibilidad del Cónsul de asumir el engaño de su hermano con su mujer... pero ¿acaso nunca comprendió ese hombre que el atlético hermano, frente a él, entregado al mezcal y al fracaso...

Hago tiempo para recogerme. Cada vez me llaman más los poemas de Candelaria Villavicencio. Esta mujer está logrando un gran arte. Su oponente es una multitud que se acerca al Melchor de pacotilla, pero la feria es la feria, y sólo los que sepan entrar en la feria sacarán algo en claro. Pero hay una voz que habla, casi como si repitiese las palabras del cuervo en el poema de Poe. Nunca más. 

No hay comentarios: