lunes, 30 de diciembre de 2013

hay veces

Bromas del azar

el otro día salí de casa, síndrome de Ismael, a dar una vuelta por la calle el Castillo. Había hojeado Ética social (Cátedra, colección teorema, J T), léctura de retrete, donde mejor se aprecia la filosofía, la sociología, la antropología, estos entretenimientos. La página a la vista contaba el caso de un editor que recibía un artículo para su revista, que creyó de un autor célebre, y le escribió al articulista lo contento que estaba con el artículo y lo bueno que iba a ser publicarlo. Luego se dio cuenta que el autor, en realidad, era un desconocido. Volvió a escribirle, que lo sentía pero...

Paso por librería La Isla. De pronto TENGO MIEDO. Sin paliativos. Me entretengo mirando la portada de los libros, para apaciguar el MIEDO. Uno me llama la atención, por el título. El samurai desnudo. Lo abro al azar. Me interesa el capítulo que leo. Me sorprende cómo termina:

TENGO MIEDO


De La Isla, paso a la sala de la MAC. La presentación de una novela. Cecilia a la derecha del autor y Anghel, editor, a la izquierda. Novela sobre mujeres maltratadas. Todas buenas, ninguna mala. Yo prefiero las malas. La mía y otra con la que estuve una noche en el Puertito de Güímar. Esta historia ya la conté en su momento. 2009, creo recordar.
Termina la presentación. Llega Marcelino. Javier le da la noticia. Por fin habrá reedición de Retrato de Marlou Diesel.
Se acerca Anghel, me da la noticia.
--No voy a publicar tu novela, porque no me metiste en L.
Críterio de editor. 
No vale la pena ni decirle que no era yo quien tenía o no que meterlo en L.
Hace un par de meses me había preguntado si tenía alguna novela inédita. No pensé en Libro del cuervo Como quien le da una flor a un cochino. Le dije que sí. Ventaja, he trabajado con acierto Vertical blues. 
Respiro hondo. Lo que parece una mala noticia, es en realidad una liberación. No me cura de mi estupidez, pero me ayuda a tomar conciencia. Anghel es un poeta pésimo, pero como editor ha publicado algunas obras valiosas. Pobres obras. A lo mejor mejor destino Marlou Diesel. 
Marcelino contento, yo contento. Nos despedimos de Alejandro, de Javier y de Anghel. Y salimos a celebrarlo. Adonde están las putas de verdad. 

***

Reconstrucción destructiva de páginas del libro de Covadonga García (artesanía dadá Zo.O). Leídos el otro día en el recital navideño

(esto no me permite la sangría. los copio como me deja)

Hay lazos imposibles
Hay lunas impasibles
Hay amores felices

Hay mentiras 
que te cambian
que te encierran

Hay amores confusos
Hay noches
y días vacíos
Hay frío

Hay veces
que esto cansa.

*

dónde nace
este loco amarte

cómo haces

si pudiera
si no doliera
no pensarte

*

Esta noche se durmió la paradoja
y no amanece.
Esta noche un tango lento
bailo, cuento
y no amanece.
Esta noche sufro mi desgana.
Escribo en blanco 
Amor, amando tanto.

*
A mi amigo
loco,
mi hermano,
ánimo,
debes irte.
Como yo. 



viernes, 27 de diciembre de 2013

no saques la botella, que se la beben

Vengo p abajo, pa La Granja, donde están los ordenadores y la conexión. Leo los blogs --leo El Día en el bar de Ibrahim --especialmente el folio de Andrés Chaves, casi siempre estupendo, y a Peitaví lo veo poco, me cansa tanto moralismo. No es el caso, pero los que van de curatos me tocan las narices. Es culpa mía-- y aquí los blogs. Lástima que el de los animales esté parado hace tiempo. En fin, consumo la mitad de tiempo. 
Me paso la semana leyendo a Chéjov, buen regalo procedente de Navarra. El primer tomo de una reciente obra completa. Sin desperdicios.
Cuando venía en guagua (904) un viejal contaba con amargura un caso que le afecta. Parecía un cuento del ruso. El hombre se quejaba un millón de veces de haber ido, hace veinte años, a buscar al maletero del coche una botella de ron. Un compadre lo había invitado a comer. Compró cuatro botellas de vino y unos pasteles. También una botella de ron, pero esta la reservó porque la necesitaba para él --no dijo por qué la necesitaba--. Aquí --y seguramente también ahí-- si no llevas algo cuando te invitan a comer, préparate. Total que al final de la comida, el compadre no tenía ron. Así que el hombre del cuento fue a buscar la botella. Final de comida sin ron es como... ¿cómo es? Total que el hombre decidió ir al coche y volvió con la botella de ron. Tomaron los tragos y luego, como necesitaba el ron --se justicaba el pobre-- se llevó la botella, medio vacía. Mal hecho, claro. O no la saques, y si la sacas déjala, belillo. La mujer del compadre no volvió a invitarlo nunca más. No quería a ese tacaño en su casa. Hasta aquí normal. El caso es que el compadre no pierde ocasión de reprocharle su acción al mago belillo. La última vez fue --días atrás-- cuando lo invitó, sí, a ron. Un ron especial. En su piso de escaparse de la mujer. Buenísimo. No cabe duda. El caso es que el compadre, que odia los chupitos, le puso medio chupito. Para que lo probara. Y guardó la botella en un armario. Si el compadre iba a la cocina, dejaba un ojo en la sala, por si al invitado se le ocurría la defachatez de abrir el armario, abrir la botella...
En fin, que me alargo y el tiempo pasa. Bajé a copiar un papel, ya arrugado, sobre la cosa de las personas del verbo...

"Escarbar en la llaga" es fórmula que defendió Henry Miller. Si la practicó o no es otro cantar. La fórmula es válida. El artista del hambre (Kafka) y Lázaro (Andreiev) son frutos de meter la pluma en esa llaga que no es tuya ni mía y es tuya y mía.

Bueno, si no se me pierde el papel, arrugado y medio mojado, seguiré otro día la copia. Ahora ya me cansé de estar aquí dentro, sin un buche de ron, y me voy a dar una vuelta por Santa Cruz Leído. Tiene buena pinta. Está cerca, en la Rambla...

domingo, 22 de diciembre de 2013

Una semana de baja. El empresario de este blog me va a despedir y contratar a otro. Espero que no se lo diga a Ramón Herar. Siempre vestido de limpio. Con la conciencia LIMPIA. "a rAMÓN NUNCA LE VAN A SALIR CANAS", decía Berto. 
--Eso habrá que verlo --me decía otro amigo el otro día.
Día de recital en la MAC. Los recitales navideños que organiza Anghel. Me gusta recitar. Como no fui mero espectador --me senté al lado de Cecilia, que no recitó--, sino que también subí a dar la tabarra con "mis" versos, no voy a ponerme a criticar a los otros aspirantes a poeta. Eso está feo. Es como si te invitaran a una fiesta, y te pusieras a sacar trapos sucios de anfitriones e invitados. Eso hizo Truman Capote y así le fue. No voy a hacerlo. Todo muy guapo. Voz de barítono de Pepe Marrero. Estremecimientos amorosos de... ¿cómo se llama la poeta argentina, la que siempre me dice que siente chipas por dentro cuando oyes mis pooemas y yo le digo que cuando quiera intentaré que sienta otra clase de chispas, que las sintamos juntos, porque se nos va la pascua, rubia, y cuando se elige el camino del samurái, mejor no andar con pijadas. 
Pijadas no hubo en Covadonga García (los animales me permitan invitarla a dos encuentros en la AcaDEMIA cHITOSKI, a que aprenda lo que hacemos con sus poemas, lo que hacemos los animales con los poemas ajenos, ya sea Covadonga o Petrarca. Este Petrarca, con el afán culturalista del Renacimiento, necesitaba también una revisión. Los poemas de Petrarca, en nuestras manos, han cogido una música y una intensidad que soy capaz de apostar que ni el original italiano (manejamos una traducción en español).  
Alejandro también estuvo. No es gran recitador. Como rapsoda no tiene mucho mérito. Pero sus poemas van cogiendo forma poco a poco. Le queda camino pero nuestro amigo sabe andarlo, al margen de falsos e improcedentes elogios de zorro al cuervo, qué bien cantas.
Su elogiador oficial está ahora más atinado en crítica literaria, y también política. El hombre está aprendiendo a pensar, y a escribir con más claridad (no sólo de humor se alimenta el lector). Me acordé de él ayer, leyendo el Diario de un escritor de Dostoievski. Dosto se mete con un colega repipi que defiende el glamour del teatro francés (de la época, claro) y abomina del realismo sucio del teatro ruso. 
El hombre que estuvo a punto de morir fusilado en Siberia, para defender al pueblo, frentre a las opiniones del otro, cuenta una anécdota que poco menos es de novela lacrimomosa. Vamos a ver si va a tener razón Nabokov cuando dice que Dostoievski es un novelista rosa, como Corín Tellado. 
El pobre Nabokov, su muerte nos hace reír. Fue a encontrarse con Freud y Dostoievski en el otro mundo, ese fue el castigo que le impuso San Pedro, ponerlos en la misma celda del Purgatorio. Pero esto es otra historia. 
La que estaba contando era la de la MAC el otro día. Me alegro que Covadonga acogiera con simpatía la violación a sus poemas. Demuestra que se está haciendo mujer.
Al final las dejé a todas y me fui con Nyoung (ya corrigiré el nombre), nuestra pintora vietnamita. Preciosa. Encantadora. Y esto también es otra historia.

Total, que había bajado aquí, al Kalypso, a copiar un papel que tengo en el bolsillo, sobre el uso de las personas del verbo en la narrativa canaria. Mejor otro día, si Dios quiere.

jueves, 12 de diciembre de 2013

--¿Tienes goteras en tu casa? --niño.
--Alguna hay.
--Anoche dejaste la puerta abierta --otro niño, este con patín.
Lord Vairon, cierro la puerta y camino calle arriba. Tengo que bajar a La Granja a pedir perdones a las oyentes. No hubo La Puerta el martes. El jefe Juan Royo asumió la alerta naranja y desarticuló la reunión. En realidad fue un día amarillo pero no vimos ni hablamos con Charlín, no hubo programa. La Naturaleza no quiso.
Mientros baja a la primera parada recuerdo que soy poeta. Me pagan por verso. Así que, poeta a tus poesías. Compongo ayudado por la brisa en los arbustos y la lluvia en el alto Barrio Nuevo.

Duermo solo los lunes
los martes y los miércoles,
los sábados y los domingos
tengo la misma suerte.
Nadie me anida su lecho
ni siquiera cualquier viernes.
Bella, si tú quisieras
darme cobijo este jueves
otros serían los versos
en esa noche de invierno.
Refúgianos de la tormenta,
tú que puedes, diosa Venus.

*
Belladurmiente del Bosque
despierta si estás dormida
porque el amor de tu vida
ni Nebrija lo conoce.

Caperucita curiosa
déjame con la abuelita
y márchate con el lobo
al río a tocar la pita.
*
 Otro día, si llega, toca medirlos. Algunos se pasan y otros se quedan cortos, me temo.

En fin. Ahora pensaba hablar de las personas del verbo en obras canarias de ficción narrativa, empezando por Marlou Diesel, de Marcelino Marichal. 
Hoy no hay guardianes sino guardianas en La Granja, gente que me deja estar si hay un ordenador libre. Pero se acaba de sentar un individuo en uno que quedaba libre y no sé si habrá alguien esperando. Otro día, tal vez hablo de las tres personas en... bueno, otro día..
Hoy quiero volver a ver el barranco por el puente Zurita. En los años 7o, fue de suicidas. Si Santa Cruz fuese mujer, en un rincón por encima del puente tendría el ombligo. Corre el barranco, es lo único cierto. Es grato verlo, oírlo y recordar. Tal vez rezar. 


lunes, 9 de diciembre de 2013

Proyecto de p y anuncio

proyecto de poema


No es el libro lo que importa
sino que no lo devuelvan.
Pronto, si Anghel espabila,
renacerá de un mal olvido.
Yo mismo, entre mundanzas
y ladrones perdí de vista
un cuaderno con versos
del malhablado Venanceo,
que hacía poemas a los pelos
del coño de vírgenes,
princesas e hijas de algo.
Todas eran cualquiera
en nuestro santo bebedor.
Perdí, malhaya, ese cuaderno
que el poeta nos dictó
en las puertas de un colegio
que hoy es sucia realidad
igual que el Balneario
donde ya no está Teresa,
igual la Plaza Toros donde
Grupo Salvaje ya no suena,
igual Teatro Baudet donde
un día de invierno o de verano
el hombre con rayos X en los ojos
rapto, emeteriano,
a Greta Garbo. Todo ruinas
de un ayer con son cubano.
No es el libro, es el gesto
ese burlador desprecio
impropio de un amigo.

El libro de Zamora
lleva a ese cuaderno.
Esto es lo que importa.


anuncio

Mañana, diosmediante, de nuevo La Puerta (Radio Unión Tenerife) se abre, como siempre, con las voces de Neruda y Cándido Hernández. Chirrían los timbres, pero a nosotros nos gusta que suenen. 
Esta vez

18.30 hora insular canaria

INVITADO ESTELAR

aNTONIO LORENZO Gómez Charlín

y su libro

el hombre que se enamoró de Sasha Grey

*
hoy salía en el periódico Sasha Grey. La noticia de que desea dejar atrás el cine porno y asegurarse la vida como escritora. Diría que sigue los pasos de Belén Esteban si no fuese porque primero fue el libro de Sasha Grey y después el de la princesita. El libro de Grey lo vi durante la presentación del de Charlín en librería Santa Bárbara (Los Cristianos). No sé si mañana vendrá nuestro escritor canargallego con el libro de su modelo literario. Si Juan añade el de Belén Esteban, tendrermos una tardinoche de alta literatura.

domingo, 8 de diciembre de 2013

perro tonto y obra impecable

A perro tonto, todo son  tomaduras de pelo. Que se fastidie.
A veces no sé a quién quieren engañar, si a los otros, jugando con las posibilidades del infortunio, o a SÍ MISMO. Qué necesidad de ocultamiento, señor. 
Lo triste no es el vacilon, sino que tal provenga no de enemigos o adversos sino de considerados amigos o aliados.
Uno que es más tonto todavía, no es capaz de cortar a tiempo, más por cobardía que por ignorancia. Al carajo. No hay otra.
***
El CAFETÍN

Impecable novela de Isaac de Vega, quizá su despedida, una gloriosa y más que noble despedida. Isaac pertenece a ese círculo nuestro (no sé si platónico) de narradores (Agustín Espinosa, Pancho Guerra, JRamallo y poco más), con obras en las que nada sobra ni nada falta. El estilo de El Cafetín, y otras, destaca por su total ausencia de ruidos, de efusivos lirismos. Él siempre defendió lo que llamaba un "español standar", donde el único "desliz" es su peculiar uso de los adjetivos.
EL cafetín, que me la prestó Christian y que ahora releo antes de pasársela a Jose, la podemos medir con el relato La posesión, opuestas entre sí las dos narraciones. En La posesión, casi género del oeste, un héroe, un hombre entero y que no admite la mínima tomadura de pelo. "El único hombre en esta tierra de cobardes." En El cafetín, en cambio, ni siquiera un antihéroe; un animalucho rastrero, cuyo único rasgo favorable es la toma de conciencia, la catarsis, de su propia poquedad, cobardía, hipocresía banal, etc. Sin embargo, un rasgo común entre las dos obras: un mundillo de literatos deplorables.
En cuanto a onirismo, misticismo positivista o cualquier otra peculiaridad que nos aleja de un tipo de crítica que quería, por ejemplo, Jaime Gil de Biedma, se me ocurre una fantasía: relato de un hombre que muere y revive lo que ha sido su vida, o de un feto que depura en el vientre de una hembra anónima lo que fue su anterior vida. Fantasía curiosa pero inoperante. Otro camino crítico se hace necesario.
Lo emprenderé --es la intención-- en otra entrada. El Kalypso (donde escribo esta) se ha llenado de una música pachanga que no soporto. 
El resto es un universo que hace reír. Universo de rotaciones relacionadas unas con otras. Un libro que no devuelven, filtraciones de agua, días de oscuridad eléctrica, impedímento motor, un móvil apagado... Paciencia. No pasar de la tontería a la rabia. De lo malo a lo peor. Paciencia, tranquilidad, etc.
*
Márcel, ya tengo el relato. Te contaré.

martes, 3 de diciembre de 2013

Toda desgracia tiene (o suele) una correspondencia beneficiosa. Y cualquier beneficio, una contrapartida desgraciada. Una enfermedad se cura con la contraria, oí hace poco. Me gustaría saber qué hay detrás de esta sentencia.
Erase una vez, don Nítido, que replica como un niño deshilachado pero le molesta que lo repliquen, me recriminó una recomendación curativa.
--¿Quién eres tú? ¿Acaso eres médico?
No sé si en otra vida lo fui (si esto existe), pero en esta no, no lo soy. Es más, de la Medicina de la Enfermedad sé poco. Cuando hablan de médicos o de enfermedades, procuro escaparme. (Que cada cual encuentre lo que busca, pero lo más corriente es que tarde o temprano tenga que masticar en crudo lo que rechaza.) Ni siquiera leí Un médico rural (de Kafka), por fobia al título.
 Sin embargo, casi siempre he tenido curiosidad por la Medicina Curativa. Pienso que cualquier mal que nos sucede, tiene una curación. Rápida o lenta, eso depende. 
Hago otra conjetura: la regla de la Medicina Curativa es que no tiene contraidicaciones. Esta fue una certeza que tuvo un médico (no recuerdo su nombre, sé que era de un país de América del Sur o de centro Ámerica. (Lo imagino boliviano.) Su medicina era el agua. La curación por el agua. Su libro era un tratado sobre los baños curativos.
En cuanto a la Medicina de la Enfermedad, se limitaba a una idea básica que, si la digo yo, parece una broma: toda enfermedad es fruto de la fogosidad interior. Si ésta no halla escapes, no encuentra salidas. martiriza al cuerpo, lo quema por dentro y lo enferma.
En cuanto al alma, supongo que ocurre lo mismo. 
En fin, hablo de médico porque no he tenido otra alternativa que acudir de nuevo a la doctora Paladín.
Hoy me dijo de nuevo que le enseñara la pata (no literal, es más fina hablando), pero no me ordenó que me quitara los pantalones. Una lástima, esta vez me había puesto unos calzoncillos de diseño. Otra vez será.

Enfermedades del alma son la avaricia. Quien no devuelve un libro que le has dejado un mes (don Tigre, no me refiero a ti, tú no eres el caso que expongo) y ha pasado ya cerca de un año, es como el avariento de La olla, de Plauto. Guarda las uñas que se corta por si el día de mañana toman valor de mercado los restos de uña; se pone un fuelle en la boca para no desperdiciar el aire, y no sé si en el culo un tapón, para que no se le vayan los gases. Este enfermo del alma lo malo que tiene es, que si te obsesionas más allá del chiste, de la comedia, te arrastra por delante. Lo beneficioso que tiene es que conoces peculiaridades nuevas de un personaje ancestral. Venga personajes. Muchos sobran, pero otros son de colección.
En fin, leo el parte de doña Paladín al traumatólogo, y parece un poema. ¿Trágico? En absoluto. Un poema cómico. Plauto lo hubiera convertido en versos yambicos. Yo, también los convierto en versos, pero con ritmo menos puntilloso. Como hice con los de una poeta de la escuela ríducula preciosa, dominio de la variante ejemplar único, de Zo.0.
La cosa es que lo mismo está sucediendo con el libro que Roger Wolfe me envió por correo hace un mes. Ya es hora de que hable de este libro. 
Otro día.
Ahora tengo que bajar a la RUT, al programa La Puerta. Esta vez, con Roberto Cabrera, en otro tiempo gran amigo y ahora respetado autor. 
Y después, quiero ver en el TEA La umbría, de Pepe Dámaso. Este artista no me produce ni atracción ni rechazo. Tiene su cosa. Es decorativo. Pero no conozco su antigua faceta de cineasta. De todos modos, lo que de verdad me incita a ir a ver la película es que narra (al parecer) una estancia del poeta Alonso Quesada en Agaete.
Alonso Quesada es el más grande poeta que he conocido. Si hoy estuviera entre nosotros, no sería invitado a hablar de su obra en un instituto ni a participar en un Encuentro Literario. Hoy, lo que vale la pena (salvo casos aislados) se queda fuera. Los caciques cuidan a los adulones (que se anden con ojo, no sean que estén criando cuervos). Pero Tomás Morales, supongo, era de otro tiempo y ayudó a su amigo, aún sabiendo que era mejor poeta que él como de aquí a Lima. 
Bueno, lo apunto. Hoy Roberto Cabrera y después Alonso Quesada. Otro día, cita con el traumatólogo. No sé yo. El sistema médico puede matar, pero que un veneno. Eso sí, con paliativos. El sistema es bondadoso.
--Vay finalizando.
 Bueno, voy finalizo.

domingo, 1 de diciembre de 2013

60

Día 29

Tengo amigos, familia y afectuosos vecinos. Gracias a todos por darme ánimos en esta entrada en la edad provecta, con tantos misterios y tantas aventuras por venir.
Por la mañana temprano a la médico, a que me mirara el tobillo.
--Quítese los pantalones.
Me recordó a un antiguo curandero que iba una a arreglarse un hueso de la mano y la mandaba desnudar.
--Disculpe que le haya hecho quitarse los pantalones.
--No se preocupe, ya estoy acostumbrado.
La enfermera, Raquel, me miraba como si yo fuese marciano. Creo que le agradan los marcianos. Mañana a las ocho vuelvo a verla. Peligro afectuoso.

A mediodía un plato potage en casa mi hermana, en San Andrés. Luego a Tome Cano, a hacerme una radiografía. Enfermera seca. 
--Ponga el pie ahí, no lo mueva.
Puse el pie, la máquina me hizo la foto, me calcé otra vez el tenis izquierdo y me fui.

Por la tarde, siesta. Reparadora.

Por cerca la noche, Juan Royo me da un drive  con copia de Vertical blues. Luego veo a Eduardo García Rojas y nos tomamos unas cervezas. Repasamos el abanico. Empezamos por Jim Thompson y acabamos con Antonio Charlín. En medio, nuestro Anghel. Pesca una sardina, cuenta que fue un tiburón y nos contagiamos. La exageración al poder.

 Por la noche, comida festiva en casa mi hermana. Mi cuñado lo mismo. Sigue con la pelma de arreglar el castillo de San Andrés, enderezar la torre de Pisa, ponerle el brazo y la mano a la Venus de Milo y aprender chino. Otro exagerado. 
 Buena comida, buenas hembras, todas con el pegote del marido. Nada que rascar.

Noche: Me cuenta Jesús que Nally embarcó a Santo Domingo. Estuvo todo el día intentando localizar al cacique del bar, para cobrar 500 euros. El tío no asomó ni la sombra.
Gente puesta hasta los tuétanos. Pillo medio. Voy a trabajar toda la noche.

Más tarde, en casa, abro el drive. Vaya con don Juan. Sí, corrigió el primer capítulo. Quitó las repeticiones de "edificio". No dejó ni uno. 
El resto, se perdió el hombre. Demasiada purulencia.
Toda la noche estuve quitándole verrugas y pus a la novela, cortándole puntas y flecos al manantial verbal. Dejé una selva amazónica convertida en jardín de Versalles. No sé pa qué. Por todas partes jardines, y yo lo que quería hacer es un estercolero. Al final me quedó un orden cartesiano. 
Lo bueno que tiene dejar un borrador a un amigo, es que sucede como si le hubieses dejado a la novia (de tenerla). Cuando regresa, las ves con más distancia, con más frialdad, la frialdad que necesito para trabajar sin ninguna autoestima, sin piedad.

Día anterior:
Oyendo a María Teresa de Vega. No perdí el tiempo. Me manda un mensaje que si le hubiese dicho lo del cumpleaños me hubiese dado un montón de besos. Arrepentido de no habérselo dicho.

Y ustedes, animales de Zo.O... bueno, iba a decir algo que debe quedar entre nosotros. No lo digo.
Y mañana, eso. Ocho de la mañana, Raquel. Enfermera enamorada de los marcianos que se quitan los pantalones. A ver si me baño, me afeito y me perfumo. Nunca se sabe.