jueves, 30 de septiembre de 2021

aquí y allá

 Después de tres visitas a la tienda de Orange, estuve a punto de volver, pedir el libro de reclamaciones y darme de baja. Eso  significaba vivir sin móvil ni internet. Casi me dura la tentación cuando ya por fin me llaman de la tienda para decirme que por fin tengo el móvil desbloqueado. Puedo hacer y recibir llamadas, pero el wasap y otros servicios siguen inoperativos. Bueno, por lo pronto lo dejo así.

*

--Jesús, hoy viernes tengo que hacer gestiones y quiero hablar contigo. Tú eres un  hombre inteligente  que tiene mucha experiencia. Podemos cambiar impresiones y si tengo dinero te invito a merendar. Vino no puedo beber nada... Tengo una impresora que me regaló un loco... Así está Canarias, colega, así está Canarias... Hoy lo vi en un bar. Cuatro horas hablando con ese alcohólico que se ha quedado solo porque es insufrible...

*

Otra persona:

--Yo voy a hacer un donativo porque me duele mucho lo que le está pasando a la gente de La Palma.

Una persona que mató al padre para quedarse con su dinero y sus propiedades y aprovechó la enfermedad de una cuñada para idem de idem.

Pero tiene mucha compasión y dará un donativo. Supongo que llegará a los cinco euros el donativo. Ay, cómo nos compadecemos en abstracto y pasamos de largo junto a conocidos cercanos que no tienen ni donde caerse muertos.

Sí, así está Canarias. Así está el móvil. No sé si darme de baja. Quien quiera verme que use la telepatía, y lo mismo por mi parte. 

Las catástrofes son ríos revueltos, desgracias de muchos y negocios de pocos. Otros, a cambio de cinco euros, ayudarán a los negociantes pensando, creo que con sinceridad, que sus dineros tendrán un fin benéfico.

lunes, 27 de septiembre de 2021

pérdidas y encuentros

 Después de estar con Agustín en la rambla para preparar la entrevista que publicará, dios mediante, El Perseguidor, y después de perder primeras anotaciones y Cuentos de otoño (libro reciente de Agustín) en el tranvía, encuentro a Anghel y a Juan enfrente de la Casa Elder. En lugar de fajarnos a la piña (el editor y yo), la relación es cordial. Mejor. Conflictos bobos no ayudan nada.

Luego Juan y yo caminamos Santa Cruz de parte a parte, cojeando los dos, buscando un sitio abierto. Lo encontramos. Árabe. Sólo a nosotros se nos ocurre pedir carne cruda de noche. En mí tuvo un efecto somnífero de dos horas y un despertar pesado. Pero la carne estaba buena. Ya pronto Juan sacará La Gesta, por fin. Hojeé el último capítulo y lo aprecié a pesar de que Anghel, hablador, no dejaba de hablar. La posterior aventura, entre la charla con el editor y la carne cruda, en  la tienda Orange, mejor no la cuento. Una versión siglo XXI del cuento de Larra Vuelva usted mañana. Cuando la empresa privada empieza a parecerse a la Administración, el vaticinio político no es para tirar cohetes. Ya de política había estado hablando con Agustín en la rambla. Él militó en el Partido Comunista y ahora, si no entendí mal, no los puede ni ver. Y con razón. Se hartan de llamar fascistas a los de Vox en las sesiones parlamentarias, que supongo que algo fascistas son, pero los que se comportan como tales son ellos, los del Gobierno. En fin, a ver qué gestión hacen con La Palma. 

Juan se va para la isla del Volcán hoy martes, en barco. Y vuelve el jueves, en teoría. Espero que no resbale en la ceniza fertilizante.  No creo que el viernes, si ha podido volver, esté muy animado para ir al Puerto a la presentación del libro de Belén. Y Ramón tampoco. Los viernes se va al Sur.

Falta poco para que abra Ibrahim. A ver si hago algo de provecho entretanto.

sábado, 25 de septiembre de 2021

Un sueño:

 Era por la tarde y las luces no estaban encendidas. Nicolás estaba en casa y la puerta abierta. Entraron una mujer menuda, muy amable, y dos familiares suyos. Primos o algo así. Jóvenes. Pidieron ir al baño a mear. Fueron. Uno primero y otro después. Se demoraron dentro de la casa y yo con ganas de que se fueran. La mujer pequeña se demoró un poco más. (Lástima no saber describir su vestido: de tela lisa, blancuzca poblada de pequeños lunares o rayas negras, ajustado al cuerpo menos por la parte de los muslos). Me resultaba agradable su cordial conversación. Cuando se fue vi que en el chaplón de dentro de la casa, el principio de la escalera, estaban sentados el gomero y el flaco (dos  bolicheros que a veces andan al acecho, "para ver si pueden robar", según Nicolás). Los eché de allí. ¿Qué permiso habían pedido para entrar? Ninguno. A la calle. Cuando fui a cerrar la puerta, vi que la parte de la cerradura estaba destrozada. Donde había estado la cerradura, había ahora un boquete. Me puse como una furia, entre la amargura a la rabia. La rabia, aunque la expresaba en voz alta contra la mala suerte, la jodienda de la vida, no la expresaba directamente contra Nico, a quien en mi fuero interno hacía culpable (él, siempre tan atento a la puerta y al gomero y no advirtió que yo estaba allí*

Luego entró Jely. Eso me alegró. Jely fue otra cosa. Mientras yo buscaba la pata de cabra (la encontré, era para usarla como taramela en la puerta) ella limpiaba la parte arriba de la casa y el patio. Nicolás era sólo una sombra. Y mi conciencia estaba tullida. No podía apreciar nada con desenvoltura. Sólo a Jely limpiando y a la mujer pequeña en la sala, muda, tan asombrada como yo. 

*Puse yo estaba allí. Lapsus freudiano. Por no advirtió que el gomero estaba allí. Quizá Freud tenía razón y los personajes de un sueño (por lo menos de algunos) son reflejos de uno mismo, los amables (aquello que reflejan la parte que uno acepta de uno mismo=, y los que rechazas, lo que reflejan lo que uno no quiere ver en uno mismo. En la realidad es igual. Rechazas a quien no soportas porque refleja la parte de ti que no soportas. Puede ser que sea así. El lapsus lo delata.


***

Cuando, ya despierto, voy a Ibrahim a despejar la cabeza, la mujer que baila abre la puerta de su casa para salir.

--¿Qué tal? --me pregunta.

--Ahí vamos --le digo.

--Ahí vamos todos --dice. Como si hubiera interpretado la contesta como que vamos hacia la muerte. Sí, ahí vamos todos.

*

La visita real, hace un momento, más agradable que la del sueño. Tres colegas del barrio.

--Vamos a coger un poco fresco, mijo.

--Tienes a tu cuñado esperando.


Y se van. Vinieron del barrio negro. Se rige por sus propias leyes. La generosidad no es un canto sino un hecho. 

 "Daña más dos horas de televisión que...", decía Roger en Asturias. Allí nos metíamos en un sótano --está en Vertical-- con un montón de cuartos privados. Me recuerda El Farolito, la catedral del mezcal del Cónsul bajo el volcán. El volcán de Cuernavaca. 

*

Hoy bajé a Santa Cruz a desbloquear el móvil. Al final lo tenía Ramón. Me lo trajo. No cogió las llamadas porque en el numero que yo tenía había una errata. En lugar de un 0 era un 6 el cuarto número. Equivocas un número y estás perdido. Una fábula de la vida. 

Grato el rato aquí con el Topo, el Delfín y el Jirafa. Buena gente. Hablamos de los viejos tiempos y de los tiempo de  ahora. Ya se marcharon. Voy a cenar. 

domingo, 19 de septiembre de 2021

incógnitas

 un tal B. G. me escribe en privado:

me puede explicar que es eso de la piedra negra Thuy Huong porque Huong pasea por las calles de santa cruz con una cámara hablando sola diciendo que santa cruz es jerusalen y que el palmetum es el jardín del eden me puede explicar porque hay una family preocupada en vietnan

El individuo no me dice quién es, no se presenta, ni por qué me hace a mí esas preguntas. Que le conteste Rita.

Curiosamente, casualidad, es haber leído casi lo mismo en Lewis Carroll y Gustav Meyrink. Ambos vienen a decir lo mismo, que lo que escribieron no es fruto de la imaginación sino de sus observaciones de una realidad que el común de la gente no sabe ver. 

--... te pones a ver programas y te quedas flipando, puede ser verdad puede ser mentira... --dice Nicolás, y que el Tenerife iba ganando y perdió, pero el tema principal es La Palma. Fuego.

Fuego por todas partes, en las mentes y en la tierra. 

--Yo voy a mear.

viernes, 17 de septiembre de 2021

y perdí el móvil

 La vida está llena de literatura y yo estoy lleno de achaques. Ya no estoy ni para la guerra ni para el amor. Pero ayer hice un esfuerzo. Quedé con Eduardo frente al Japonés entre la avenida Madrid y la rambla. Bar Dos Puertas. Las dos puertas cerradas. Cuando llegó Eduardo nos mudamos a la calle Unamuno. Avisé del cambio a Ramón, con el que quedé para bajar luego al Regia Comedy, a ver la presentación del libro de Belén.

Eduardo me dijo que ya estaba haciendo los trámites para hacerse musulmán.

--Lo peor es que te tienes que levantar a las seis de la mañana a rezar de cara a La Meca.

--Un poco de disciplina te vendrá bien.

--Lo bueno es que te facilitan una mujer, con la condición de que procrees con ella. 

Por lo pronto ya se está dejando crecer la barba. Le sienta bien. Le da a su cara un semblante más duro.

En eso llega Ramón. La conversación se extiende hasta la hora de bajar al Regia. Belén está muy guapa y se defiende muy bien. Ramón le compra un ejemplar del libro. Luego, más tarde, en el 18 de Julio, entre chicharro frito y albóndigas de langostinos, comentamos la letra de la dedicatoria. La caligrafía. Luego me pregunta por La Gesta, la novela de Juan que no ganó el Premio  BPA porque una miembra del jurado no aceptó a dos personajes que, según ella, le restaban seriedad y verosimilitud histórica a la novela.

--Sospecho que esos dos personajes están inspirados en nosotros: Ramón el cojo y Chito el tartamudo. 

--Si quedas con Juan, avísame.

Ya podía ser él el que quedase con Juan y me avisarán a mí. Para mí, más sencillo. 

Ramón me cuenta un episodio infantil de cuando masticó una hartada de chícles de no digo dónde y se le puso la lengua como un globo y llena de sarpullidos purulentos. Si veo a Juan se lo cuento. Por si quiere enriquecer con todavía menos seriedad y menos verosimilitud a Ramón el cojo. 

Nguyen dice que quiere poner en la futura edición canaria del Río fantasioso un texto que escribí sobre ese libro, pero que si lo puedo revisar para darle un poco más de profundidad. No sé yo. Mejor me hubiera pedido que le diera un poco más de superficialidad.

De la noche de ayer lo chungo es que perdí el móvil. Con el de Nicolás llamé a Ramón a ver si se me cayó en su coche. Saltó el contestador. Le dejé un mensaje. Si no está en su coche, otro coñazo. Bajar a Santa Cruz a darlo de baja. 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

esto es el mundo

--... el mundo es eso... viviste de puta madre y en el momento dado... la conciencia te lleva a la responsabilidad y el compromiso... si yo fuera de derechas defendería el capitalismo pero sin abuso...

Tengo la puerta abierta y se me cuela el Tema, el que embellece los jardines de la calle (menos el mío que no lo dejo), el simpatizante de Podemos. Ya no repite el tema esto y el tema lo otro dos veces en cada frase, ni se pone a predicar las glorias de la izquierda como hace un tiempo, pero es igualito de pesado. 

--¿Puedo sentarme?

¿Qué voy a decirle? Quien no sabe aguantar la pesadez, no merece lo liviano.

--¿No tienes una chinita?

--No, se me fueron todas las chinas.

--¿No tienes un cigarro?

--No, se me acabaron todos los cigarros.

--¿No tienes un poquito de vino?

--No, tengo que subir al Komo Komo a comprar.

Entre pregunta y pregunta y confesiones de la depresión que tiene, el antiguo legionario va y me coge la cartera, que la dejé en la mesa, y se la va a meter en el bolsillo. Un acto inconsciente, como cuando uno se queda con el mechero de otro. Los jardineros municipales vinieron hoy (no quiero hablar de los jardineros) y se metieron en lo suyo y quedó amargado y se emborrachó.

La siguiente visita es más grata. El niño menudo de más arriba, y le doy un rosquete. Vuelve otra vez con un hurón, una cría, que es una maravilla. Pero esta vez está Nicolás y le dice que salga. Se lo dice porque hay chocolate al fuego. Ya podía salir él. No me dejó hablar con el hurón. 

Y encima está contento porque ahora hay más claridad en los jardines. Lo que hay es un pajarito menudo que revolotea entre la tierra y las ramas. Una delicia verlo. Y más tarde en Ibrahím el Flaco me cuenta cómo un cernícalo estaba en mi tejado acechando al canario que tiene él en la ventana que da a esta calle.

Tenía que haber avisado para ver el cernícalo. Pero cuando eso estaba yo en la Candelaria. De visita obligada. Por la reumatóloga que me quitó las inyecciones porque su ética no le permite... Me acordé de no sé quién alemán que dijo que cuando oía la palabra "ética" sacaba la pistola.

En fin. 

lunes, 13 de septiembre de 2021

una cosa y otras

 Subo por la callejuela a oscuras. Olor a quemado. Nicolás con la puerta abierta.

--Se fue y no me dijo que había puesto el potaje al fuego.

Discutimos si todavía se puede aprovechar algo o no. Él dice que no. Yo digo que sí. Saca el caldero para afuera, para que se enfríe. Hay viento y la luna esta arriba, turbia. Estoy a punto de sacar una cuchara y probar el potaje, pero desisto, no sea que él tenga razón. 

Me da otra vez la tabarra con el bolichero que anda rondando mi casa.

--¿Estás seguro que una de las veces que dejas la llave fuera, ese nota no la cogió para hacer una copia?

Siempre se pone en lo peor. Si no es que el bolichero me va a robar el día menos pensado, es que el loco de las mallas un día menos pensado va a matar a alguien. Qué cruz.

Antes, desde Ibrahim, yo había ido con Kolo en su furgoneta al barrio perdido. Llegar allí es como atravesar un laberinto. La oscuridad es casi absoluta. Un semicírculo irregular de casas de autoconstrucción, enfrente una barandilla de hierro que da a una selva que baja hasta el fondo del barranco, y sobre las casas, suspendido en el aire de la noche, ese tubo alargado, de dos metros de diámetro, herrumbriento, que lleva la mierda de no sé dónde a no sé dónde. Estos episodios no se los cuento a Nicolás. Bonito sería. Me parece oírlo: --¿Cómo te metes en ese sitio? Un día te dan una puñalada.

Y si lo dijera una vez, vale, pero no. Hasta que no ves el cuchillo, empuñado por una mano siniestra, hundiéndose entre las costilla, este Nicolás no cesa de urdir la madeja de terror. Me dice que tenemos que seguir con la novela.

Lo estuve pensando. En vez de un emigrante de los tiempos de Venezuela, a ver si le cambio el disco y el emigrante es americano o africano, o incluso rumano, que recala en nuestro barrio y es vecino nuestro y cliente de Ibrahim. E incluso los domingos va después de las once al carrito (el kiosco) de Vicenta a comprar el pan de Perú. Nicolás lo llama así; es un pan que traen los domingos desde el barrio del Perú. Pero el nombre del pan daría juego si el emigrante es peruano. Incluso podría aportarle episodios autobiográficos. La peruana que me llevó a Güímar (bueno, la llevé yo, en el Clío que ya pasó a mejor vida) y esa noche me escondió las gafas y tuve que irme sin gafas. La dama me había contado cómo metió a quien vivía con ella en la cárcel por violencia de género. Esto merece ser narrado en detalles. Un mes después volvimos a vernos, en las fiestas de San Andrés, el año del crimen junto al Castillo. Me dijo que tenía guardada las gafas y que toda las noches le limpiaba los cristales. Fuimos otra vez al Puertito de Güímar, al apartamento donde ella vivía, propiedad del encarcelado. Qué mujer. Me contó que un tío suyo era periodista en Perú y conocía a Vargas Llosa. Esto no sé si era verdad. Pero también da juego. En fin, ya veremos porque por ahora sigo con los Injertos y Malas Hierbas. A lo que añadiré otra parte que hoy encontré por casualidad en un pendrive, y le puse título: Otras vegetaciones. Tres cuentos escritos cuando vivía en San Andrés, tres cuentos que bebieron de la realidad y que giran en torno al espacio de Bar Castillo. Me sorprendí. Después de lo Injertos (en que la unión entre el cuento vulgar y el cuento culto hizo brotar raíces y ramas insospechadas) y de Malas Hierbas, donde el cuento original se deja empapar por Chejov, Rulfo o Joyce, estas Otras vegetaciones son (cosas del juego del Tiempo) una síntesis de Injertos y Malas Hierbas. Suenan como el trueno. Con música antigua, ancestral. El más primitivo tajaraste. 

¿Habrá acabado Juan la gesta? ¿Habrá solucionado el final? ¿Seguirá Marcelino repasando su viejo libro de poemas?... Si no la estropea, esa obra merece que salga a la luz. La que ya salió, y su autora la está moviendo bien, es Las flores no se arrancan. Belén tiene, cuando escribe en verso, voz de profeta. Su poesía vuela alto. Cuando deje de ser ella misma la mina de sus versos, y lo sea el Mundo, sospecho que volará aún más alto. Candelaria no se decide a sacar su libro. Su afán perfeccionista la puede perder. Su poesía es como un remolino que estampa en una claridad absoluta. Hay voces importantes en estas islas. Algo está sucediendo en ella. ¿Estará Pepe con algo entre las manos? Completaría esta música del Mundo.

El día 16 Belén presenta Las flores en la calle Jorge Manrique (creo recodar) en el Regia Comedy. A las 8 de la noche. Número del Infinito. Si me cuadra el cuerpo, voy a ver eso.

 


miércoles, 8 de septiembre de 2021

 Los bondadosos necesitan malvados para justificar su bondad. Pensamiento cliché. A la mínima se ponen a mear su bondad. Azufre. 

Nicolás está obsesionado con el loco que visita la calle. Vestido estrafalario. Habla solo, en voz muy alta. Tiene miedo de que yo le dé conversación. Y si se la doy ¿qué? Si nombro a alguien, algún vecino, por esto o por lo otro, me dice que me calle porque me pueden oír, aunque la conversación sea dentro de mi casa. He tenido que llamarle la atención. No hasta el punto de enfadarme. Ya llevo demasiados enfados seguidos. Pero que no se pase. No está bien eso de medir las palabras con un amigo, para eso mejor es no tenerlo. Si alguien me molesta, lo evito en la medida de lo posible. Si con alguien no puedo hablar de esto o de lo otro, prefiero no hablar. No me gustan los juicios de valor, ni que me digan lo que está bien o lo que está mal. Si yo no lo sé, peor para mí. 

Veo a Nguyen. Su libro es fruto de un sueño que tuvo. Está convencida de que lo que ha visto es cierto. No es la primera persona que tiene una visión que a los demás no les cabe en la cabeza. El libro, a estos cuerdos aclimatados a la cordura, hay que presentarlo como una fantasía. En cierto modo lo es. Una fantasía inédita. Una visión de la ciudad de Santa Cruz que nadie se creerá, pero está ahí, como están los cuentos de las Mil y una noches, como está La noche de Walburga o Alicia al otro lado del espejo. Percepciones que amplían el mundo o nos sacan de la constante apariencia, de eso que damos por hecho como realidad. Los escritores de estos libros no estaban escribiendo fantasías, sino realidades sólo percibidas por ellos, no eran Julio Verne imaginando un viaje a la luna.

En fin, tanto juicio cliché cansa un poco, sea sobre un loco que habla solo o sea sobre la efectividad de la vacuna. Nadie sabe, pero todos hablamos como si supiésemos. Señor, dónde estarán los ignorantes, dónde se esconden.

Sigo con los cuentos. A veces pienso que están bien, que tienen su cosa, y otra veces siento que no son nada del otro mundo. ¿Trabajo perdido? No lo sé.


miércoles, 1 de septiembre de 2021

notas de paso

 Injertos y Malas hierbas me tienen absorbidos la voluntad y el tiempo. Cuentos de malvados donde los malvados engañan, asesinan o se burlan de otros malvados. También hay algunos santurrones, esos son los peores. Incluso abandoné, aparqué, Vertical . Le faltan aún algunas vueltas a esta novela. Mi problema con la escritura-trabajo (al margen de fb y esto, de un escribir más parrandero y liviano) es que necesito el soplo del ángel. En fin. Los injertos y las malas hierbas están marcados por la indiferencia sentimental que predicaba Joyce. Hay capítulos del Ulises que han influido en los cuentos, y también algunos párrafos de Sade. Estas influencias están señaladas con el recurso que está en uno de los capítulos de Cucarachas con Chanel. Un recurso que evita que dios mediante venga un enterado a tocarme las narices. También los cortos de Hitchcock, de los que hizo para la televisión, son también una influencia. El cruel humor del inglés.

Jely volvió de La Gomera. No me preguntó qué tal su hombre. No le pude decir que he descubierto que es un buen cocinero. La salsa le sale de cinco estrellas. Esta mujer, con formas de ánfora, me trajo una bolsa con alimentos gomeros: almogrote, miel de palma y rosquetes de aquella isla. Por otro lado Felino, el vecino de la mujer que baila, suele traerme de Añaza un agua con minerales que me sienta bien. Agua y otros alimentos. Cada vez soy más materialista y menos espiritual. El trabajo con Injertos me tiene absorbido. Ya ni discuto con Nicolás de política. Es lo menos que me interesa. También volvió Ibrahim. Es un hombre que si no está en su trabajo se pone malo. Las vacaciones no le sientan bien. A su mujer sí. 

Vivo como si la muerte me hubiera concedido una prórroga. Se lo agradezco. Pienso que debería armarme de valor y darme los nueve baños de rigor en septiembre. No sé a quién oí hace tiempo que nueve baños de mar en septiembre garantizan una buena salud el resto del año y el siguiente. Me ayudaría a llevar la prórroga con mejor ánimo, ánimo del cuerpo. 

¿Cómo lo estará pasando don Tenorio en la isla griega? ¿Qué será del amigo que cortó amarras? ¿Se habrá recuperado un poco más Marcelino? Al que vi en fb, fue a Ramón. Cantaba sobre un tejado poniendo banderitas para la fiesta de los playeros. Chani sigue en San Andrés. Etc,