No me quiero tuyo,
ni mío, ni de nadie.
Ni de Belén Esteban
ni de mi madre.
Ya estoy prisionero
de contar los cuentos,
no me des más sogas
¿de acuerdo?
Fui emperador,
soy ermitaño,
fue una locura
hacer tanto daño.
Creí que era mío
el agua del pantano.
Me la bebí toda
y quedé baldado.
Ya colgué las botas
y quité el pañuelo,
de paja barata
me queda el sombrero.
La saludo a Jely
y a la bailarina,
y a la forma griega
de otra vecina.
No es mío el saludo,
no es mío el contento.
Despierta que ya amanece
sobre las flores del huerto.
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