martes, 31 de mayo de 2011

--Si es pa usted, en cinco minutosa está AQUÍ.


Aquí era el bar de Efraín, otro gomero, en la plaza del Superchito, el del puño izquierdo, el revolucionario, sobre un atril de música sin partitura, y el derecho deteriorado, mejor que se esconda. Plaza del Superchito, barrio de La Maldad. Espléndida plaza del barrio La Maldad, patria del poeta Ezequiel Pérez Plasencia. Aquí está el bar de Efraín, el gomero. Hoy un cliente le daba la turra con que los de Barcelona son españoles, y como son españoles no tienen por qué estar hablando catalán. Un idioma no español. Mira, dijo Efraín, yo soy gomero, a mí no me vengas con españolismos. Gomeros al poder. Fernin el del Monterrey, en San Andrés, con su hermana Carmita reclamándome un poema que le escribí y que perdí y ahora me lo reclama como Fernin el joropo Venezolano a nuestro Cuervo. A ver si Anghel Morales me salva del compromiso. (Al Cuervo que lo salve el gavilán.) Lo quería enmarcar, Carmita, el poema. Un plagio de la etiqueta de una botella de licor, en los que está especializado Lauréano de Lorenzo, el rapsoda onanista. No sé qué tengo yo, desdentado, feo, roncador, fumador, bebedor de ron, que cautivo a las damas, para envidia de mi mero jefe Víctor Roncero. La miro, la hipnotizo, y la dejo a mi merced. Hasta mi hermana si me lo propongo la meto en el saco. Mejor la dejo con su Inriburno, el barribundo moribundo.
El Cuervo voló. Supongo que habrá encontrado la salida del laberinto oscuro. Barrio de La Maldad.
San Andrés, tiembla; no eres nada. El material está aquí. En este nuevo barrio.

lunes, 30 de mayo de 2011

noche memorable la de ayer en San Andrés, que le corresponde relatar a JRamallo, con el asombro que surge de conocer por primera vez y la sobriedad de la cerveza, más preclara que la bebida blanca. Menos mal que Pedro desapareció en la Cuesta Piedra, y dormí hasta el sonido del móvil como un bendito, salvo la visita al baño de arriba a medianoche. Me levanté sin resaca y un paseo al parque de Los Peces subió el tono holístico vital. Tarde agradable y de aprendizaje económico, primero en Kiosco Numancia, con telón de fondo en el funcionamiento de los ayuntamientos, especialmente el de S/C.
--Me voy antes de que me agarre la noche --dijo Sonia, una frase que mi sordera no me dejó oír pero que puedo contarla por cómo agarró a Ramallo esas nueve palabras.
--¿no llamaste a Trini? --preguntó el Cuervo Ramón, alucinado con el trasquilado luminoso de la cabeza de Trini.
--No. Estaba con el primo.
La había visto en la carpa institucional, con Anghel, como buen tímido, hablando a escondidas detrás de un ramo de gardenias, luciendo una camiseta envidiable, roja y en blanco G 21. La camiseta de Ramallo hacía juego, también encarnada, como caperucita, pero con un motivo humano, una cabeza empuñándose un tiro con el propio dedo de su mano izquierda. Más cabalística la de Anghel, de acuerdo con Andrés Chávez en sus consideraciones sobre el juego y la política del Barcelona. No faltaba sino Mourinho en la mesa, en lugar de Víctor Alamo, que llegó y dio luminosas ideas a nuestro Ramón sobre un estudio investigación que está emprendiendo con los G 21, generación de novelistas canarios que no sólo, al parecer, es maravilla de escritores y de buena gente, no como la generación anterior, que somos medio gentuza. En fin, ayer logré, a veces me ilumina el cielo, un epílogo para la novela del cuervo, la del tipo que recorre puntos de ventas apuntando periódicos sobrantes del día anterior. Ruteros lo llamaban en el periódico El Comercio, donde ejercí de corrector, limpiador de almacenes, rutero, hacedor de informes comerciales y comentarista de libros. El jefe de Cultura me convenció para que firmara con varios seudonimos distintos. Así parecía que el periódico tenía un número respetable de comentaristas de libros.

Ya llevaba demasiado tiempo sin gotear la puerta de la cocina con el patio. Aparté la caja donde deposito los escombros y saltó una cucaracha, la tercera de la noche. La primera en el kiosco del parque, que atacó los pies de Marcelino como un perrito furioso. La segunda en su cuarto bibloteca almacén dormitorio. El hombre tuvo la destreza de enjaularla en un sobre bancario y salir a darle libertad en un parterre de la calle. No recuerdo si plantado con petunias, geranios o matasombras.
--A ver si me cambia el karma --dijo Marcelino, por fin despertando de haber pisado tierra. Y yo me fui con Ella y otras mujeres.

sábado, 28 de mayo de 2011

Si no me equivoco me deben unas bragas, sin compromiso con lo que hay detrás, que hubiera sido la porra perfecta. Hoy en el Cubano vía móvil con el Gomero regresado de las Galicias profundas. 3-1. Acerté, amigo Anghel. Ahora estudioso de la Cábala, yo, por supuesto. Y el Inribundo, nuevo teniente coronel de San Andrés, mordiéndose los calzoncilos porque lo llamé pollaboba. Que se joda. No sabe lo que le espera. No sabe a quién tiene como enemigo. Y mi amigo Lizundia dirá lo que quiera sobre Europa (después del románico ha ido cuesta abajo), pero Europa será decadente y retórica, todo lo que se quiera, pero Barcelona es una fiesta. Con la plaza desocupada. Disculpen los indignados de consignas plagiadas. Impera la letra del valor 300, igual a tres. Así sea.

viernes, 27 de mayo de 2011

notas

Días de control pendiente de un hilo. Ceremonia de confusiones. Se acabó la diplomacia en San Andrés. El lunes presentación de G 21 en el parque de los peces muertos (pusieron lejía en el estanque).Murió Domitila. Un infarto. Hoy a las diez es la misa funeral.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Salvo alguna relación esporádica con la cocina de casa Ramón o de casa Chani, la tendencia minimalista está también en la alimentación. Medio limón por la mañana, dos galletas a mediodía y un actimel por la noche (para soñar con mis tiempos de seudo futbolista en las plazas, entonces de tierra, de San Andrés o en el ya desaparecido campo junto a la playa), y cada tres días spagheti espolvoreados, y espero, a partir de mañana, una esbirra (como dice Lizundia) por lo menos la primera quincena del mes. Por eso, ayer me entró una modorra de reptil con la invitación de mi amigo Juan Royo a un lujoso restaurante asturiano. El pastel de pescado, el cordero lechal, el arroz con leche, el vino, todo sabroso, me dejó grogui, fuera de combate. Una siesta de tres horas de la que me sacudió el sonido del móvil, con el Cuervo avisándome si iba al programa. No estuvo nada mal, el progragra y posprograma, con un experto en la sobriedad de la historia, aunque hubiese preferido hablar de America del Norte, con el viaje reciente de nuestro nahualt aún emanando de sus poros. El martes que viene, si nuestro mero jefe no dispone otras veredas. Y por la noche seguí con la digestión. Me acosté a la 22 horas y desperté a las 13.30 del día de hoy. Ya fresco, y con el café, sustituto de las galletas este mediodía, en el bar de Efrain, en la plaza del Superchicha, con el puño derecho apoyado en un atril de música y el izquierdo necesitado de primeros y segundos auxilios. Prensa con la resaca de las votaciones, y día nublado. Mañana por la tarde, en La Laguna, si hay suerte, estaremos en el Instituto de Estudios Canarios, celebrando la toma de posesión de Francisco Pomares y recordando la noche en que Grupo Salvaje le daba voz y música a un poemita de "Proserpina", un primer cuadernito de poemas con el que entré seriamente en el extrarradio de la poética isleña. Que todo sea para bien, y no abusar de la comida. El ron es otro cantar.

domingo, 22 de mayo de 2011

adjetivos

Ramon, como buena Serpiente en los zodiacos orientales, es vengativo, no tanto como yo en otros tiempos pero se las trae. Allí nos vimos el pasado viernes en el Ateneo, donde también estaba Trini, trasquilada, desposeída de sus mechas salvajes. Conocí a algunos autores, de vista, no hubo presentaciones. ¿Homenaje? Pos bueno, venga homenaje. Como decía aquel, que hablen de uno aunque sea bien. Ramón, todavía quemado por una vez que lo llamé no sé si filantrópico o filoso o no sé qué palabra que empieza por efe, me encasqueta el monigote "meloso" en su reciente entrada. Hombre, si hubiese dicho "satírico" (aunque sin beneficios) lo hubiese invitado a comer, el viernes que viene, donde si no hay más contratiempos, visitaremos junto con J Ramallo los entresijos de Cajonera City. De todos modos al Cuervo Ramón lo disculpo, y cada vez que enciendo la cocinilla, que dejó como una patena, incluso emito un canto de alabanza y ganas de que me siga orientando en estos avatares de la nueva casa en el nuevo barrio, que poco a poco voy investigando. Pero antes nos veremos el martes en Tijuana, con Lizundia ya regresado del paraíso terrenal a estas ínsulas de lagunas mentales y cruces al revés.

sábado, 21 de mayo de 2011

cuento encontrado en una libreta de los 70

Se había vuelto una obsesión para él, ya sólo vivía para pensar en ello.
Una mujer antipática, con aires de superioridad, lo había puesto en ridículo delante de muchas personas.
En su vida reinó un pensamiento:
Matarla.
¿Cómo? ¿En qué ocasión? ¡En qué lugar?
Por lo pronto, hizo lo que había visto en muchas películas. Se dedicó a vigilar sus pasos, los lugares que frecuentaba, las horas que permanecía en un mismo sitio, la situación donde la asesinaría.
Eligió una esquina oscura, casi tenebrosa, cerca de un puente donde se escondía el barranco.
Por allí solía pasar en la noche de los jueves a las diez en punto, cuando ni un alma asomaba su curiosa mirada en las ventanas de los alrededores. ¡Por qué? ¿cuál es la razón? ¿Estaba casada? Por un momento pensó en un amante, ¿por qué no?
Pero una mujer tan seria, tan firme de sí misma, con una rectitud casi monótona. Era preciso seguir investigando.
Sí, era cierto. Un hombre la esperaba todos los jueves en el portal de aquella casa antigua. Ya sabía lo principal y no hacía falta más.
Lo único que importaba era matarla y luego deleclarse con su sangre.
Era la noche del jueves en la tenebrosa calle donde se levantaba el puente. Un hombre se escondía en la niebla de una esquina, y una mujer engrandecía su figura cada vez más en el amplio margen de la acera, una mujer firme y con una mirada a la vez fría y a la vez temblorosa.
Miró el largo puñal cuya hoja surgía de sus dedos rígidos y herméticamente cerrados. Un instante duró ella en la vida. La hoja del cuchillo, como un haz de luz en una noche de tormenta, se bañó de sangre. Su cabeza rodó al suelo. Sus ojos quedaron clavados en lo oscuro, como un manantial de serpientes, una legión de gallos, las llamas de un estúpido infierno brotaban por aquel túnel ennegrecido.
Las lenguas de un ejército se movieron agilmente en el espacio, y los colmillos relucían de blancuras como las nieves de un crudo invierno y lo mordían.
Se quedó inmóvil. ¿Qué era aquello? ¿Quién era esta mujer? En un segundo recordó la locura que lo había llevado al crimen. Sintió vergüenza de sí mismo. Corrió sin cesar, sin distinguir las calles, las esquinas, los callejones... hasta llegar a su apartamento frío y taciturno, con colmillos y lenguas afiladas como el oro poblaban toda la habitación. Durmió, quedó sumido en el mar profundo de los sueños. Cuando despertó, el sol de la mañana estaba ya en lo alto del cielo.
¿Qué había pasado? No recordaba nada. Olvidó su pasado. Sin embargo, no parecía preocuparle.
Contempló, con una lentitud desesperante, a la mujer muerta, víctima de pesadillas, gozosa de atardeceres primaverales y caídas en los infiernos.
Sintió que su vida comenzaba en este momento. Caminó largo rato por la ciudad y compró un periódico:
ESPANTOSO CRIMEN. NI RASTRO DEL ASESINO.
"SE CREE QUE ES OBRA DE UN LOCO".
Gran consternación. Pensó en aquella cabeza. Tenía pensamientos y quizá buscaba algo en su alma. Un millón de dudas. Un millón de vacíos. Quizá buscaba en las calles la salvación. De pronto, sintió una inmensa pena por el asesino.
*
En fin, que lo comente mi amigo el Cuervo, si es capaz. Este estilo viejo ya no me interesa, demasiado rebuscado. Hoy mi hija Atteneri me recriminó que inventaba demasiado en este blog. Inventaré menos. Ramón, mi amigo, arregló la cocinilla, la dejó como una patena, sin cobrar ni un duro. Invitó él, incluso. Y el lunes, después de mañana, a ver si le llevo la novelita corregida a Anghel.

jueves, 19 de mayo de 2011

mis amigos nutrientes

insolente Diario, hoy fue un día de buenas comidas, almuerzo en casa de un amigo que construye una novela por donde transitan locos desorganizados. Mi amigo es buen cocinero, seguro que es buen novelista. Le aconsejo leer "Lunar Caustic", de Lowry. Una novelita ejemplar donde la locura es el refugio del entendimiento. Luego fuimos a La Laguna, cota 600. Vientecillo matador. Incorrupta, la amante de Amaro Pargo, a resguardo del viento frío, aguarda a su corsario y sus especias mágicas. Rostros idiotizados en carteles publicitarios piden cada uno el voto para salvar al pueblo y dignificar al ciudadano. Lástima no tener un spray. Ron y Cognac en el Ateneo. De un periódico robo una hoja y de otro otra. Una con el último día de juicio a SAMM, y otra rotulada LA DANZA ERÓTICA PROHIBIDA EN PEKÍN, una adaptación bailable de la novela china de la dinastía Ming ("Jin Ping Mei"), "pornográfica y de mala reputación". En fin, novela que no has de leer...
De cota 600 descendemos al barrio de La Maldad, cuyos trayectos de entrada y salidas y formas vistas desde el aire intrigan a mi amigo El Cuervo. En la nueva casa, sobre la que sopla y sopla y resopla un perro del hortelano, tenía cita con dos técnicos. El técnico en cocinillas, Ramón, le quitó el tupido y la dejó con maravillosos y primorosos fuegos en los quemadores. Cobró 60 euros. "Por ser a usted". Los pagué con tristeza pero sabiendo que hacía justicia a un buen trabajo. Sin embargo, el otro, el técnico informático Herar, no acertó a borrar un usuario intruso, una tal Carmen, en este portátil junto a una ventana que mira a la ventana de una vieja de enfrente que me advierte de todos los peligros callejeros, ni acertó, el técnico informático Herar, a quitar el tapón cibernético que me impide desde aquí enviar un archivo adjunto a Anghel. No le pagué ni un céntimo. Ni siquiera lo pude invitar a una cerveza. Mi nevera vacía como llena la de la Tribu ahora adueñada de la casa Usher. Qué envidia.
Mi amigo El Cuervo se interesó por el Arcano cero, El Loco, y descubrió un poema camuflado en un escrito estilo decadente europeo. Tenía razón el manco de Lepanto: no hay página mala que no contenga una semilla nutritiva.
El Cuervo me deja junto al monumento a la gloria de los fracasos, al final abajo de La Rambla. Me agradan los luminosos que anuncian el tiempo de llegar la guagua. Esperar sin saber cuándo, es una incomodidad. La guagua me lleva de Muelle Norte a San Andrés. Mi padre quiere que pase a verlo. Nadie en casa. Llamo a Inribundo. "Dentro de diez minutos estamos ahí".
--Estaba mejor contigo --dice mi padre--. Yo creo que este lo que quiere es que me dé un colapso y quedarse ya con la casa.
--No te preocupes, mientras te esté sacando dinero...
Dinero, madre del cordero.
Chani me invita a cenar. Un picadillo excelente. Almuerzo ropa vieja y cena picadillo. Y ayer garbanzas. Estoy bien alimentado. Mi amigos nutrientes me cuidan, insolente Diario, y ahora te dejo que tengo que terminar de revisar la dichosa novela. (Ah, Cuervo, a Rubem no lo dejes en tu casa tanto como Ramallo lo va a dejar en la suya, y acuérdate del librito de teoría literaria de aquellos ingleses, y mañana, Dios mediante, nos vemos en el Ateneo, con Ezequiel Pérez Plasencia, un escritor que sigue aquí, viviendo entre nosotros.)

miércoles, 18 de mayo de 2011

preparando el nuevo territorio

Al presidente de la AA.VV. de San Andrés, hombre ya mayor, lo llaman el Primo. La gente se dirige a él como Primo esto, Primo lo otro. Oficialmente se llama Manuel. Supongo que lo llamaré don Manuel. Los trabajos forzados allí parece que no van a ser muy duros, por lo menos, menos que lograr que el secretario rellenase el papel de conformidad que requería Servicios Sociales de Tenerife I, donde dominan las mujeres de buen ver que tratan a uno o como madres o como madrastras. Cande, la primera que me tocó, madre protectora con la que me sentí Edipo en Tenerife I. El otro día la libré del ataque de una cucaracha, la maté (a la cucaracha, no a Cande)sin contemplaciones. La sonrisa acogedora de la rellenita Cande no merecía que la perturbara ni un bicho sagrado. La dejé en deuda conmigo. La segunda carcelera, la de hoy, estilo más aquí estoy yo y tú eres un condenado. Me puso obstáculos con los días que me quedan por cumplir. La intervención de Cande, que entró en el despacho de la bella antipática, milagrosamente sopló a mi favor. Ahora, en lugar de treinta días, sólo me quedan veinte no sé cuántos. Comienzo el día 30 de este mes.
Ya me hubiera querido despedir de San Andrés, cortar el cordón umbilical que aún me une al pueblo de la niñez, pero la despedida va a ser larga, la condena por una parte y el viejo por otra. Así que todavía queda un epílogo.

Todo lo demás es teatro. El Mago y la Tribu. El mago con todas las características con que lo pinta Andrés Chávez, y el cuñado, don Inribundo, un chanchullero que quiere quedar como un príncipe Alberto. Caballeroso y empalagoso. En fin, no sé si dará para mucho. Por lo pronto se hace notar, que es lo que le gusta.

Hoy con Anghel en la presentación del libro "Dejar de fumar es fácil" (de Nico Draghicevic. Editorial Aguere/Idea), y luego en El Puntero, con la dueña argentina haciendo coalición con el Mapuchi y unas garbanzas deliciosas.

lunes, 16 de mayo de 2011

probando

otra vez probando. Esto me está dando un montón de problemas. ¿Por qué habré dicho sí a esto, cuando llegué a esta nueva casa y recibí una oferta telefónica de movistar, si lo mío es volver atrás?

probando reinicio

probando, probando... Ya con portátil en la habitación de arriba, en este nuevo cauce del curso el arroyuelo. Barrio de La Maldad. Ahora le toca a Ramón cuervo el cableado en el ordenador grande, en la sala de los cuadros. Mejor en el patio, sin patio no somos nada, pero quién se pone a hacer agujeros ahora. En fin, visita a Vecinos de San Andrés, trabajos forzados, y a la noche, Dios mediante, nos pondremos al corriente.

lunes, 2 de mayo de 2011

de "La posesión"

Ahora, desvalido como estoy, me siento extrañamente confortado. Por más que hayan dado fuego al palacio. Si es preciso volveré a comenzar. Esta tierra tiene sobrenaturales efluvios. En esta noche incierta, vacilante, ella desprende como una vibración, como una invisible llama que resuena en el ámbito. No, jamás abandonaré esta tierra; nunca lo podré hacer. En ella están enterrados, esparcidos por la llanura, los cadáveres de mis enemigos. Por ahí, sin tumbas y sin cruces, sin limitar, están enterrados sus cuerpos. Se deshicieron y continúan deshaciéndose en su gran seno, disolviéndose en el campo todo.
Amo a esta tierra. La amo con dolor, ciegamente, como nunca podrá ser amado ser ni cosa alguna. Y ante este amor, la sangre nada importa.
Ya es de noche enteramente.
Camino hacia el palacio, completamente solo en esta noche, con mi afán, con mi fuerza.
Camino solo por este gran campo mío, como el único hombre en esta tierra de cobardes.


(en Cuatro relatos, Isaac de Vega. Editorial Benchomo, 1992.)

domingo, 1 de mayo de 2011

Lectura de mayo

(1,2,3)La reflexión sin frutos del ignorante cae en las aguas del submundo, (4,5,6,7,8) y la mujer poderosa anuncia la guadaña de la que se salvará un loco templado. (Semana 2) El vertido de las aguas estelares animará la fuerza para doblegar a la fiera humana, y el hombre ecuánime pondrá a buen recaudo su dedo divino mientras la mundana dama baila al son de la trompeta del Angel y la luz del mediodía inclina la balanza de la Justicia. (3) El tranquilo poder protege al hombre intuitivo que viajará adonde el enamorado dice sí a la belleza. La reflexión del sabio, solitario o borracho, se aleja del amor y su paso hará girar el molino que mezcla la luz y la sombra. El Pueblo hace brillar su luz oscura el domingo 22.

poema de Roger Wolfe

DEMOCRACIA

Otra maldita tarde
de domingo, una de esas
tardes que algún día escogeré
para colgarme
del último clavo ardiendo
de mi angustia.
En la calle
familias con niños,
padres y madres
sonrosadamente satisfechos
de su recién cumplido
deber electoral;
gente encorvada sobre radios
que escupen datos, porcentajes
en los bancos.

Corderos de camino al matadero
dándole a escoger el arma
al matarife.


(DEL LIBRO "Arde Babilonia", Visor, 1994. )