martes, 7 de noviembre de 2017

Pepe:

retomo el blog porque aquí me expreso más desenvuelto. Corro el riesgo de alargarme, pero es lo que hay. Hoy rayos y lluvia. Aire limpio. Nada que ver con Bar España. Anoche leí un cuento de Fonseca. Una niña violada, y el padre y el tío hacen justicia. Vale la pena volver al brasileño. Nada de rodeos. Una amiga me habló de su tormento. No especificó, pero fue convincente. Ese tormento existe. Es el de todos nosotros. Conviene bajar a tierra y verlo de frente. Mi tormento es que no dejo de fumar, y el buen humo se me acabó. El wasap no funciona. Bueno, tormentos de andar por casa. Y el inevitable siempre: la soledad cósmica.
La fuente de la fuerza y de la debilidad, del valor y de la cobardía, del amor o del odio. Lo que sea, menos vivir a medias tintas. Las medias tintas desgastan. Las medias tintas en el sexo, en la amistad y en los negocios.
En lo sexual, qué fracaso, Pepe. No aparecen sino pájaros volando. Y llámame Bestia. Sobran las zalemas. En el amor, en la amistad y en el sexo.
En la amistad bien. Sé que si pido socorro, mis amigos acudirán a socorrerme. Y por mi parte lo mismo.
En los negocios mal. El amor y los negocios es un matrimonio indisoluble. Pascal se equivocó. Sin amor no hay buen negocio y sin buen negocio no hay buen amor. Apúntalo en el himno de PepeChito. Ay, amigo indisoluble, PepeChito está ligado a Nguyen como la lluvia a la tierra. Nosotros somos lluvia y ella es tierra. Sin ella, caemos al mar. Hacemos un servicio pero no un milagro.
Hay que encontrarla. Oigo su llamada.

Chito

y permite que de posdata
te dé un poco más de lata
pues un poema de Arroyo
me tiene envuelto en un pollo
de la tierra maragata.

Dice el insigne poeta que no es moneda de cambio la poesía.
Arroyo siempre dice lo opuesto a la verdad.
No todos logran esa hazaña del verbo.

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