miércoles, 30 de septiembre de 2015

mea culpa

--Es una falta de respeto.
Me lo dice otro y lo mando al carajo. Aquí la moda es que los ofendedores se ofendan cuando le responden con la misma moneda. Es un caso de jerarquía social. El que está por encima tiene derecho a ofender pero cuidado si le devuelves la ofensa. El crepitar de dientes te joderá el alma. A menos que te encuentres en un lugar donde el otro no te afecte. 
En este caso, la rambla iluminada por un buen sol, no es lo mismo. Quien lo dice es amiga a quien quiero con todo el corazón y que nunca me ha ofendido. Me hace meditar. O el arte o la amistad. No es fácil la solución. Sin imaginación no hay arte, y lo que sucede en la imaginación escapa del respeto humano. Pero la amistad sí exige respeto. El amor sin respeto se desconcha.
En menudo dilema estoy metido.
No es fácil la solución. La necesidad de no darle valor al respeto en relación conmigo mismo ¿me libra de extender loa regla a las personas que quiero, personas que que si tengo sed seguro que me dan un vaso de agua?
¿Cómo puedo dañar a quien amo?

No tengo solución. 

martes, 29 de septiembre de 2015

De dónde cuelgan los poetas?

El poeta es hoy la carta El Colgado. Habrá que meditar sobre este naipe del Tarot. La figura pierde el dinero y pierde la compostura. Colgarse de un pie en la rama de un árbol no es serio. 
Ahora coloreo los naipes, tamaños cartas españolas. El tamaño sí importa, pero en este caso importa más el color. La relación entre los naipes es también una relación de colores. Si se aísla un color y se borra lo demás en cada carta, veremos una letra de un alfabeto.Por ejemplo elrojo. Si aislamos el azul, otra letra de otro alfabeto. La investigación atavica sigue su curso.
En Cataluña no sé. Mas que menos la cosa se está pareciendo a una opereta. No sé si entonando un adiós a España o un adiós a la independencia. En este mundo robótico da lo mismo una cosa que otra. El final es el mismo. Más de lo mismo.
Berto me llama. Me cuenta secretos porque dice que ahora tengo más temple en el blog. Sí, no cuento el secreto que me contó. Me preguntó por Marcelino y por Ramón. Y me dijo que de vez en cuando le sale una amante ocasional. En eso me gana. Yo estoy en dique seco. No sé si con ganas de salir del amor platónico y lanzarme al mar aristotelico.

Sueño: Me visitan mis discípulos. Hacen un cuadro maravilloso. Lo firmo yo. Hago el amor. No diré si con el cuadro o con cual o cuala del dúo discipular. Son encantadores.Los tres.  

domingo, 27 de septiembre de 2015

tolete

Hoy San andrés. Misa por mi padre, mi mujer y --la añadió mi hermana-- mi madre, en estado difunto los tres. Que no se sabe bien lo que es eso. Yo no lo sé bien. La misa es magia. No es ciencia. La magia mandaba dejar para otra ocasión a mi madre, a quién hay que darle de comer en otras alturas. Mujer de poder. Fabricaba unos mojos que me dejaban la pinga como si hubiese masticado un kilo de viagras. Echo de menos esos mojos. Por eso era la misa aparte. A ver si me libera de la atadura de mi cuñado --ahora quiere darme tres clases de acuarela-- y hacemos lo que teníamos que haber hecho cuando estaba ella con vida, sin tener que esperar a yo morirme para resolver enigmas del pasado. En fin, le dije --a mi cuñado-- que si quería le daba yo tres clases a él. Buf, menos mal que dijo no. Un buen maestro es quien sólo recibe discípulos que lo pueden superar. Yo tengo dos. El hermafrodita JRamallo y la andrógino Nguyen. Picasso no es discípulo. Todavía. Todavía sigo siendo yo discípulo dél. Ya lo superaré.
De Leonardo, lo comprendo. Sin mierda alrededor, no hay pintura que valga. Pero esto no lo comprende mi secretaria. Mañana toca comida. Hoy me visitó por sorpresa. No me dio tiempo de recoger el patio. Lo tengo lleno de mujeres. Estoy configurando una frankensteín ideal para mí. Mientras tanto, sigo con la serie de mi hermana. Mi hermana fue una belleza. Donde hubo algo queda. Ya no estoy enamorado de mi hermana pero me jode que diga que un tolete como yo también puede darle clase a la eminencia de su marido. Tolete, ya me gustaría a mí ser un tolete. O por lo menos, que sólo el tolete sea lo que me quede de conciencia humana. 

Con el tolete bien refugiado
el arte queda garantizado.

Etc.  

sábado, 26 de septiembre de 2015

hasta otra, Salva Li.

Iba sin rumbo por la calle
con un libro de versos en un bolsillo.
Lo tomé como un talismán.
¿Adónde voy yo?, pregunté
al libro y lo abrí al azar.

El pájaro poeta cantaba bien,
entonado, armonioso,
incluso con aire de filósofo
en algunos versos pares.

Pero no decían verdad, no tenía
corazón latiente, era un pájaro
mecánico. A veces daba el pego
pero no era un pájaro real.

¿Dónde está el pájaro real?
Sí, ya lo sé, vive dentro de mí
pero poco a poco su canto
es un trino mecánico.

Le he quitado las pilas.
El silencio le sienta bien.

También silencio necesita
el libro de poemas.



No sé por qué pasé yo ayer por la presentación del libro de poemas. El autor fue gran amigo en otros tiempos. Cuando un amigo se va, a veces es mejor el lugar vacío que deja en uno. Porque el no vacío son desencuentros. La poesía nos separó. Yo elegí un camino y él otro. Su camino no me interesó demasiado. Sin sintonía poética, la amistad decae. Decayó. Descanse en paz. Pero me hubiese ganado el día si el libro me hubiese entusiasmado un poquito. Nada. Lo poco que hubo ya se fue. Y el prologo informa mal o el prologuista está mal informado. Cierto manifiesto lo escribimos juntos el autor y yo en la alegre juventud. Que no se me nombre es un honor. Que se ponga otro autor en mi lugar, es un honor mayor. Ayuda a perder eso que llaman personalidad, y que no son sino grilletes en las patas. Personalidad voy perdiéndola poco a poco. Gracias a Dios. Todavía me molesta un tanto algunos comentarios del bueno de mi cuñado. Es maricón reprimido y supongo que está enamorado de mí. No pierde ocasión de tocarme los huevos. Es la única parte donde conservo todavía cierta personalidad.
Bueno. Tiempo al tiempo.

Como dije, Dalí bajó de su gloria, me visitó en el patio de mi casa, y compartimos cuadro. El beso real. Técnica mixta sobre madera. Ya con don Tigre hicimos correcciones, borrados y añadidos a Dalí, pero sin su permiso, sin él estar presente.
No vino como Orlando Cova, cuando estaba en este barrio y me recriminó quién era yo para correguirle sus versos. ¿Entonces el tonto dél pa qué me los dio? Seguramente para que le dijera, oh qué gran poeta eres. No hice esa bellaquería. No adorno con palabras sino bellos oídos. El de Orlando lo tenía encasquetado. Le dejé el libro d poemas hecho un cromo y él lo dejó otra vez como estaba, sin pena ni gloria. Dalí es otro cantar. Aunque mi maestra lo denoste, el hombre pintor tiene gran mérito. Sabe matemáticas. Vino de maestro y salió discípulo. En cuanto acabamos una botella de escocés muy bueno, se fue a su gloria a buscar a Gala. La echaba de menos. Qué hombre más perdido el hombre enamorado. Dijo que quería pintarla otra vez. Con mi estilo. No le será difícil. Mi estilo es sencillo, como el agua que está lloviendo.  

viernes, 25 de septiembre de 2015

caso real

El beso real ya está en el camino idóneo, el que conduce a la claridad, a la luz. La verdad no es agradable pero es la verdad, y por eso es bella. Aunque no sé si es verdad o no lo que hay en el cuadro. Una teta dorada de la Reina. El Rey cubriéndole con la mano el otro pecho. En otro plano, fuera de palacio, el Rey recibe a la ministra encantadora Soraya. Arriba, ocupando un gran recuadro, la cara de una muñeca burlona. Enseña la lengua. lengua catalana. Está en la zona de Cataluña, en el mapa. En Castilla, dos amantes del Rey lo aguardan en amenos lugares. Son ninfas del Rey. La Reina tiene otras ocupaciones. Consejeros escondidos vigilan y la informan de todo. Estamos en buenas manos.
Lo de Cataluña solo es lengua. La verdad es España. Viva España.
Buen cuadro, Dalí desposeído de Gala. Dalí sin galas. Dalí en estado salvaje, buscando la claridad del caos. La luz en las tinieblas. No era mal pintor este Dali. Tenía su cosa. Ahora tiene más, gracias a mí. Mi madre, qué responsabilidad.  

jueves, 24 de septiembre de 2015

líneas de rigor

Cinco Líneas. Diez Líneas. Me las piden de New York. Tengo que contestar. Mañana contesto oficial. Hoy hago amagos, como dice Salomón. Me puse a pintar porque soñé con cuadros míos que, por supuesto, yo nunca había pintado. De escolar intenté un dibujo coloreado de una farola, por motivo de la navidad. Tres días pintando la farola. Tres días dejándola como estaba la de la postal, que era la que copiaba. Doña Elvira, la profesora preingreso al bachillerato, vio la farola, dijo esto qué es, con desdén, y la tiró pa un lado. Se me apagó la pasión de pintar más nada. Hasta que la fiebre del mediodía, eso que dicen los franceses, me dio por despertar este arte. Ahora estoy con un cuadtro que se llama El beso real. También, el motivo principal, está sacado de una foto. Pero dibujado con caligrafía propia. Esto no es una pipa, tituló su cuadro con una pipa aquel pintor galo. Digamos que en el cuadro no está ni Letizia ni Felipe de Borbón. Pero supongamos que sí están. Porque si no se da ese supuesto, ninguna gracia tiene el cuadro. Pa eso pinta uno locuras abstractas, donde no hay nada y lo hay todo. En este mi cuadro, que tengo al lado del del pintor flamenco (tengo que investigar quién es), hay malos cálculos que ya están aposentados y la única solución es acertar con el color y el tono en cada zona. Nguyen habla de las medidas exactas que debe cuadrar el pintor antes de destapar el tubo y ponerse a con el lienzo. Ya que ahora no cobijo de verdad, cobijo con la reina en la imaginación. No otra cosa es la pintura. Sí, conocimiento y poesía, pero eso se da por supuesto. Un maestro como yo está ya por encima de la poesía y el conocimiento. Dios es poderoso. El es el Maestro. 
Viejo, mañana las líneas de rigor,

martes, 22 de septiembre de 2015

esperando la magia

La otra noche me visitó Mondrian. Lo adopté de maestro varios meses que estuve en arresto en Santa Bárbara. Todo lo que pudiera servir de soporte lo pintaba con cuadraditos de colores. Rústica la cosa. sin la teosofica aristocracia del maestro. Ayer vino a ver cómo me iba. Le conté. Estuvimos hablando. Vio el cuadro de una serie que inicié, de soporte con marco que me dio mi hermana y me dijo que me daba otros. El cuadro lo pinté yo, con mi manos, con mis emociones, con mi obediencia humilde al color, pero quien estaba en mi mano, en mi emoción y en mi obediencia, no era yo, sino un pintor flamenco, anterior en el tiempo, no mucho, a Leonardo. Es un cuadro en el que domina la línea oblicua, y cumple con los efectos que busco en un cuadro. No una imagen fija sino varias imágenes que se suceden a la vista de un observador sensible. Como una película. Pinto el movimiento. Lo mismo si el maestro era Munch, o Picasso (inventor del movimiento real en la pintura; Leonardo quiso pero sus escenas se quedan congeladas, un fotograma que sólo avanza en la imaginación). En Picasso avanza en la realidad, las figuras no están quietas. A Nguyen seguro que le sorprendería ese cuadro. Ella dice que soy un buen pintor. Si mi maestra lo dice, usted cállese la boca. También lo dice Marcelino. Pero sin autoridad. A veces pienso que el canalla sabe que mis cuadros se van a cotizar un huevo y siempre que me coge despistado me pide que le regale uno. Si es por él, tiene una colección de chitos en la casa. 
Mi amiga... me dijo ayer que los gatos de tres colores traen buena suerte. Así estoy yo, que tengo que controlar la buena suerte, guardar sobriedad y compostura. Sin sobriedad un hombre de poder se convierte en un pelele. 
El gato Lucas, me fijo bien, tiene tres colores. Blanco de nieve no hollada. Canelo de cogollo en su momento de cosecha. Y pardo atiguerado. Gato de buena suerte. Ya me extrañaba que cambiase mi proceder con el inquilino. Dejé de insultarlo en arameo cuando me mordía. Ahora le hablo una jerga entre el hebreo y el árabe. Una cosa mixta. Difícil en la efímera realidad de los hombres, pero eterna en la cabeza de Dios. Dios nos guarde.

Viejo, estoy decidido a volver a Santa Bárbara. Unos días, ¿vale? O conecto con mi hermana, que es buena cocinera, no tanto como lo fue mi madre, o con el maestro Jabalí y contigo para transporte, o con Carmen... El caso es que tengo que llevar una comprita del súper. No sólo de colores se alimenta el alma del artista.
Nos vemos. No te olvides de la magia.

lunes, 21 de septiembre de 2015

carta a una conocida

Soray:
Admiro tu cuerpo de mujer, pero me descoloca tu insensatez e insolencia de niñata. Esa curva orgullosa me hace gracia a la vista, pero lo que provoca me da por los timbales cuando me vienen tus repelentes efluvios de neurótica. En fin, dejo los asuntos personales que no le interesan a nadie y me ocupo de los generales, como se ocupó Descartes y Hegel, hasta que vino Kierkegard y se tiró un pedo. Qué pestazo.
Lo que tiene dentro cada persona humana no me interesa. Me interesa lo que le llega de fuera, lo que nos llega a todos, tarde o temprano. 
Me importa un bledo si aquí somos retrasados o caminamos al revés. Un envidioso canario no es quien desea la prosperidad o el buen talante --estilo Zapatero-- de quien está por encima de él. No. Aquí el envidioso lo es de quien está por debajo. ¿Cómo ese individuo --reza el envidioso-- que tiene menos dinero que yo y es menos inteligente que yo, puede vivir tan tranquilo? Y aquí tenemos al gran hombre envidiando al pequeño humano que comete la osadía de estar tan tranquilo, siendo tan pobre y tan tonto. Con el que está por encima el isleño no sufre envidia, sino admiración de vasallo. En fin, un día explotarán los volcanes, el mar enfurecido se vengará de los atropellos y entonces dejaremos de jodernos.
La mentecata a la que le perdí la confianza, dejará de estar mirando por el ojo de la cerradura. No porque le metan una aguja en el globo ocular y se lo dejen vacío. Usará el otro ojo para seguir vigilando. No por eso, sino porque mal de muchos consuelo de mentecatas. Sigue así, divina proporción.
En política, los catalanes. Los no catalanes demuestran, con metafisica y física cuántica, que la propuesta independentista es una equivocación. Ahora hace falta que se enteren los catalanes, y no caigan en el abismo, los pobres.
Los sirios con Merkel compasiva con la foto del niño muerto. Pero los niños muertos duran poco. 
Todo dura poco. Y tú, Soray, no te enteras. No importa. Estás muy buena. Iré a verte esta noche. Prepara el baño con sales. 
Espérame y recíbeme como tú sabes. Que eso sí que sabes. 
Hasta la noche. 

domingo, 20 de septiembre de 2015

después de colocar fotos en papel cuché sobre paisajes impresionistas o psicodélicos

Cada vez soy más romano.
Te amo como Catulo
amó a la traviesa Lesbia.
Cada vez soy más español,
te amo como el capitán Trueno
amaba a Sígrid,
hermosa y radiante reina de Thule.
Cada vez soy más árabe,
te amo como un comerciante de camellos
amaba a la preferida del sultán
de Bagdad. Cada vez soy más judío,
te amo como José amó a María
y me amo a mí mismo
como Dios amó a Abraham.


sábado, 19 de septiembre de 2015

antes de comprar el gesso

Hoy no tengo nada que decirte.
Hoy mi amor está más mudo
que un ancla en el fondo del mar
con peces emborrachándose de fango
y más luna sobre las aguas
que silencios en mi cabeza.

Hoy no me importa la víbora enemiga
inoculando su veneno en los oídos de un amante,
sacándole los ojos, cegando su codicia.

Ayer cumplí el baño nueve,
me llevó a la playa mi secretaria,
mi cuadros --toda una semana
pariendo cuadritos como una coneja
preñada de tres conejos-- y esta mujer
amada ni mira pal amarillo, ni ve el azul
ni el color tierra con que pinto
cuando me acuerdo que amor 
es una palabra que se planta en secano.
Pero me lleva a la playa.
Vemos a Chani, olvido el bastón.
Necesito otro bastón. Otro palo.

En la puerta de arriba el Sefirad
está incompleto. No sé dónde está
la Sabiduría, pero ya tengo la Fuerza
y Yavé está conmigo. No tengo más
nada que decir. Sólo sé que te amo. 

martes, 15 de septiembre de 2015

Ático 13 (continuación)

Yo no sé si hubo otras vidas.
No las recuerdo.
Ni si alguna vez nos conocimos
y nos amamos una noche de luna,
la mar en calma. Sin mentiras.
Nos casamos. Tuvimos siete hijos.
El mayor fue un rey sensible
a las necesidades del pueblo.
El menor fue un mendigo
a quien no le faltó nunca una limosna.
Hubo, tal vez fue así, un santo,
un cocinero, un comerciante
de alfombras, y un poeta
y una danzarina. Como su madre.
No sé si todo esto fue posible
y si sucedió en la noche de los tiempos.
Nada sé. Sólo sé que te amo.




Transformar la basura, convertirla en obra de arte, es una de las estrategias de RealismoPuntoCero. Nada nuevo. Ya lo hizo Duchamp. Y antes que él, otros genios. O usar la basura como material en la obra, con lo cual la refuerzas. Ideas que, ahora que me ha dado por leer los tratados sobre pintura de Leonardo da Vinci --el libro me lo prestó mi cuñado--, descubro que nos copió inventos el pintor renacentista, el que se comportaba, en materia de arte, como un paisano pobre que va al mercado, deja que todo el mundo compre, y a última hora él compra lo que los demás han despreciado. Y antes de exponerlo en las ciudades, lo enseña en los pueblos perdidos.
Leonardo habla de materiales para fabricar colores. Uno es la mierda humana desecada a fuego lento. (Supongo que elegiría con tino al dueño de la cagada.) Otro es no sé qué mezcla bañada con orina.
Me recordó un cuento de un guineano --un hombre de genio, narrador oral-- que vi y oí una vez en La Laguna. Si hablaba de un tigre, no lo veías a él, sino a un tigre. Contó el cuento de una avispa que quería hacer miel. El maestro mielero enseñó como pudo a aquella avispa insolente y caprichosa, hasta que llegó a la última lección. Que era añadir una pizca de mierda de vaca al resto de componentes.
--¡Yo, por cuanto! ¡Yo soy muy limpia! ¡No soy una guarra, maestro jediondo!
Y guarra o no, siguió siendo avispa. La miel que quiso hacer le salió una mierda.


Recuerdo un proyecto que hice para el periódico donde trabajé. Me ascendieron a inspector de punto de venta. Viajaba por toda Asturias. El periódico me facilitó cámara de foto y revelados. Fotografié todos los animales en simbiosis con la carretera. Animales atropellados que habían quedado marcados sobre el asfalto. Bajaba de la furgoneta, hacía la foto y seguía de largo. Pero esto no era para el periódico.
Hacía poco, influenciado por un impacto de Haring --una exposición en Madrid-- que me había metido en la pintura. Comencé con los muebles de una casa llena de mugre. Usaba un cuchillo. Raspaba, rajaba, hacía líneas y planos y dibujos. Me acuerdo de uno que era un rostro. La cara del diablo.
Leonardo da Vinci lo hubiese aprobado. Mi cuñado no. Y yo, como soy esquizoide, me resbala el piropo del sabio y me afecta el salivazo del ignorante.


Luego adecenté más o menos un cuarto de la casa y ya empecé a pintar con óleo sobre tapas de grandes cajones que cogía en los almacenes del periódico y transportaba a esa casa en la furgoneta. Entonces trabajaba yo en los almacenes, degradado de categoría pero con el sueldo de corrector. Estaba harto de corregir siempre lo mismo. El almacén fue como entrar en otro mundo.
El proyecto --iniciado más tarde, en siendo inspector-- incluía un laberinto construido con bloques de periódicos.
Bueno, de aquí hasta que conocí a Jose --y a Nguyen-- y supe que había encontrado por fin a un genio como yo, pasaron muchos años. Mucho tiempo me separa de la casa mugrienta y el día de Ático 13.


ResurreAcción me resucitó, literalmente. Ático 13 me ha revolucionado. Estoy a punto de lograr los cuadros que imaginé cuando comencé con este oficio. (Mi cuñado asturiano no puso pegas, incluso me hizo el honor de que pusiera yo el nombre del propietario en el cubo de basura: El de aquí, una mosca cojonera. Hasta ayer. Ayer descubrí su secreto. Hasta me despierta cariño. Los acomplejados me despiertan cariño. Amor no. Amor le tengo a Jose (Ramallo) y Nguyen, hoy por hoy, alas de mi arte, y a Carmen, el corazón. Mis aliados más poderosos.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Ático 13 /Zona Cero.



Dónde está 
el tigre blanco?
Dónde está
la tortuga negra?
Dónde está
el dragón azul?
Dónde está
el pájaro rojo?
Qué solo estoy.
No está una mujer
a la que dije no
una mañana de otoño.
No está una mujer
a la que dije no
un mediodía de invierno.
No está una mujer
a la que dije no
una tarde de estío.

A una le quité
el corazón.
A otra le quité
la vida.
A otra le quité 
la sombra.

No está una mujer
una noche de verano.
Le ofrecí la copa
de mi sangre.
Dijo no. 
No quiso beber
con un ladrón,
con un asesino,
con un hombre
envuelto en sombra.

jueves, 10 de septiembre de 2015

ATICO 13 (entrega 2)

ACTO I
ESCENA ÚNICA
Lugar: plaza Weyler.
Tiempo: mediamañana de septiembre.

Leonardo da Vinci:
--La pintura es filosofía, poerque se ocupa de lo mismo que la filosofía: el movimiento.

Movimiento el de Nguyen entrando en la plaza. Qué esbeltez, qué donaire, qué cabellos, qué bella. Su andar semeja el balanceo de la brisa en un ramo de narcisos en el jardín. Me evoca dos versos de un poeta inglés. Traducidos:

Ella es todos los Reinos.
Quién fuera todos los Príncipes.

Sin embargo, sé que no tengo un pelo de Príncipe. Mi personaje está en otro cuento. Es mi secreto.
Entra también en la plaza Carlos Alarcón, buen amigo reciente. Amanecer de una amistad.

Leonardo:  Quién no sepa matemáticas que no se meta en pinturas. 

domingo, 6 de septiembre de 2015

Ático 13 (entrega 1)

La cuenta atrás para mí comenzó a las doce de la noche de vísperas, cuando me acosté en la cama, aparté a un lado La ciencia de los números, un libro esotérico, apagué la lámpara y cerré los ojos. Normalmente me duermo mirando cuadros que aparecen cuando la oscuridad se ilumina. A veces colores. Paisajes en que entran personas. Mujeres desconocidas que me dicen ven y yo no voy porque don Juan (el de Castaneda) decía que hay que ver esa oscuridad pero cuando quien aparece te invita a ir con él, no digas nunca que sí o te perderás en otros mundos. Esta vez fue mujer bajando una escalera la que se me presentó, la del cuadro de Marcel Duchamp. No me dio tiempo de decir no porque la presencia astral de mi cuñado me extravió de la senda del sueño y volví a la vigilia.
Por la tarde noche, después de oir a Esther Ovejero, el hombre no sé si me dio una orden, un consejo o una patada en la nariz.
--Tú dédicate a escribir y deja la pintura.
Pensé que ya me estoy haciendo un hombre hecho y derecho, abandonando la juventud alocada y con el alma poniéndose en un sitio de poder. En ese momento no me afectó la falta de visión del pobre cuñado, haciendo cuadritos que alguno le sale bonito pero que no llega ni a la esquina. Sin embargo, si me afectó.
Volví a cerrar la luz. En la oscuridad de los ojos cerrados no apareció ningún color, sino otra vez, en sordina:
--Deja la pintura. Tú no sabes pintar.
Bueno, y qué. Pintar es como cuando fumaba aquella del cuplé. Pintando espero / a la mujer que más quiero.
Cinco veces intenté abrir las puertas del descanso onírico. Cinco veces otra vez.
--Tú sabes poner las comas y la sintaxis --qué sabré yo-- pero no tienes idea de pintura.
Desistí. Amaneció. Fui al bar de Ibrahim a desayunar. Todavía cerrado. Me senté donde la cruz de metal, la que proyecta una simple sombra sobre una pared blanca. Cerca del paso de peatones... Una berlingo se detuvo.
--¿Estás enfermo? --preguntó mi cuñado.
--Que yo sepa, no.
--Como te veo levantado tan temprano.
--¿Quieres tomar un café?
--No, voy al gimnasio. Y luego a pintar.
Siguió de largo. Ibrahim abrió la puerta del bar.