miércoles, 11 de agosto de 2021

 Cierta similitud hay entre la historia de Ester con el rey Asuero (en la Biblia) y la de Julia con don Gerardo (en Dime que no es verdad). En el Libro de Ester los condenados a muerte son los judíos. En la novela de Ana Beltrán, los republicanos. Tanto Julia como Ester son forzadas por el hombre. Ester en calidad de concubina. La repugnancia que el hombre --el rey en un caso y el cacique en otro-- provocan en la mujer, es expresada en Julia con el vomito. Ester usa una comparación no menos escatológica:

--Me repugna como pañito de mujer indispuesta.

El desenlace es diferente. Ester sí acepta la Marañuela. La Marañuela en la novela es la casa y finca que don Gerardo deja en herencia a Julia, y que ella no acepta. Amán, el segundo de a bordo del rey Asuero, que con métodos parecidos a los de Inés en la novela, quiere aniquilar a los judíos, es él el aniquilado. Ester le pide al rey que lo ahorque y maté a sus hijos y ponga los cadáveres de sus hijos en la misma horca. Julia nunca hubiera hecho esto. No lo hizo con Inés. Se conformó con desenmascararla.

El papel del rey Asuero en la continuación del Libro de Ester, en la novela de Ana Beltrán lo cumple --en esencia, casi al pie de la letra-- don Diego, el hijo de don Gerardo, el nuevo amo del Valle una vez fallecido su progenitor. De él sí acepta Julia la casa y finca de la Marañuela, con siervos que trabajan la tierra y la entrañable criada Carmita, que se ocupa de los menesteres de la casa, incluido tapar los espejos en días de tormenta.

Una cosa echo en falta en la novela. No se nombran los sombreros. Si aparece en la portada: Julia va por el camino que la lleva a la casa del Pedregal. Una ajustada y larga trenza cae sobre su espalda. Su mano derecha sujeta una pamela. (La foto de la portada es de Sayda García, y la modelo es Ainhoa Pérez del Barrio.)

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En la escalinata de Ibrahim dicen que va a caer una que te cagas porque las moscas están inquietas.    

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