Juan Royo, autor de Puerto Santo, me corrige un aspecto importante sobre (me atrevo a decirlo así) la etiología en la construcción de la obra:
--En 1898, perdida de guerra de Cuba, los Estados Unidos amenazaron con invadir Canarias. Eso fue real. En Las Palmas la gente oyó a Teror por miedo a ser bombardeados antes de la invasión. También está documentado. En Tenerife no fue tan notorio, pero se vivieron momentos de pánico. Así que Puerto Santo no fue pura imaginación.
Añade:
--La llamé Puerto Santo porque me dio que pudiesen decirme que lo que yo atribuía a Santa Cruz había sucedido en realidad en Las Palmas.
Dice que su novela no es pura imaginación, sino solo a medias.
No hay, sin embargo --pienso--, solo una mediana sino importante imaginación, una ficción narrativa devora los componentes históricos, lo que ocurre también en Fulgor del barranco y La gesta. No así en Carnaval amargo, donde la historia real es la principal fuente en el esqueleto y los detalles de la obra.
El primer personaje, visualmente ridículo y narcisista categórico, es el peninsular. Lo vemos desembarcando en el puerto y dirigiéndose pomposamente al palacio del marqués de Cartaya. Hay una conversación privada que no conocemos pero intuimos. A raíz de ese encuentro el marqués decide abandonar la ciudad en cuatro carros. Es el inicio de una gran escapada. La segunda la vemos en los ricos y colonizadores ingleses que todos los domingos acuden a la elegante iglesia anglicana, iglesia vallada para para que sus feligreses no sean presa de curiosidades ajenas. La aparición del pescador Sebastián, héroe de la trama, nos introduce en la interioridad de una casa habitada por ingleses. Allí el pescador vende pescado, hechizado por la dama británica... encantado con el perfume que fluye de esa blanca mujer. En el ladio contrario, en la simbología y en la realidad, está la humilde casa del pescador, con una esposa a la que Sebastián no mira con buenos ojos. Esta mujer también decide huir y deja solo a su marido. Otros que huyen, cargando con las rotativas, son los del periódico de la ciudad, después de un editorial que canta, de cien años antes, las hazañas bélicas contra el almirante Nelson.
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