jueves, 19 de agosto de 2021

antes del viaje a la Gomera

 --Me dijeron que te vas para la Gomera?

--Sí, el sábado.

--¿Y no me llevas?

--Vigílame a Nicolás. 

Eso quiere decir que Jely no me va a llevar con ella a la Gomera. Ni a escondidas de Nicolás.

Ya le haré informes diarios. Hoy estuvo tres horas seguidas en la ventana del vigía. Luego vino a contarme lo que hace un loco bajito y flaco con traje de mallas que se pone a recoger colillas en los jardines y luego se va en una bicicleta pequeña, de niño, amarilla. Y dice más de cinco veces ¿Me estás escuchando? Es hombre de frases hechas. Esta vez no dijo Venga, tú.  

--Bueno, me voy porque veo que estás escribiendo. ¿Me estás escuchando?

Apago la máquina. Qué voy a escribir estando él ahí hablando de que el Flecha, el lagarto jefe, aún está con el rabo cortado y enseñándome un wasap con un talibán golpeando, con suavidad, la cabeza de una mujer con velo.

--Eso mismo debías hacerle tú a tu mujer.

--Tú estás loco, Jesús. Yo no soy de esos. ¿Qué voy a hacer yo aquí solo? Por lo menos tendré menos platos que fregar. ¿Estás escuchando?

Más tarde me visita Fortín, cachorro de hombre, el que presume de mujer guapa. Su mujer no me visita. Ya me lo decía doña Rebeca:

--Que una mujer entre en la casa de un hombre que vive solo es sospechosa aunque sea inocente.

Ella no era inocente. Lástima que se fuera tan pronto. Su compañía era agradable y sus cuentos gomeros también. 

Qué lastima que no sea Nicolás el que se vaya a la Gomera.

 

El trabajo con Injertos sigue su marcha. Es un poco incómodo trabajar sin porvenir, sin provecho material, pero como decía aquel, que la muerte cuando venga me coja trabajando. Era un cineasta. Fassbinder. Roger lo admiraba. 


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