sábado, 31 de octubre de 2020

v´spera de finados

 Cuando la emoción domina no es aconsejable --en mi caso-- escribir nada. De cierto individuo, en caliente prefiero no escribir más nada, aunque la cosa daría para un interesante relato. Tal individuo inspiró uno de los personajes de Barrio Chino, pero ahí como autor pude domesticar las emociones y dejar que el personaje viviera su vida en la novela sin que mis animadversiones lo dañaran; es más, cogió autonomía propia y resulta incluso, en ciertas ocasiones, simpático. En fin, el adagio de que hay que escribir lo que ha dolido cuando ya el dolor ha cicatrizado, me lo aplico. Y con los momentos de dicha o felicidad, idem. 

*

Me metí en una página de contacto con mujeres maduras. Otro truco comercial. Entras gratuitamente, recibes un montón de mensajes --algunos la mar de apropiados para Barrio Chino, novela centrada en un club de prostitución masculina-- y cuando vas a contestar alguno, resulta que no puedes a menos que hayas ingresado la tarifa correspondiente. Una pena, hay mujeres con las que no me hubiera importado dialogar.

*

Dos gatos callejeros hoy en los jardines. Conservan la elegancia del animal no domesticado. Conservan el instinto cazador. Se mueven sigilosos y acechan la presa con una paciencia extraordinaria.

*

Belén, la segunda lectora de Vb/Hj (el primero fue Juan)  me escribe diciéndome que la novela es súper entretenida. Espero que el entretenimiento dure hasta el final. Lo considero un logro, una novela que nació hace ya casi treinta años, corre el riesgo de marchitarla cuando la tocas en demasía. He tocado esa novela como si fuese una mujer a la que he amado. Demasiado tocar. Pero no está marchita (si Belén está en lo cierto) sino al contrario. Me alegra saberlo. 

domingo, 25 de octubre de 2020

 Me quiero imaginar cómo fue que dos amigas comunes (virtuales) se hayan peleado entre sí, o mejor dicho, se hayan desamigado. Las dos coinciden en que son mujeres casadas, y las dos tienen tierra de cultivo. En las pesadillas del libro de Ana beltrán los motivos de riña entre dos amigas son casi siempre la envidia. En uno de los cuentos la protagonista envidia a la amiga porque es rubia, es más guapa y más querida que ella. Y más encantada. Y para desengañarla del encanto, la protagonista la saca de golpe de la fantasía y la coloca en la cruda realidad. Aunque el motivo es la venganza, provocada por la envidia, el resultado es pedagógico. Un zapato y una muñeca son los objetos simbólicos del cuento. La amiga, con el zapato donde el día de reyes le dejan la muñeca, le destroza la cara y le arranca los ojos. 

*

Hoy en fb vi un cartel de la legión, del año de la pera, con foto de un recortable donde salía una legionaria con la cabeza cortada de un negro en una mano y al lado el uniforme de gala y una muñeca negra. Me acordé del vecino que clama contra la "invasión africana". La muñeca no la ha vuelto a enseñar.

*


sábado, 24 de octubre de 2020

saliendo a flote

 Si ya no fuera yo viejo

desdentado y pendejo  

y falta de vitaminas

dentro de los pellejos   

te digo  ... 

que el tiempo no perdía    

con estas boberías  

que se llaman poesía.


Malo me puse y más tumbado que otras veces he estado. No sé si fue porque fui a San Andrés a comer a casa mi hermana y otra vez aguantar el burlón desprecio de mi cuñado. ¿De dónde le viene? ¿De qué Raíces se alimenta? Yo lo sé. Ya lo diré, si dios quiere. En lugar donde no haga daño a nadie, ni a él, ni a mí. Al buen callar lo llaman Chito.

Lo que puedo contar es que es un ladrón fino, sabe robar y eso es un mérito que hay que admirar. Bueno, a veces no es tan fino, es de una vulgaridad que ofende, pero ya estoy un poco harto de inventar personajes que tienen una virtud y a la vez la contra de esa virtud. 

El vecino Nicolás, como siempre, me ayudó a sobrevivir. Ayer me trajo una manzanilla que me sentó como mano de santo. El resfriado lo cogí cuando fui con mi hermana y mi sobrina Eva a ver la peli de media hora de Almodóvar. El aire me sentó como los puñetazos que me dieron en los tiempos de alegre juventud. Me tumbó. Gracias a la manzanilla recuperé. Gracias a la vieja que compré en el súper de La Rambla no. No sabía a nada. Desaborida. Y las papas del vendedor ambulante igual, sin gusto ninguno, y me temo que bien adornadas de venenos las cáscaras. Y cogí cuatro para guisar y todavía me quedan cuatrocientas. 400 papas.

Sigo leyendo el libro de Ana María. es un libro veladamente pornográfico. Una ingenuidad maligna la de su autora. Me encanta. Ya sabía yo por qué estoy enamorado. Por qué ha ocupado el lugar de favorita en el harén de Chito, ese pendejo... etc etc.

Noche de hora añadida.

martes, 20 de octubre de 2020

pastel de pera

 Es la primera vez que sueño con ... Le agradaba que la tocase y besara en los lugares público, donde había gente que podía vernos, y sin embargo lo hacía con la elegancia y la finura de un delfín viajando en el mar. Su piel reconfortaba como una guarecida cabaña en un bosque. Me dijo que le parecía que el amor que yo le mostraba era transitorio. Le dije que no, que la amaría mucho tiempo, no sólo ahora (en el ahora del sueño). Enseguida me di cuenta de esa sandez y rectifiqué. Le dije que estaba seguro de mis sentimientos y emociones en ese momento, pero que nadie podía saber la realidad de mañana. Quedó tranquila y seguimos amándonos (amor cortés) sin llegar a la conjunción total.  Lugares públicos, teatro, sala comercial, plaza... Y todo iba como brisa sobre la hierba, y entonces desperté.

Me acosté a las once de la noche y me desperté a las dos de la madrugada. El dos es el número del aprendizaje (tenemos dos ojos, dos fosas nasales, dos orejas... y si me apuran, dos fuentes defecatorias), del conflicto, del enfrentamiento... 

Las dos cosas que primero leí en pantalla fueron unas frases de Kafka y un poema de Bukowski. Una de las frases y el poema compartían una imagen: el mar helado.  


Kafka:

Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros.


Bukowski:

... mi perdida infancia

salta como un delfín

en el mar helado.


El libro de Ana María me hace pensar en el tiempo y el espacio en que fue desflorada, y cómo fue. Lo que he visto no lo puedo decir porque la certidumbre que tengo es poca. En este caso, en La pesadilla que se muerde la cola, el personaje y la autora es la misma entidad. Dos personas en una. Hablar del personaje es hablar de ella. Y hay que ser certero, no te puedes permitir el juego de tirar barro a la pared, o palabras al papel (a la pantalla). El requisito indispensable sería preguntarle a ella si estoy en la verdad o estoy desvariando. Tiempo al tiempo. Por lo pronto la he conocido en sueño. Sabor a pera del Sur, de la que hoy Pamela hizo un pastel. Qué bien.

Vuelve a aparecer el mar en un poema de María de Vega. Junto el primer y último verso:

Escudriñar el mar

y la semidivina lascivia.


El verso de abajo lo escudriñé el otro día en la vigilia, y luego en el sueño. Música ascendente.

El mar, mañana si dios quiere... si voy a San Andrés.



lunes, 19 de octubre de 2020

pollos de otra época

 Volví a acordarme de un poema de François Villon. Hago una versión, infiel, la que me dicta la memoria:


Soy un chulo y mi puta está conmigo. 

Nos importa un pimiento la honestidad de la gente honrada. 

Nosotros no somos honestos ni honrados ni queremos serlo. 

Si ella tiene un mal día y no trae dinero a casa

 la miro con desdén y le digo ahí te pudras. 

Mas si llega con el bolso repleto de monedas y billetes 

la colmo de elogios y le preparo una buena cena

 y después vamos al lecho y lo dejamos como si hubiera pasado

por él la barbarie de los hunos y cantamos

y bebemos buen vino y nos decimos a dios gracias, 

y celebramos la existencia de los honestos y honrados

que van a visitarla y escupimos sobre ellos con la alegría de los locos.

Así vivimos y así queremos vivir.


En la escalinata de Ibrahim me entretengo oyendo al que trabaja de segurita y a otro que trabajó un mes y se dijo esto no es lo mío y se fue. Eran aventuras en Las Américas. Una pena no tener buena memoria auditiva. Los cuentos estarían mucho mejor tal como ellos los contaron. Su papel no lo exageraban ni se ponían como los buenos de la película, sino como personajes entre otros de las contiendas que había por allí. Los ingleses copaban el túnel de Las Verónicas y a cada español que entraba le pegaban una zurra. A uno le advirtieron que no pasara por allí y él contestó que tenía todo el derecho de pasar y entró en el túnel. Los ingleses lo rodearon y empezó a recibir y los seguritas se vieron negros para rescatarlo. En el puente del mismo sitio, más de lo mismo. Uno con una pistola, que gracias que no tenía balas. Pero eso lo supieron después. La encargada estatal de la zona era la Guardia Civil, con apenas veinte guardias, y tenían que recurrir a los seguritas para reprimir los pleitos. Se solucionó la cosa cuando esa responsabilidad pasó a la Policía Nacional. Los taxistas iban armados con palos de beisbol porque no pocas veces les destrozaron los taxis. Hablaban de la mujeres; estaban deteniendo a uno y la novia lo atacó por detrás, al que sigue de segurita, y a arañazos le dejó el cuello sangrando. Otro cuento me recordó a uno del dominicano Juan Bosch. Llamó una mujer porque el marido le estaba pegando una somanta, llegaron, sujetaron al marido, este escapó a la zona de la piscina y rabioso empezó a tirar al agua hamacas y sillas. "Déjalo que tire las que quiera", le dijo el compañero (eran dos) y cuando acabó lo obligó a meterse en la piscina y sacar todo lo que había tirado. Esta humillación al marido enfadó a la mujer, que se puso como una fiera y se vieron negros para aplacarla.

--Los jueves empezaban las broncas, los viernes aumentaban y los sábados ya no te digo.

--Yo no llegué al mes. Aquello me superó y no lo pude aguantar...


Se ha oscurecido el día. Qué extraña sensación. ¿Caerá por fin la tormenta?

 

 

domingo, 18 de octubre de 2020

un domingo no cualquiera

 Esta noche creo que voy a dormir como un lirón. Llegué  a la cita amorosa sobre las cinco y salí sobre las ocho. Al principio ni fu ni fa. La madrileña no olía a nada, demasiado profiláctica. Por no hacerle un desdén me metí con ella en la cama y cumplí, pero no disfruté. Y ella no sé, entre así así así cariño y uy cómo me gusta, no sé si fingía más que yo o no; yo: qué rica estás (qué hipocresía) y ella así así así cariño. En todo caso cuando vi que llegó a la luna, o fingió llegar, le dije bueno, otro día más.

--Pero no te has corrido.

--Es que yo practico el sexo tántrico.

--No te vayas, te invito a un café.

En la salita, sin vestirnos todavía porque hacía calor, con un ventanal abierto al inmenso espacio, desde donde se veía la isla de Las Palmas. Me dijo que cuando se sentía sola miraba hacia la isla y se entretenía con las luces de Las Palmas y otras localidades que no me acuerdo. Luego sacó un álbum de fotos con ella aquí y allá, en distintas partes del mundo. Me contaba su vida cuando sonó el timbre del portal.

--Un cliente que no avisa, le voy a decir que venga mañana.

--No te preocupes, si quieres yo me voy y recibes a ese cliente.

--No, no, estoy muy bien contigo. 

Fue al contestador.

--Es una amiga, mi mejor amiga. ¿Te importa que suba?

--Vale, voy a vestirme.

--No, no te preocupes. Ella también está en esto.

Subió y ay mi madre, me enervó la sangre. Canaria de Icod. Aroma a platanera. Se dio cuenta de lo que me pasaba. Se me paró la cosa. Se desnudó, y seguimos. Con ella, con la amiga, más con la amiga que con ella.

--Es maravilloso. Practica el sexo tántrico.

--Y tiene unas piernas muy lindas.

Y después quería que me quedara a cenar. Ya me pareció demasiado y les di una disculpa.

En el bar de una esquina tomé un café. Dos euros. Metí el euro de vuelta en la máquina. Nada. 

No todo es perfecto.

En llegando a casa (había olvidado comprar cigarros) le pedí uno a Nicolás, que estaba en la calle pálicando con el petaco medio gitano. La vecina galante, más abajo, oyó lo del cigarro --Nicolás no tenía-- y me dijo que ella me daba uno. Bajé y me invitó a entrar.

--Perdona como está la casa pero mi nieta lo tiene todo desordenado.

--Sí esto es desordenado, cuando entres en mi casa te va a dar un patatú. ¿Qué tal la ansiedad?

--No sé, ahora estoy tomando pastillas.

Insistió que me quedara a tomar un vino. Si no hubiera estado el marido --que fue quien me dejó los cigarros, una caja casi completa-- a lo mejor me quedo. Tiene una agradable voz y cada movimiento que hace parece un paso de danza. El marido no, ni danzarín (es un hombre fornido) ni música de las esferas. Además me sentía con ganas de retirarme e irme a dormir.

Ah, y Jely a mediodía le ordenó a Nicolás que me pidiera un plato para ponerme unos trozos de conejo.

Buen conejo, con buena salsa y buenas papas guisadas. Faltó la pimienta. Y ahora, antes, antes de irse a ver el partido del Tenerife, me alcanzó un trozo de bizcochó. Ya cené.

Domingo para señalarlo como festivo en el almanaque, y a lo mejor hasta llueve esta noche.


sábado, 17 de octubre de 2020

 --El franquismo estaba muerto hasta que llegó Zapatero y lo resucitó. Yo no soy de derechas, pero el obrero estaba más protegido que ahora; para echar a uno el empresario no lo tenía fácil, como ahora,que tanto que iban a derogar la ley laboral... Yo no soy de derechas, y menos de Vox, pero este Gobierno... --me dice K mientras nos recogemos calle arriba bajo la luna después de salir de Ibrahim, de yo ganar en la máquina después del partido (Madrid 0 - Cádiz 1). 

K se tiene que levantar a la seis de la mañana para ir a trabajar. Trabaja de vigilante. Estoy de acuerdo con él. Nada que añadir. Me dice que él también escribe, pero que nunca le dio importancia. Lástima que yo no tenga una empresa editorial. Aparte de publicar a Juan Royo, por ejemplo, vería lo que escribe este hombre. El poder está en la sombra.

Nombro a Juan porque hoy he estado pensando en una cosa que me dijo hace más de un mes:

--A veces no te entiendo.

--A veces yo tampoco me entiendo --le contesté.

Me acuerdo del profesor Vives, de Francés, en el instituto. Nos preguntó que leíamos de los periódicos (a uno que dijo las noticias políticas, le repuso que tuviera cuidado, que le diera la vuelta a lo que decían esas noticias). Mi respuesta fue: "Lo que me interesa y lo que me entretiene."

--Buena respuesta pero que no dice nada --recalcó el estricto profesor mallorquín.

Así fue la mí respuesta a Juan. Ingeniosa pero banal. Eso en vez de preguntarle qué era lo que no entendía. Bueno, tal vez haya otra oportunidad de que me diga qué es lo que no me entiende. 

Su observación fue porque le comenté que a su amigo Lizundia (ex amigo mío) cuando hablaba de filosofía era inentendible. (Cuando habla de sus cosas sí lo entiendo, y lo sigo leyendo con gran interés --tiene un estilo inigualable.)

El que si me entendió fue el vecino Nicolás. 

Hoy por la mañana en Ibrahim:

--Jesús se cansó de mí ayer y me echó a los cinco minutos.

--A los cinco minutos no, a las tres horas --no añadí que después de contarme las aventuras de La Cuesta Piedra que me ha contado ya catorce veces, y de contarme los chistes que ya me ha contado cien veces, con esa risa suya que suena más falsa que Judas.

--Ya no te voy a decir lo que tienes que hacer.

--Ojalá. Poco hay más insoportable que alguien que te esté machacando con lo que tienes que hacer --no añadí: además siempre repitiendo lo mismo.

A media mañana, pasó Manolo el guapo, que mide dos metros, y le dije a Nicolás que sacara la escalera para coger dos papayas ya casi maduras. El papayero hembra crece y ya hay que tener valentía para coger las papayas. Le entró el orgullo y decidió ser él el que volvió a subirse a la escalera, después de que Manolo --que también es un pesado si lo dejas que te coja la camella pero bastante inteligente-- arreglara el terreno para que la escalera no se bamboleara. Por lo menos una cosa en que ha dejado de darme la lata el buen Nicolás es en que quite el macho --ya tiene más de siete metros-- porque se ha convencido de que gracias a él la hembra está dando continuos frutos todo el año. Las mejores papayas de Canarias las plantó aquí mi padre paz descanse. Alguna cosa buena hizo ese obrero cultivador de hierbas medicinales. En cuanto dejó las hierbas y siguió el tratamiento médico, se fue pal piso. Aunque su enfermedad, es mi sospecha, comenzó cuando --por incitación de mi cuñado-- se empeñó en ponerle veneno a las papas... bueno, historias pasadas, agua que ya no mueve molinos. 

K volvió a invitarme a radiante novia. Buena materia, despertadora psicosomática. Tengo para rato.

Hoy decidí salir del celibato y llamé a una profesional. 50 euros un servicio tranquilo y 100 un servicio especial (lo dijo en inglés). Le dije el de cincuenta y qquedé para mañana.

--Llámame media hora antes.

Jugué en la máquina de Ibra. Metí cinco euros y jugué al cinco. Nada. Me cabreé y metí veinte. Nada. Premio de ocho euros que los pasé a bonos y nada. De perdidos al río, metí otros veinte euros. A la tercera jugada me da quince bonos. En uno, las tres opciones y elijo la primera. 82 euros. Sigo jugando lo que había metido. Salen las campanas. Veinte euros. Al final, descontando lo que metí, gano 52. Meto dos más y nada. Cojo los cincuenta y me retiro. El precio de salir del largo celibato. 



viernes, 16 de octubre de 2020

Pornochino

 Decir si a mí me hacen esto yo respondo con esto otro, es una tontería. Es como discutir sobre el sexo de los ángeles. Quien habla no hace y quien hace no habla. Mucho habla el vecino. Entre col y col, lechuga. Pero en general es un poco pesado. Que busque yo porno animado, me dice. Lo busco. Busco Blancanieves y los siete enanitos. Sale una película mala. Que la madrastra desde el principio se entienda con el espejo y con dos que le comen el conejo, vale. Pero que en la primera escena Blancanieves esté onanista, sabes que la peli va a ser un coñazo.  

--Dale palante para ver a los enanitos follando.

Le doy palante. Nada. Más de los mismo. Busco otra. Esta no es de dibujo sino con actores reales. Está más interesante y en alemán. Nunca me he puesto a oír alemán y a los dos minutos tengo el oído encantado con la voz de la madrastra. Y la actriz es muy buena (sí, y está buena) y la ambientación también, y el movimiento y la danza de las escenas también tienen su encanto.

--Bueno, esa la ves tú por la noche, quítala y pon porno chino.

En vez de dejarme viendo la película e irse a fumar un cigarro a su casa, no. Es a las tres horas de estarme comiendo la oreja con historias cebolleta, y con el run run repetitivo de "¿me estás escuchando?" o "mírame" y la risa en sí sostenido que le entra cuando recibe un wasap gracioso o recuerda un pasado gracioso es no repelente, sólo repelente partido por tres. Lo peor es que si se va, mi suerte no va a ser mejor. Lo único es que no veo la pelí en alemán. Hay tiempo si hay suerte. 

--No, ya no pongo más porno, al carajo.

Pongo un programa de una televisión canaria. Me fijo en el que está en el escenario con el que habla, y reconozco a Escohotado. El que habla es un cara ancha que habla y habla y habla. Le cuento a Nico quién es José Luis Escohotado para que me deje prestar atención y no me aburra con los tipos de películas porno que él ha visto. Su trabajo es ir llevar a la mujer al trabajo. La mujer tiene más arte que él. Una voz sensual, tranquila, y formas de diosa africana. La mujer si es encantadora. El no tanto.

El locutor habla y habla, más pesado que Irene Montero y más repetitivo. Por lo menos los discursos de Irene son galimatías, pero el de este hombre es un lugar común tras otro: los bancos son malos, la corrupción es mala, el colonialismo es malo... los tópicos de la izquierda. Y repite lo mismo y lo mismo y lo mismo, en sí sostenido, con voz de rana de secano. Insoportable. Y yo esperando que hable Escohotado y Escohotado parece un invitado de piedra. Al carajo, vete al carajo, compadre.

--Pon porno chino.

--Lo que voy a hacer es sacar la basura al contenedor. Así descanso un poco de tí.

--Déjame un cigarro.

Me dice uno pero ya no hace falta que le diga que coja dos o tres.

Ahora que ya estoy solo, no sé si poner porno chino o poner la película alemana.  O seguir leyendo La pesadilla que se muerde la cola. No. La pesadilla para después, cuando me vaya a acostar. Ñoc, me salen ahora ocho avisos en fb. 8, la grafía del infinito. Siete fotos de la actual mujer de mis sueños, no de mis pesadillas, y una de Quico. El 7 se me quedó fijo hoy en la cabeza. Un vendedor ambulante apareció hoy en la calle. (Desde que las leyes prohibieron la venta ambulante, mucho se ha ido a pique la economía, y la alegría de las calles.) Siete kilos siete euros. Faltaron las pimientas. Para bajar a la recova a comprar caballas, o a Mercadona si no hay en la recova. Y pimienta. Aceite y vinagre tengo.

Bueno,  voy a ver que hay en el pornochino.

miércoles, 14 de octubre de 2020

el arte de callar

 Me desvelo pero no tengo ganas de trabajar nada privado, así que sigo en lo público. No sé si hice bien en intervenir en denunciar a los cobardes agresores de La Laguna. Todo el abanico político está lleno de agresores. Y una denuncia general es suicida. Los que manejan el cotarro te retiran oportunidades si los críticas. El poema de Brecht, donde decía, más o menos

Vinieron a buscar a los judíos

y yo no dije nada porque no soy judío.

Vinieron a buscar a los gitanos

y yo no dije nada porque no soy gitano.

Vinieron a buscar a los comunistas

y yo no dije nada porque no soy comunista.

...

Vinieron a buscarme a mí y nadie dijo nada...


ha quedado obsoleto. La realidad lo ha caducado. Ahora se van a buscar unos a otros y todos meten la misma bulla y gritan las mismas mentiras. El viejo dicho de los perros y los collares. Los mismos perros con distintos collares. Unos te muerden la yugular y otros te muerden las gónadas. Si no eres perro, o eres perro sin collar, no tienes nada que hacer y mejor cállate. 

Me callo.

lunes, 12 de octubre de 2020

en despertando

 Instinto: Tierra -- Rojo

Intuición:  Luna  --  Azul

Inteligencia:  Sol  --  Amarillo

Luego están los elementos (sólido, líquido, gaseoso), que están en cada una de las tres I. Por ejemplo, el Instinto tiene una parte líquida, una parte sólida y otra parte gaseosa. 

En fin, notas para un estudio sobre la armonía de la personalidad, del individuo y de la especie. Un plano de la situación ideal, a la que podemos acercarnos pero nunca, como Aquiles a la tortuga, llegar; por lo menos el común de los mortales.

Despierto de madrugada, después de un sueño apacible, reparador, después de haber estado leyendo el libro de Ana María. Me interesa mucho de mi amiga también su pintura. Es de una claridad simbólica extraordinaria. El cuadro que reproduce la portada es un ejemplo. 

He creído descubrir el nudo de la trama de sus sueños, pero antes de decir nada es conveniente terminar la lectura del libro. Ya he pasado el ecuador, pero me queda aún un respetable número de páginas.

Nicolás hoy estuvo alegremente pesado. Me contó varias aventuras de sus viejos carnavales. Aventuras donde él se portó como un héroe. Una vez, cogiendo a uno por lo pelos, que lo había amenazado con una navaja, le dijo "mi niño, guarda esa navaja que te vas a cortar". Y en otro momento volvió la cabeza, cuando se retiraba de la fiesta, porque sintió en la nuca una amenaza. Dos se acercaban a él con malas intenciones y él, sólo con la mirada, los hizo huir. Digo que fueron relatos pesados porque no tenían el sonido de la verdad. No quiero ahora ponerme a imaginar cómo sería esa verdad.

Belén me pidió un motivo de flores para la portada de su libro. Me mete en un compromiso. No sé si podré hacer lo que ella quiere. No suelo pintar por encargo, esa es la ventaja de estar fuera del circuito artístico, pero me lo tomo como un reto. Sé lo que quiere, pero lo que quiere está lejos de lo que estoy ahora intentando. Bueno, no está mal parar el intento propio y atender, servir, la voluntad ajena. Esto también es un arte.

Enigmática la foto hoy de mi amiga Pamela, insomne en la cama, sus pies desnudos, casi cruzados, sobre los hierros del cabezal de la cama y al fondo un cuadro, grande, con una rosa casi azul. Me acordé de La rosa azul. Un cuadro que pinté hace tiempo y que hoy lo tiene Dani, pendiente de un ritual para el que no ha llegado aún el momento. Mondrian, descubrí después, también pintó una rosa azul, antes de entregarse de lleno a sus cuadrados teosóficos.

Va amaneciendo. Queda poco para el primer claror del día y el primer canto de los pájaros. Martes 13.


sábado, 10 de octubre de 2020

retales de un sueño

 Cruce en el barranco, ella en una furgoneta con Anylo al volante y que no miró para mí, en el inicio de un estrecho camino junto al barranco. La traté despectivo y luego me arrepentí.

Nos vimos ya después a solas y la acompañé a su casa. En el camino la besaba y le acariciaba la cintura y la espalda y... Entró y se sentó en un sillón. Mis padres estaban esperando, y mi madre esperó que se la presentase. Ella los ignoró. Se levantó y se le había vuelto la falda hacia arriba y caminó con las nalgas al aire, entró en la cocina y cuando volvió a la sala le puse bien la falda.

En el mismo sueño:

Fiesta en un piso de Pablo Iglesias, todo lleno de gente. El nota me trataba con cortes simpatía, y yo me preguntaba si no se había dado cuenta que no soy ni simpatizante suyo ni de su partido.

Berto aparece. Después de la feria me llevó a casa de su madre, un edificio viejo, y subimos al piso de arriba donde no sé qué me iba a enseñar y apareció su vieja madre, que salió de su dormitorio, curiosa de lo que estaba pasando y él la mandó de nuevo a su cuarto a acostarse..

Hasta aquí lo que recuerdo del sueño. Cuando abrí los ojos lo recordaba en su amplitud, como quien acaba de ver una película. Luego perdí la totalidad del argumento. No sé si tendrá que ver que antes del sueño, en vigilia, me acordaba de los amigos del barrio Salamanca, edad escolar, casi todos franquistas. El barrio de Salamanca era medio burgués, clase media colocada en puestos clave del sistema. En fin, memoria tengo de muchos episodios de adolescente en el barrio, pero me aburre escribir sobre ese tiempo.

Y tampoco tengo ganas de escribir las aventuras con Berto, sobre todo en los tiempos de la universidad de La Laguna.

Nada. A ver si hoy bajo a la recova y compro un pescado fresco. Estoy un poco harto de sardinas en lata. 



viernes, 9 de octubre de 2020

 --El que esté libre de pecados que tire la primera piedra.

Me extraña que todos a una no hubiesen tirado la piedra que tenían en la mano, disputando por ser el primero en tirarla.

Surge la noticia de un criminal --que dios se apiade de su pobre espíritu y que la Justicia haga su trabajo-- cuya acción es vil, pero la tropa de linchadores no sé si será peor. Linchadores que dan rienda suelta a sus instintos criminales. El criminal real es apartado y juzgado. A veces bien, a veces mal. ¿Pero qué hago yo deseándole que lo sometan a una tortura lenta y tan despiadada o más que el crimen que el tal individuo ha cometido? Los inquisidores, los policías de crueles dictaduras, etc. debieron ser  criminales de este tipo pero protegidos por la ley. Pero los hay que no pueden hacerlo, no pueden morder, pero se desgañitan ladrando. 

No desear mal a nadie, ni a la peor persona, ni siquiera a tu enemigo, no debe de ser muy corriente. 

Dios nos libre de unos y de otros. Si es que no estamos también en esos ejércitos de criminales frustrados que dan rienda a la lengua y así se consuelan. Bueno, la lengua es como el culo. El culo lanza los desperdicios del cuerpo y la lengua los desperdicios del pensamiento. El mundo está demasiado lleno de basura. Lo que hacemos con la naturaleza --y no me vengas con discursos ecológicos de buena voluntad-- es consecuencia de lo que somos por dentro. Necesitamos al más horrible criminal, de hecho, para mostrar que él es como nosotros. Y dime que no, que tú no harías lo que él hizo, pero que si harías con él lo que él hizo. Conócete a ti mismo.

*

En un semisueño vi algo en lo que nunca había pensado. ¿Por qué me atrae sexualmente la mujer inteligentes, mala o buena? Lo que vi --no sé si es cierto-- es que en una mujer la inteligencia (donde hay armonía entre el pensamiento, la intuición y el instinto) está en proporción con el sabor de su coño. Y eso es lo que importa. La belleza aparente es un espejismo. He estado con mujeres objetivamente bellas, y no tontas del todo, que no tienen ningún sabor y con las que no he deseado una continuidad porque son desabridas por dentro. Por eso amo --amor en mi caso no es sino una atracción sexual poderosa-- por el olfato. Y por el oído. La voz delata el genio o la bobería. Y el genio es como una planta. Si no respira aire limpio y agua no dañada, si no se marchita (le pongas los potingues que le pongas), su olor y su sabor es limitado. Nada extraordinario.

*

Me está cautivando --ya sus novelas, de Ana María, me dieron señales de su genio narrativo-- La pesadilla que se muerde la cola.  



jueves, 8 de octubre de 2020

 Hoy compré La pesadilla que se muerde la cola y Sole me regaló Panza de burro, que va por la séptima edición. Sole me señaló que es la primera obra canaria escrita en un lenguaje autóctono, del norte de Tenerife. Recuerdo a Pepe Monagas, los cuentos de Pancho Guerra. La obra de Andrea Abreu, según hojeo, está construida con un español normativo. Veré más. Pero más me interesa ahora La pesadilla que se muerde la cola, de Ana Beltrán. Por afinidades electivas. Por la autora y por sus sueños. El sueño es el espejo mágico donde se mira la vida de la vigilia, y se ve uno desprovisto de ropajes y apariencias. 

Arriba en el cuarto tengo La Lapa, de Ángel Guerra. Y Belén quedó en pasarme una novela de una autora que se apellida Berlín. Dice que está en mi estilo. 

A mi siempre me atrajo el arte pornográfico, el arte desnudo de metáforas que se convierte en sí mismo en la metáfora de la naturaleza y la civilización. El cuadro japonés del pulpo padre comiéndole el coño a una mujer y el pulpo hijo acariciándola por el cuello, tengo que buscarlo. Hice una versión de ese cuadro, de líneas delicadas, y se transformó en expresionismo casi abstracto. 

Tengo que comprar hojillas y rasurarme la barba. Parezco un santón, y nada más lejos.

Mañana viene H. Será como siempre, vendrá, mirará y se irá.

Oigo a Irene Montero, bla bla bla, una cotorra incansable. ¿Será tan habladora en la intimidad? Habla y habla y no se le entiende nada, y no tiene música en la voz. Esa música que tiene Cayetana de Toledo. El Pablo Casado temo que la cagó destituyéndola. 

Le pongo ron al doctor Gregorio y a las personitas del vudú, la del paño blanco y la del paño negro. Pequeños rituales para mantener un orden, cierta salud y cierto entendimiento. Días secos. La lluvia fue un engañabobos.

Lo primero que leo, al azar, del libro de Ana María es un sueño con cremas rejuvenecedoras. Me acordé de una película japonesa que me recuerda el cuento de Pamela sobre la crueldad de los patos.

El tema de ese cuento me interesó. Matar al inocente, por parte del padre o la madre, para que no moleste. Es una vuelta de tuerca del mito de Saturno devorando a los hijos. Hoy hojeé La casa de las bellas durmientes.

Creo que volveré a leerla. No sé si terminaré La Lapa. Panza de burro creo que va a esperar. La pesadilla no. Tengo que limpiar y ordenar la mesa para leer La pesadilla...

sábado, 3 de octubre de 2020

 O Ibrahim también me echa somníferos en la comida o yo soy paranoico y en realidad nadie me echa nada. Hoy, después de comer en Ibrahim, otra vez sueño profundo. Debe de ser el cuerpo que lo necesita. El alma no tanto, porque ahora los detritus oníricos no son pesadillas que se muerden la cola (que Ana María disculpe el plagio) sino sueños tranquilos, incluso a veces metafísicos, como si estuviese envuelto en eso que llaman la música de las esferas.

Ya amarré el saco, con alambre. Dentro los sentimientos y los pensamientos ya se tienen exhaustos unos a otros. Lo tiraré al barranco por donde las ratas pululan, que roan la tela y devoren los restos. Cuando se den cuenta del alto valor que tienen las ratas para mantener el medio ambiente, ecologistas y animalistas tendrán admiración a estas pequeñas bestias de la oscuridad. Bestia un pato del patio de Pamela. Mata a las crías para que la madre esté libre de otras ocupaciones que no sea coitar con el pato. Ni en la tragedia griega hay un caso así, ni en la mitología. Pamela (en su muro de fb) lo contó de pàsada. ¿Hay ahí una historia jamás contada? No sé, a ver si me entero. 

Ya dije que almorcé en Ibrahim; allí estaba Rut, de bromas con Esteban el cazador. A mí me mira con buenos ojos, lo cual me agrada porque es una mujer agradable de ver, voz de mirlo también agradable y sensata, sobria y con una seriedad que sabe bromear. Físicamente es modelo giacometti pero estilizado, piernas delgadas, marcado busto y rostro triangular inmerso en un óvalo preciosamente irregular. Ojos despiertos y labios abundantes. Además domina la tecnología del móvil. Una vez coincidimos en la parada y, mirando el móvil, me dijo la hora en que llegaría la 911 y la 904. 

--Jesús, te invito a un vino, ¿quieres? --me dijo.

--Acabo de tomar el café; otro día.

¿Otro día, tonto del culo? Cómo se ve que no tienes el desparpajo de Cantinflas ni el aplomo de Humphrey Bogart. 

Hoy ha lloviznado. Ibrahim dice que esta lluvia no ha servido para nada. Yo creo que sí. 

viernes, 2 de octubre de 2020

 Demasiado sentimiento acumulado estos días. Empacho sentimental. Sentir demasiado o pensar demasiado desequilibra la sobriedad necesaria de quien camina por una senda de cabras en medio de un precipicio. Mañana meto sentimientos y pensamientos en un saco, lo amarro con una soga y, antes de sentir los griteríos, cómo se pelean a muerte sentimientos y pensamientos,, lo llevo al contenedor y adiós muy buena.

Por lo pronto me hago una pasta. Tengo hambre. No sé por qué --o sí se por qué-- sospecho que H vertió somníferos en la comida que me hizo a mediodía. Había dormido hasta poco antes de que llegara y con un par de cafés me había espabilado, y con apetito. Cuando terminé de comer sentí somnolencia. 

--Si te entra el sueño, échate a dormir --dijo H poco antes de marcharse. Poco más de una hora y se fue.

Si es verdad, no sé el motivo. Hay tantas cosas de las que no sé el motivo.

El caso es que me eché cuando se fue y dormí profundo, y me costó despertar. Esta vez fui a tomar el café a Ibrahim. El Loco me tocó la espalda mientras sacaba tabaco de la máquina.

--¡¿Adónde te fuiste el otro día!? Fui a buscar el dinero y cuando volví me dijeron que te habías marchado en un coche...

--Sí, pero no importa, no te preocupes, ya arreglaremos.

S, por otro lado, me agradece el remedio medicinal que le di el otro día. Se le secó una verruga de un brazo y se le quitó el picor. Es aprehensivo, ya tiene hora para el médico, y me dice que el primer médico fui yo. Tonterías. Sé las propiedades de la planta que le dije que usara, como sé que el baño de agua fría (empezar por un pie, luego otro, y luego el cuerpo hasta el cuello, sin mojar la cara ni la cabeza, habiendo entrado con el cuerpo caliente a la ducha y después secarse y no dejar que el cuerpo se enfríe), de un médico boliviano que todo lo curaba con el agua fría, es efectivo. ¿Y qué más sé de medicina? Que la hiebahuerto me alivió el dolor de muelas, ya dos veces, y la muela se desprendió de la encía al poco tiempo, tranquilamente, sin aspavientos. Lo de que el Ph alcalino en el cuerpo evita la entrada de enfermedades, lo leí por casualidad. Lo comenté ayer con los animales, cenando en las mesitas de la terraza de Fela. Hosmán comentó de un amigo que se hacía un preparado, agua con limón y bicarbonato, para mantener el Ph alcalino.

Dani comentó algunos episodios en el mar (él trabaja en Salvamento Marítimo) que son de película, de película cómica con nada cómicos muertos, ahogados, por medio. En fin, Pepe lo pasó muy bien en Hermigua, frente al mar, con su novia.

--Me hubiera quedado allí...

El mar... el mar es otra fuente de salud que casi no probé en todo el verano. Un verano lúgubre, bajo de moral, del que creía ahora alzarme con sentimientos de amor. Y una pinga. El  sentimiento acrecienta el mal, no lo remedia. En fin, demasiado encajonado en el barrio. Y creo que ya está lista la pasta. Otra noche en vela. ¿Cuándo me acostaré yo con el Sol y me levantaré con el canto de los pájaros? Cuando las ranas tengan pelos, supongo.

Tito, entre otras cosas, contó el caso que le pasó con una vieja alemana en Almáciga. Se le acercó la mujer y le dijo:

--Vivo aquí cerca y tengo un piano en mi casa. Me gustaría que vinieras a verlo.

Tito no fue. Una lástima. No sabemos cómo era ese piano, cómo sonaba...