domingo, 1 de agosto de 2021

el vampiro dialéctico e Hijoputa

 Gustavo Bueno poco menos, o más, pedía que en España hubiese medio millón de buenistas para solucionar la cortedad cretina y simplona de esa nación. En España no hubo un Descartes --dijo-- porque la Inquisición estaba lleno de filósofos racionalistas que quemaban sin parar en barras a las irracionales, mentalmente descarriadas y pornográficas brujas. Desgraciadamente --sigo con Bueno-- lo que abunda en España son gente de ese tipo, lectores de pornografía que cuando él dice una gran verdad le embadurnan el coche con pintura negra. La Inquisición al revés, digo yo, siguiendo el hilo de su razonamiento, o lo que veo de ese hilo, que debe de ser muy largo y cualquiera se mete con el filósofo. Te come el alma. El alma en la que tú crees y que no es sino un cuento teológico, una metafísica del poder político para seguir comiéndote el cuerpo, que es lo real, que es lo que importa.

Esto es como lo oyó un ignorante que lee pornografía. A mi cuñado le pedí un libro de Sade que me había prestado en illo tempore. Se lo pedí convencido de que iba a pasar del asunto después de la discusión --procuré ser diplomático; la diplomacia es señal de debilidad, de no tener armas ni fuerza para entrar en guerra. O simplemente un recurso para evitar una guerra que no va a ser beneficiosa--. Pero me equivoqué. El buen hombre se ofreció a traerme a domicilio lo que le pedí. No le dije sin embargo que el libro que yo quería ver era Saló o los 120 últimos días de Sodoma, del cual Agosta escribe es un eco actualizado. Me trajo Juliette. Poco que ver el estilo de esta novela con la otra. Saló es crónica fría. Julieta es lírica caliente. En fin, no la conocía y por lo menos la puedo hojear. 

Vuelvo al buen Gustavo. Un racionalista lírico. Tiene sus golpes. Cuenta que en una conferencia alguien del público se estaba sonriendo de lo que él decía. Paró el discurso y dijo:

--Y a quien se está sonriendo le digo que yo me sonrío de su puta madre.

Dejo a Bueno. Oro puro en una mina de personajes de novela porno dialéctica. El materialista vampiro que le saca la sangre a la metafísica y la deja sin recursos. ¿Su sistema binario se olvida de que no hay dos sin tres? No sé. 

Me quedé sin cigarros. Nicolás me pidió uno esta tarde, le dije que cogiera dos y cogió tres. Los tres que me faltan ahora para llegar al alba sin mono. En fin, cuando no hay, no hay.

Ayer quiso espantar al gato que visita nuestra parte de la calle. Está convencido de que fue el que le quitó el rabo al lagarto Flecha. Se lo impedí. Le hice un panegírico del felino, del que nos visita, que lo dejó convencido. Le dije que le pusiera un nombre.

--Hijoputa.

Ya tiene nombre. Ya es de la familia. Hijoputa retozaba hoy junto al galán de noche. Luego, como si nada, subió en un segundo tres metros de pared. Buen gato. 

 ***

6:04 a.m. Me fui otra vez a Bueno. Está vez un bueno distinto, más bueno, sin los dientes afilados con que sale en La Clave (el programa del fumador de cachimba), afilados y sucios. Y cara de león  rugiento. Esta vez no. Dentadura postiza, discretamente señalada tras el labio inferior, dientes pequeños y blancos inmaculados. Ya pasó la época en que no gastaba tiempo en limpiarse los dientes. Y usando dos gafas. Una ordinaria y otra para leer. La charla contestaba a una pregunta que le hacían sobre el materialismo del filósofo idealista Schopenhauer. Curiosa la cosa. Si en carácter hay dos gemelos siameses, son Bueno y Schopenhauer. El filósofo de Zo.0. Huraños y combativos. Defensores de sí mismo y de su territorio como hombres libres. En esta charla está más tranquilo. Desarrolla una respuesta a la pregunta con una precisión matemática extraordinaria. Facilita seguir el hilo. Da una importancia relevante a la inquina de Schopenhauer contra Hegel. Yo algo la conocía porque la vi un día por aquí. Y la llevé a Vertical. Aparece en algo que cuenta Merlín (personaje de Vertical) en La Buhardilla, lugar de reunión de escritores, traficantes y una camarera sin nombre. Esta camarera la puse como bulto. Alguien tenía que estar en la barra. Poco a poco fue cogiendo importancia. Como ese personaje pequeño de cualquier cuadro, casi escondido, que sin embargo explica de un modo simple la complejidad de la historia. También me llamó la atención que hablara de los espejos en la filosofía del alemán. El espejo, el visor y la pantalla son objetos que marcan Vertical. La miro y parece una obra a medio hacer. Tiene su cosa una obra a medio hacer. Eso está en uno de los cuentos de Injertos. Un albañil, y un marido y su mujer. El albañil mata al marido y folla con la mujer. Ella encantada. El albañil tiene carácter. El otro es un cebollino. El criminal (es un cuento tebeo) mete al fiambre en un hoyo de la obra. Oyendo a Bueno, en su tiempo de malo y en su tiempo de bueno, ese hoyo será cimiento de una columna. El crimen lo justifica un reproche que el cebollino le hace al albañil a cuenta de una vigas. El motivo real es la atracción mutua entre el albañil y la mujer. Como en el cartero llama dos veces. Pero con final feliz. El único personaje con final a secas es el asesinado, durmiendo bajo la columna que sostiene la viga. En fin. A ver si abre Ibrahim. 

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