viernes, 27 de agosto de 2021

realidad y ficción

 --Me asomé a la ventana y te estuve llamando y no despertaste. Menos mal que te diste la vuelta en el sillón, porque ya estaba pensando que estabas muerto.

Muerto no sé. Moribundo puede que un poco. Soñando lo que ya no me acuerdo. Lo único que me acuerdo es que yo era fuerte y subía las laderas al trote. 

Cuando veo a Nicolás son ya las seis de la tarde. Me dice si quiero más pollo.

--Dos pedacitos tengo todavía de ayer. Luego me lo caliento con arroz. Pero más pollo...

No me gusta tirar comida. Y ahora no estoy para más pollo. Me conviene más ciruelas y cosas así.

En esto llega el Petaco y Asier. Asier es un niño menudo. Asier se acerca a la ventana y dice si puede entrar. Nicolás le dice que no porque hay humo.

Petaco y Nicolás discuten de fútbol. 135 millones el traspaso al Madrid. No sé qué dicen del jeque de Qatar. Si hubiesen hablado de Corfú hubiese puesto más atención. Asier y Petaco discuten, afuera.

--Dentro de poco está más alto que tú. 

Petaco tiene buen oído. Me oyó.

--Jesús, sal pa fuera a decirme eso.

--Mejor entra tú padentro.

Asier se va. Si no puedo entrar, mejor me voy. Niño inteligente. Y ágil. Ya me pidió una vez que le regalase una goma de borrar.  

Cuando Petaco se va, Nicolás me dice que la tortuga (tiene en su casa una tortuga y dos lagartos) está hibernando (él dijo invernando).

--¿Invernando en verano?

--Coño, ya me dejaste loco.

--¿Qué nombre le pusiste a la tortuga?

--Antonela.

--¿Y si es macho?

--Entonces Antón.

Ya por la noche pasan Tipín y Salvatore. Rato de tertulia en la calle. Un poco desabrida. No hay sal.

*

Termino de leer la novela porno de Corín Tellado. Dijo Nietzsche que consideramos la adulación como literatura vulgar porque desconocemos la sutil venganza que esconde. Sutil castigo es el aparente final feliz de la novela. El doctor ginecólogo intenta abordar de nuevo a su enfermera, la que se resiste no porque no tenga ganas sino porque su estrategia es calentarlo tanto que llegue al punto de divorciarse de su mujer y casarse con ella. Luego ya inventará algo cuando descubra que no es virgen. Una violación o algo así. Entra el doctor cuando ella se está desnudando y la escena es de resistencia numantina al asalto masculino. El doctor piensa que quizá ofreciéndole dinero. 100 dólares por una hora o dos. Que sea virgen, según dice ella, es un acicate para el doctor. Las vírgenes son un manjar exquisito. 500. 1000. 2000. Nada, la cuca enfermera sabe que si se divorcia y se casa con ella, no sólo va a tener a un hombre potente sino también potentado. Él se cabrea y la despide. Por la noche tiene una conversación con su mujer. Tuvo que despedir a la enfermera porque se le insinuaba demasiado. Y opta por tenerla a ella de enfermera, a su mujer. Ahí está la trampa que él mismo se tiende. Esto ya no lo cuenta la autora. Pero no hace falta ser demasiado listo como para imaginarse al hombre con la mujer en casa, en el trabajo, todo el día con ella. Sí, es la más placentera. Pero el agobio lo espera. Esta novela de Corín pide una segunda parte.

No, con la enfermera no pudo. Con la cuñada sí. Una leona que le saca hasta la última gota. Después tiene que fingir dolor de cabeza para disculparse con su mujer. Esto es por la mitad. Al final parece que gana la virtud. Si ella es fiel, su marido también tiene que ser fiel. Menos mal, para el doctor, que ella no se entera que le ha sido infiel con delito. Y contenta irá a trabajar con él. A ponerse todos los día laborales la cofia de enfermera. Ay, el papel de la cofia en la novela. Importante. 

miércoles, 25 de agosto de 2021

con Ibrahim cerrado

--... si te largo los muertos... ¿sabes lo que te digo?... la maquinita de mierda es lo que me arruina a mí... la maquina si o si  es un sueldito, ¿sabes?... a mi me gusta el potaje de berros... ¿sabes?... lo tengo claro, que esa es tu bebida --señalando la botella de ron dominicano--... a ver si mañana domingo me da por limpiar el jardín y dejar toda la tierrita levantadita , pa que coja oxígeno, ¿oíste?... si gana el Tenerife, compramos cinco bolsas de cinco gramos y seguimos con la novela nuestra --la del emigrante gomero que deja a la novia embarazada sin saberlo hasta que regresa y etc. etc.--... nunca habían visto el campo y todas esas mariconadas... como es el primer día que estoy solo a lo mejor me da por salir...

--¿Hasta la punta de la calle? 

Hablamos de Miraflores. Me cuenta cuando una vez de marras estuvo allí. Le desagradó.

--... ¿lo tienes claro?... cuando miré para adentro, ¿qué era eso, la cueva de Alí Babá?... lo vi todo sucio, no lo veía limpio...

Esto fue el domingo, ya con Jely viajando a La Gomera. 

El lunes asomó a mediodía a traerme unas potas. Se quedó hasta que probé y le di el aprobado. Se encerró en su casa y no lo vi más. El martes, otra vez potas. El miércoles rancho de fideos.

--¿Lo hiciste tú?

--No, la tía Ina. 

Y hoy pollo. No es mal cocinero. La salsa le sale muy bien.

Por lo demás ni jardín ni nada. Encerrado en su casa. Casi se lo agradezco. Bien alimentado, he podido avanzar en los Injertos pornográficos. Pamela pone una entrada dedicada a Corín Tellado. Las opiniones de Cabera Infante y de Vargas Llosa. Me entero que también escribió novelas porno. En pdf encontré una. Un hombre (médico) que echa tres polvos con su mujer y nada más salir de la casa quiere echar otro con su cuñada en el ascensor. Muriel (la mujer) era una gatita mimosa y daba gusto hacerla feliz, pero Lydia (su cuñada) era una real hembra, con más personalidad que Muriel. Y siempre le gustaron mucho los túrgidos senos de Lydia. Eran senos de mujer inteligente.

Y nada más llegar al trabajo, a su consulta particular, anhelaba ver por el ojo de la cerradura a su enfermera mientras se cambiaba de ropa. Intenta follarla (esta palabra no la usa la autora) e incluso le enseña al aire el abultamiento (la polla), pero la enfermera, que es lista, sólo piensa consentirlo cuando se divorcie de su mujer. En fin, descarga con una cliente joven que le llega a deshora. 

Luego la novela va decayendo. La ética y la moral (lo que señalaba Gustavo Bueno) se hacen presente. Ya veremos cómo queda. Pero me temo que habrá por lo menos un polvo con la enfermera. Eso espero.

jueves, 19 de agosto de 2021

antes del viaje a la Gomera

 --Me dijeron que te vas para la Gomera?

--Sí, el sábado.

--¿Y no me llevas?

--Vigílame a Nicolás. 

Eso quiere decir que Jely no me va a llevar con ella a la Gomera. Ni a escondidas de Nicolás.

Ya le haré informes diarios. Hoy estuvo tres horas seguidas en la ventana del vigía. Luego vino a contarme lo que hace un loco bajito y flaco con traje de mallas que se pone a recoger colillas en los jardines y luego se va en una bicicleta pequeña, de niño, amarilla. Y dice más de cinco veces ¿Me estás escuchando? Es hombre de frases hechas. Esta vez no dijo Venga, tú.  

--Bueno, me voy porque veo que estás escribiendo. ¿Me estás escuchando?

Apago la máquina. Qué voy a escribir estando él ahí hablando de que el Flecha, el lagarto jefe, aún está con el rabo cortado y enseñándome un wasap con un talibán golpeando, con suavidad, la cabeza de una mujer con velo.

--Eso mismo debías hacerle tú a tu mujer.

--Tú estás loco, Jesús. Yo no soy de esos. ¿Qué voy a hacer yo aquí solo? Por lo menos tendré menos platos que fregar. ¿Estás escuchando?

Más tarde me visita Fortín, cachorro de hombre, el que presume de mujer guapa. Su mujer no me visita. Ya me lo decía doña Rebeca:

--Que una mujer entre en la casa de un hombre que vive solo es sospechosa aunque sea inocente.

Ella no era inocente. Lástima que se fuera tan pronto. Su compañía era agradable y sus cuentos gomeros también. 

Qué lastima que no sea Nicolás el que se vaya a la Gomera.

 

El trabajo con Injertos sigue su marcha. Es un poco incómodo trabajar sin porvenir, sin provecho material, pero como decía aquel, que la muerte cuando venga me coja trabajando. Era un cineasta. Fassbinder. Roger lo admiraba. 


martes, 17 de agosto de 2021

lección humanitaria

 Si quieres tener la vaca

de la leche machanga

oye esta lección

y calla.

La digo en el mes de agosto,

en los calores ardientes

cuando se queman los bosques

y las mentes.

No me pagan por decirla

sino la digo de gratis.

La digo sin más tomates.


Si quieres hacerte célebre

y rico como dios manda

en política, en las artes

o en la parranda...

Si quieres llenar la cuenta

y darle gusto a la panza

pon de bandera derechos

humanos con las humanas

--y no falten transferencias

de la física cuántica--

y de mástil la macana

sujetada a la cartera

y cuchillo pa quien quiera

joderte la marrana.


Toca en la puerta del capo

emperador de las gracias.

Allí saben que es un trapo

la bandera de esa patria.

Gracias al matriaje negro

crecen ciudades y estados.


Hay que regar los surcos

y que queden bien regados,

unos con caros venenos,

otros con perfumes caros.


Ya te veo ababiecado

consultando los conjuros,

de Manila será el puro

y cristales de La Habana.


Si aparece ese Mefisto

que a Fausto hizo favores

firma poniendo el alma,

firma con dos cojones.


Cuando llegues a la cima

del reino de engañadores

peor será la caída

cuando suenen los tambores.

Pero entre tanto, señores

y señoras las oyentas,

hagan ustedes cuentas.


¿Qué importancia tiene eso

de caer desde muy alto?

Te tiren de donde tiren

la altura es lo de menos.

Tardes mucho o poco,

seas cuerdo o loco,

todos llegamos al suelo.


Todos tenemos duelo

y después olvido.

Mientras tanto no hagas

lo que te digo.


día de San Roque Montpellier

García Martín esta semana hace un cuento en el que aparece el rey Juan Carlos, cuando todavía era rey de verdad. Lo coloca en una orgía en la ciudad de Ginebra donde alguien, con disimulo, saca fotos que da vergüenza mirarlas. A la novia del fotógrafo. 

--No quiero ver más esas cochinadas --le dice ella.

Me acordé de otras fotos que sacaron en Interviú, hace mil años, donde los protagonistas, cada uno por su lado, eran un duque andaluz y el guardia civil Roldán. Las fotos daba pena verlas. Cutres con delito.

Del rey Juan Carlos recuerdo que leía los discursos. Lo más valioso que dijo sin mirar un papel fue "¿por qué no te callas?" y "perdón, no lo volveré a hacer?". Su biografía da para una novela blanca picaresca palaciegra, al revés del Lazarillo de Tormes, pero con iguales tintes de novela negra. Una novela en tres actos. Comenzaría cuando sin querer mató a su hermano con una pistola. Segundo, cuando cedió el Sáhara a Marruecos a cambio de la corona, presionado por EE.UU. Tercero, lo que hizo con la corona. Puede que ya esté escrita. Hay literatura sobre el rey ya bastante.

Nicolás viene y va. Ahora el estribillo verbal es "venga tú", cada vez que regresa a su casa, como decir adiós o hasta luego. Ahora lo llamo Vengatú.

--¿Estás escribiendo todos esos nombres que me estás poniendo? --pregunta.

--Supongo que sí. 

Hablando del rey me acuerdo ahora de una idea que nunca se materializará. Quedará en idealismo. Un libro titulado, una antología titulada El harén de Chita, y de subtítulo Antología de una mujer lesbiana. Tendría que declararme legalmente mujer. Eso me da pereza. Y eso que el criterio seleccionador es estrictamente científico, matemático. Sería con textos de autoras que han puesto alguna vez en mi muro, en fb, un corazón. Sería una antología con corazón. Y sería una edición clandestina, corrupta, que circulara callada. No soy Fu Manchú. Lo dejo correr.  

sábado, 14 de agosto de 2021

Corín

 Me entero que Tenorio está en Lanzarote, y que está preparando un salto a Corfú, isla señalada del mar Jónico, entre Grecia y Albania. Fue allí la última escala de Ulises antes de llegar a Itaca. Me informan. 

Gustavo Bueno, en una entrevista, también informa. Dice que hizo un prólogo a un trabajo sobre la literatura de la escritora asturiana Corín Tellado. La editorial le decía lo que quería y ella se adaptaba. Bueno despacha la cuestión de la calidad como mera metafísica. Lo que importa es la cantidad. La cantidad de lectores que se consolaban con las novelas de Corín. Escritores mediatizados por la editorial fueron Dostoievski o Jim Thompson. Con más fortuna el americano. El ruso se veía obligado a inflar de páginas sus novelas para cumplir con la cantidad exigida. 

Reproduzco alguna consideraciones de Bueno sobre la novelística de Corín Tellado. 

Habla de las normas éticas que tienen que ver con el ejercicio del amor físico (Corín Tellado considera el beso como la expresión más característica del amor entre sus personajes) y las normas morales. Bueno distingue entre moral y ética. La moral concierne al grupo social y la ética concierne al individuo. Tanto las normas éticas como las normas morales --escribe Bueno-- son componentes de la realidad, pero no se reducen a los procesos primarios de la realidad viviente o biológica, por encima de la voluntad de los personajes, el desencadenamiento de los procesos éticos del amor, y cuyo análisis, en términos fisiológicos, queda fuera del foco de atención de la novela. La perspectiva de Corín Tellado --continúa Bueno-- no es estrictamente naturalista, pero tampoco es la perspectiva del realismo fantástico, puesto que las normas éticas y morales no son simples ilusiones, sino componentes efectivos, y aun etológicos, de la conducta de los sujetos de una especie determinada.

El prólogo ocupa unas ocho páginas. Habla de la trigonometría de las novelas de Corín Tellado. Esto me interesa más. Lo volveré a leer. El prólogo lo concluye el filósofo con una declaración de la novelista en la revista Interviú:

--Es que si explico la vida tal como es, entonces no gusta. Doy al lector lo que pide, lo que desea, lo que le gustaría. Si tú al personaje masculino le pones que es mecánico ajustador, entonces la obra no gusta, porque precisamente el novio de la lectora es mecánico ajustador, y ella sabe ya lo que da de sí su novio. Tengo, por tanto, que echarle un poco de imaginación para proporcionar un poco de fantasía a la vida de mis lectoras, que es un poco aburrida y monótona. Yo trabajo para vender. He tratado de escribir de otra manera y he fracasado. No he tenido éxito. Mis novelas son un tubo de escape de las rutinas de la realidad.

El lingüista también asturiano Alarcos Llorach ponderaba el estilo de Corín Tellado. Yo también. No soy escritor de éxito. No escribo para vender (qué más quisiera yo) pero en el tiempo en que leí varias novelas de Corín Tellado, aprendí mucho de su estilo. Con ella tengo esa deuda.   

coplas del gallo Valentín

No me quiero tuyo,

ni mío, ni de nadie.

Ni de Belén Esteban

ni de mi madre.


Ya estoy prisionero

de contar los cuentos,

no me des más sogas

¿de acuerdo?


Fui emperador,

soy ermitaño,

fue una locura

hacer tanto daño.


Creí que era mío

el agua del pantano.

Me la bebí toda

y quedé baldado.


Ya colgué las botas

y quité el pañuelo,

de paja barata

me queda el sombrero.


La saludo a Jely

y a la bailarina,

y a la forma griega

de otra vecina. 


No es mío el saludo,

no es mío el contento.

Despierta que ya amanece

sobre las flores del huerto.

 

viernes, 13 de agosto de 2021

coplas ventoleras

Me tocó de cuñado

un cornudo cabrón

y de cabra una hermana

para mejor condición.


Ya no me nvita Tenorio

para ir al japonés

y visitar a las bellas

después de comer arroz.


Si me invitaste a arepas

cuándo me vas a llevar,

tienes tú más jeta

que la virgen del pilar. 


Doña Sofía se fue

después de decirme tuya.

Ya no me da de comer

de sus compuestas alubias.


Ya no me invita a garbanzas

que hace para el almuerzo,

ni a los huevos de gallina

ni a las flores del almendro.


Ahora quiere a Karmelo

alimentarlo y que engorde.

Para ya la copla, Chito,

que va a llover esta noche.

jueves, 12 de agosto de 2021

crítica macabea a Panza de Burro

 Hoy me dieron ganas de hacer un comentario en un muro que reproduce el artículo de una filóloga (supongo que lo es) cuyo titular es MUCHA PANZA Y POCAS NUECES. Mucha panza y pocas nueces la autora del artículo. Pone un par de ejemplos para rebajar, rebajar con timidez, la novela de Andrea Abreu pero no lo logra. Un quiero y no puedo. Y no puede porque, además de la novedad de que una muchacha con su primera novela haya tenido un éxito importante, a la crítica le sale el tiro por la culata. Las citas que pone incitan más a leer la novela, si no se ha leído, que a no leerla. Lo de pocas nueces, aparte del titular, se puede decir de la filóloga. Igual pasa con el director de la Academia Canaria de la Lengua. Una entrevista que prefiero no recordar. Ese hombre no sabe lo que es amasar el gofio. También intenta rebajar la novela de Andrea. Dice que no se puede poner como ejemplo del habla canaria. Entonces, señor director, ¿qué se puede poner como ejemplo del habla canaria si no es Panza de Burro o los cuentos de Pepe Monagas e incluso la narrativa de Ignacio Gaspar? Dice, más o menos, que habla canaria es poner gaveta en vez de cajón. Manda cojones. Gaveta es un arcaísmo del castellano. De canario solo tiene que se quedó a vivir aquí mientras en la península, su cuna, quedó en el olvido. Además llama dialecto del español al canario. Dialecto no. Variante si no le importa, señor director de la lengua. Dialecto es, por ejemplo, el español en relación con el latín. E igual que el español en general no es homogéneo, el español de Canarias tampoco. Hay variaciones fónicas y léxicas entre distintas zonas, e incluso dentro de la misma isla o en diferentes barrios de la misma ciudad. Fuerte doctor tenemos en esa iglesia académica. Y encima reciben dinero y piensan darle poder de decisión como juzgadores y seleccionadores de obras a publicar el día de mañana. Que me guarden un cachorro.

miércoles, 11 de agosto de 2021

 Cierta similitud hay entre la historia de Ester con el rey Asuero (en la Biblia) y la de Julia con don Gerardo (en Dime que no es verdad). En el Libro de Ester los condenados a muerte son los judíos. En la novela de Ana Beltrán, los republicanos. Tanto Julia como Ester son forzadas por el hombre. Ester en calidad de concubina. La repugnancia que el hombre --el rey en un caso y el cacique en otro-- provocan en la mujer, es expresada en Julia con el vomito. Ester usa una comparación no menos escatológica:

--Me repugna como pañito de mujer indispuesta.

El desenlace es diferente. Ester sí acepta la Marañuela. La Marañuela en la novela es la casa y finca que don Gerardo deja en herencia a Julia, y que ella no acepta. Amán, el segundo de a bordo del rey Asuero, que con métodos parecidos a los de Inés en la novela, quiere aniquilar a los judíos, es él el aniquilado. Ester le pide al rey que lo ahorque y maté a sus hijos y ponga los cadáveres de sus hijos en la misma horca. Julia nunca hubiera hecho esto. No lo hizo con Inés. Se conformó con desenmascararla.

El papel del rey Asuero en la continuación del Libro de Ester, en la novela de Ana Beltrán lo cumple --en esencia, casi al pie de la letra-- don Diego, el hijo de don Gerardo, el nuevo amo del Valle una vez fallecido su progenitor. De él sí acepta Julia la casa y finca de la Marañuela, con siervos que trabajan la tierra y la entrañable criada Carmita, que se ocupa de los menesteres de la casa, incluido tapar los espejos en días de tormenta.

Una cosa echo en falta en la novela. No se nombran los sombreros. Si aparece en la portada: Julia va por el camino que la lleva a la casa del Pedregal. Una ajustada y larga trenza cae sobre su espalda. Su mano derecha sujeta una pamela. (La foto de la portada es de Sayda García, y la modelo es Ainhoa Pérez del Barrio.)

*

En la escalinata de Ibrahim dicen que va a caer una que te cagas porque las moscas están inquietas.    

martes, 10 de agosto de 2021

 Guagua, tranvía y Residencia Nuestra Señora de la Candelaria. Me dijeron que la cita para la médico especialista la tenía que pedir en el 012. El 012, después de 20 llamadas sin contesta, por fin me comunica que la cita para la médico especialista tengo que pedirla en el hospital. Se lo cuento a la de la ventanilla y a regañadientes me da la cita. Todo solucionado. Día fructífero. Afuera, en la caseta de la Once, doy un billete premiado con las dos últimas cifras. El hombre que está dentro lo pasa por la máquina y me dice que me ha tocado 3 euros (el 3 me persigue). Le digo que son 6.

--Ah sí, son las dos últimas cifras. No me di cuenta.

¿No le dijo la máquina el importe exacto? En fin, como dijo un padre al hijo después de robarle las asaduras --para matar el hambre-- a la madre recién muerta: --Corre, hijo, corre, que en esta vida todo son trampas.

Y tanto. Voy hasta el Tahití. Ganas de un plato de arvejas compuestas. Cerrado por vacaciones. El que no está cerrado es el Dieciocho. No hay comida de caldero. Pido un solomillo. Diría que al cochino lo embalsamaron antes de meterlo en la cocina. Sabe a cartón reseco. Las papas fritas están mejor. Algo es algo.

Mientras esperaba pensé en la G (por eso de Gerardo el cacique de la agricultura y Gustavo (Bueno) el cacique de la cultura. Es una letra camaleónica. A Según donde esté tiene un sonido u otro. 3 sonidos distintos. Tres fonemas diferentes.  Me recuerda que don Gerardo (por gracia del Amor, ese dios caprichoso) pasa de ser un hijoputa sin más a ser un hijoputa arrepentido. En su caso no le vale el dicho más vale tarde que nunca. Julia ni así lo perdona. Tanto es el amor que le tiene al hijo (don Diego) como odio al padre (don Gerardo). 

Me dice una amiga que soy su amigo porque soy un caballero. No le digo que no soy un forajido porque ya no tengo fuerza ni logística para serlo. Tendré que conformarme con ser un caballero. Qué remedio. 

lunes, 9 de agosto de 2021

más anotaciones sobre Dime que no es verdad

 Me llaman de Barcelona ofreciéndome un masaje gratuito (no dijeron tailandés) y el regalo de un reloj que puede saber hasta cuando te vas a morir.

--Es un reloj que ha salvado muchas vidas --me comunica el comunicante. 

Después de venderme las cualidades mágicas (científicas) del reloj, me pregunta. 

--¿A cuánto tiempo está usted de Barcelona?

--A unos dos mil kilómetros.

--Disculpe las molestias. Buenas tardes.

Me dejó pensando en las distancias entre los sitios poblados en la novela de Ana Beltrán. Los sitios son el Valle, la capital de la isla (Santiago) y Londres, esta ciudad en lo que toca a don Diego. Dos veces le regala a Julia un perfume traído de Londres. No me acuerdo si se cuentan cómo son estos viajes a Londres, si en barco o en avión. El tiempo más relevante de la novela es el de los casi tres años de la guerra civil. Si me ciño a la historia, quizá es un poco inverosímil que haya habido viajes de negocio entre Londres y Canarias en los tiempos de guerra. Tendré que preguntarlo.

Oyendo antes a Gustavo Bueno (dicen por ahí que es el filósofo que alimentó el ideario de Vox, tócate los huevos), en una charla que habla sobre la mentira, caigo en la cuenta que ese asunto, el de la mentira, también es importante en la novela de Ana Beltrán, empezando por el título. Me acuerdo ahora cuando la madre de Julia dice que su hija va a trabajar a la casa del Pedregal en calidad de institutriz. Va de niñera, simplemente. Menos inocente es la mentira de Inés. Una mentira con que va conquistando a la hija de Julia y poniéndola contra su madre. Gustavo Bueno la calificaría de mentira política. Cumple los requisitos de una de las variedades de lo que él dice que es la mentira política. El procedimiento de Inés (La esposa de don Diego) me hace visible a un elemento de mi familia; es uno de los reflejos de la ficción en la realidad del lector, pero lo dejo aquí, el asunto familiar.

A saber, cuento algo sobre la mentira de doña Elvira (la madre de Julia y de Esperanza) en uno de los episodios.

Es una mujer venida a menos. La sequía no permitió al marido dejarle un dinero potable cuando murió. Y ella, educada para ser señora, no se arregla para gobernar el campo. Viene a menos en cuanto a altura social. Esa caída en cierta pobreza quiere disimularla como puede. Así, cuando la hija Julia pasa a trabajar a la casa del cacique don Gerardo (para hacerse cargo de los hijos de doña Inés y don Diego) dice que va de institutriz, oficio más venerable que el de simple niñera. Una mentira lingüística. La de Inés es más que lingüística.

Otro tipo de mentira, en la calificación de Bueno, está en relación con don Diego. Merece la pena pararse en ello.

(continuará)   

domingo, 8 de agosto de 2021

 El escrito de María Teresa de Vega hoy en El Perseguidor, sobre la novela de Ana Beltrán, señala dos detalles que en lo que yo escribí pasé por alto. Son importantes en la trama simbólica de la novela. Uno es la leche que a una mujer mayor le surge en los pechos debido al deseo de que su hija vuelva a ser una niña pequeña. El otro es el excremento humano que alguien pone en una de las cajas de tomate, para joder el negocio del cacique, de importación de tomates a Inglaterra. 

*

Agustín me había informado de que Pepe Varos estaba muy mal. Hoy Sonia me comunica que ha muerto. Hace unos meses que me envió su último libro. Una poesía que en ese momento leí pero no me detuve en ella. No llegué a habitarla, a vivirla. Me pasó lo mismo con la última novela de Ignacio. El exceso de literatura no me atrae. Las palabras a mi entender deben comportarse como paredes, techos, columnas, puertas que formen un espacio habitable. No que las palabras se coman el espacio. 

*

Se está extendiendo la costumbre del pegamento en lugar del cosido en la fabricación de los libros. Eso perjudica manejarlos con soltura. No se pueden abrir del todo y tienes que sujetar las páginas para que no se cierren. Otra incomodidad más que añadir a los tiempos del virus. 

*

Día de letargo. Ganas de hacer nada. 

 

sábado, 7 de agosto de 2021

algunas anotaciones sobre la novela Dime que no es verdad


Dime que no es verdad

Ana Beltrán

ed. Escritura Entre Las Nubes, 2021


Algunos personajes:

Julia: hija de Elvira, sobrina de Aurora y E, duvieges y hermana de Esperanza.

Aurora: madre de Guzmán, novio y después marido de Esperanza.

Diego: hijo de don Gerardo, marido de Inés y padre de los niños Gerardo y Diego.

Eulalia: sirvienta en la casa de don Gerardo, su hijo Diego y su nuera Inés.

Otros personajes: el médico, el cura, el chófer, el telegrafista, Carmita, Ismael...


Tres nacimientos, tres muertes y tres bodas. Desde  que Julia (joven --quince años de edad-- hija de doña Elvira) toca tres veces la aldaba de la mansión del cacique don Gerardo, hasta el tramo final de la novela el número tres marca la acción en diversos planos. 

1. El embarazo y parto de su hermana, con la que entonces vive junto con su madre viuda (una mujer en una condición social que desde una aceptable medianía ha venido a menos. La mala cosecha y la falta de un hombre, perjudica la economía en una sociedad donde es auto de fe el tanto tienes tanto vales. Auto de fe y pragmática realidad.  2. El embarazo de Julia, deseado, fruto del hombre que ama, al contrario que su hermana (Esperanza), que pronto se da cuenta de que no ama realmente a su marido y que todo ha sido una ilusión de adolescente. 3. El embarazo de Isabela, hija de Julia.

Muertes hay más de tres. Una niña, la hija de Esperanza; la del médico republicano y su esposa y otras dos muertes de dos personas anónimas ajusticiadas por los somatenes al servicio del alzamiento nacional (casi toda la novela transcurre durante la guerra civil: el telón  que lo envuelve todo). Y tres muertes de una misma sangre: la de un niño, la del padre de ese niño y la de su abuelo: 

Tres hijos de uniones consanguíneas. El tabú del insecto aunque no está prohibido si se trata de primos hermanos, sí lo está por la creencia del pueblo (el pueblo de la Villa, sus habitantes) y en concreto por la propia Julia. La preocupación de Julia con el embarazo de su hermana (Esperanza) es porque, al ser el padre de la criatura primo hermano de su joven mujer, el hijo puede nacer tonto. El aviso previo está en los dos hijos deficientes que tienen el hijo mayor del cacique y su mujer, Inés, primos entres ellos. La ley no impide la unión entre primos, pero la biología sí puede hacerlo.

Las bodas también están marcadas por el número tres. La boda de Esperanza, la boda de Julia y la de Isabel (hija de Julia). Otros detalles de la novela también están señalados tres veces. Tres hermanas sin hombres; dos porque son viudas y una --si no me falla la memoria-- porque nunca se casó. Y más tres hay, incluso uno que es mínimo, que se cuenta de pasada: las tres veces que debe subir la leche cuando se la pone a hervir. Tres hervores. 

Don Gerardo (malvado en estado absoluto hasta que se arrepiente) ha violado o seducido a todas las mujeres (casadas o no) que ha querido. Dos (Eulalia y la tía Aurora) le guardan amor. Una (Julia) odio. Son las que se nombran en la novela con nombres propios. Las otras son para nosotros anónimas que, queriendo ellas o no, han puesto a sus hombres el peor estigma que podía llevar un marido (en aquellos tiempos). La palabra "cornudo" es común en el Valle.  El caudillaje, el poder de don Gerardo en el pueblo es tanto, que lo ejerce sea cual sea la política dominante. Es decir, lo ejerce lo mismo en tiempo de república que en tiempos de guerra en que el territorio (la isla) ya ha sido dominado por los nacionales, lo cual le facilita aún más su labor de cacique: acumular riquezas y violar mujeres de buen ver. Los nacionales son los suyos por antonomasia. No la república. Un desacuerdo entre don Diego (hijo de don Gerardo) y su padre está motivado por la política. Republicano don Diego (como régimen político más justo) y del bando alzado don Gerardo (como régimen político más conveniente, para él). Son los dos hombres que tienen acción sexual con Julia. Don Gerardo provocando el odio en ella, y don Diego a raíz de haber despertado en ella el amor.

Los hijos pequeños y deficientes de don Diego y doña Inés (matrimonio entre primos hermanos) tienen los nombres del abuelo y del padre: Gerardo y Diego. Hay un momento en que Julia reflexiona sobre la idoneidad de estos nombres. (La importancia del nombre es señalada en la novela varias veces.) "A mí esos nombres me parecían impropios para aquellas criaturas, que debían de haberse llamado algo así como Miguel y Gabriel".


*

Hay una cosa que llaman saber leer entre líneas. Una lectura metafísica. Quien cuenta la historia de parte de su vida es Julia. Añadido a la simpatía que el personaje nos despierta, sabemos que cuando uno habla de sus cosas hay algo que no quiere decir (por lo menos abiertamente) porque prefiere olvidarlo. Así una lectura entre líneas puede ocasionar en el lector una pequeña duda: ¿Disfrutó Julia en algún momento de los encuentros sexuales con su violador? Estos tiempos no están para estas preguntas. Te comen las jaurías y los rebaños de moralistas que en el mundo están. Poner en duda que Julia no gozó en algún momento de la acción del verdugo es una insensatez. Sin embargo, no entre líneas sino claramente, vemos cómo sí le complació a Eulalia, a la que también --tiempo atrás-- violó don Gerardo, a quien esta vieja sirvienta de la mansión del cacique recuerda con amor (el amor en la novela está unido al sexo: si no hay buen sexo, no hay buen amor; y viceversa) 

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Así como la leche adquiere relieve destacado cuando se hierve, los espejos lo hacen cuando hay tormenta. Carmita, sirvienta de don Diego y Julia en la casa de la Marañuela, cuando hay tormenta tapa con sábanas los espejos porque estos atraen los rayos. Un  lector malintencionado, relacionará la leche de vaca con la leche seminal, que también ha de subir tres veces para que el amor funcione. Y al rayo con el violador de espejos. Un rompedor de espejos. Dejo a ese lector con su derecho a creer lo que quiera. En mi caso, eso sería mucho pensar. Seguramente, aunque cogido por los pelos, se apoyaría en unas líneas donde Julia reflexiona sobre qué es la vida. En resumen, la vida es un teatro y cada cual debe sabe el papel que le corresponde. Los viejos de antes (esto no está en la novela) lo resumían en el dicho la vida es un tango y quien no la baila es un machango (quien no la sepa bailar).  

La saben bailar a su manera las tres hermanas; doña Elvira, doña Aurora y, en la capital de la isla, doña Eduviges. La sirvienta de la casa del Pedregal. doña Eulalia, ya no la baila, se conforma y le basta con que su hijo esté a salvo (en la guerra) y prospere más que ella en la vida. Su tiempo se fue. Murió cuando don Gerardo dejó de desearla. 

Y la lleva muy bien, a pesar de los celos que sufre, Julia, la narradora que quiere contar esta parte de su vida para que no prevalezca la que cuentan las lenguas del pueblo. Don Gerardo, en su modo malvado y sin contemplaciones con nadie, también la lleva bien, para él, hasta que se enamora y (en una lectura mágica y justiciera) pierde su energía y enferma de gravedad. Don Diego carga con el estigma de haberse casado (por obligación de su padre) con una mujer a la que no ama y ser padre de dos criaturas que no son lo que hubiese deseado. A pesar de su deseo de que la república gane la guerra, se adapta al nuevo régimen, fingiendo lo que hay que fingir, y en compensación amando a Julia con ese amor que da vida y hace crecer a quien lo encuentra. Inés, la esposa legal de don Diego, es un personaje que permanece escondido pero acechante hasta que se hace protagonista de la acción. Intentando por todos los medios hundir a Julia en la miseria.

Dos escenas en la iglesia del Valle tienen brillo especial. En una el cura humilla a Julia, sacando en público su condición de "querida". En la otra, un cadáver es custodiado por dos mujeres de luto que se guardan las distancias entre sí.

Entre los personajes secundarios destacan el médico y Carmita sobre todo. Aunque sólo aparezca en el tramo final, intenso por la guerra solapada entre Inés y Julia. Sus acciones (sobre todo la de tapar los espejos) son metáforas del grueso de la novela, de la vida de Julia contada por ella misma. De la parte amorosa entre Julia y Diego, la más intensa para mí sucede en la capital (Invicta Ciudad de Santiago) donde durante un tiempo Julia vive con su tía Eduviges, un personaje fuerte, combativo y noble. Ana Beltrán nos hace ver que son los que triunfan también en la vida real, porque así debe ser. Porque quien siembra amor recibe amor. Y lo contrario.

Iniciaré ahora una segunda lectura. Dime que no es verdad descansa junto a Las flores no se arrancan. Recuerdo, si no recuerdo mal, un tarde antes de una tormenta en que Julia, removida por los celos, arranca las flores... 

jueves, 5 de agosto de 2021

 Borré el poema épico sexual. En una obra de teatro puede que tuviera algún valor. En mi voz no tiene ninguno. Flatus vocis. Pedo lírico. Más apropiado un par de versos que oí una vez en un bar de Gijón, en las noches de farla parlante en el barrio viejo:

No me vengas con tu rumba,

que estoy cavando mi propia tumba.

Me acuerdo de una película de Sacristán en que el personaje está en un hospital, tratado con paliativos, y roba las dosis que puede para evitar el dolor y sale al mundo, a morir, y se retira del mundo, a un bosque o algo así, y allí muere, entre la tierra y el cielo. Yo no tengo ese coraje, esa valentía. Pero lo menos que quiero es ir a un hospital. Schopenhauer llama falacia de causa falsa a la conclusión que se basa en un argumento traído por los pelos. Ejemplo: vio un pájaro negro y le cayó una maceta en la cabeza, como si una cosa tuviera que ver con la otra. Puede que no, puede que sí. Lo que desconocemos es más de lo que conocemos. Me acuerdo de los preludios de la pandemia. Hubo, antes de aparecer el virus, un ataque sin cuartel a la homeopatía y la acupuntura, sin nombrar al curanderismo tradicional. Se impuso la medicina oficial, la burocracia hospitalaria. Ni siquiera en ese ámbito se predica una medicina preventiva: modos de vida y alimentación que te defiendan de las enfermedades. Quizá porque es una broma aconsejar a alguien modos que no puede llevar a cabo o alimentos que no puede comprar. En fin, más hay que decir sobre esto. No tengo ganas. 

Termino la novela de una amiga. Me despierta muchas reflexiones. Las escribiré en otro sitio.

Hoy Nicolás tenía en la puerta de su casa dos colchones nuevos. Cambio de colchones. Debería imitarlo.

Belén me pasa el libro de las flores. El Rincón de la Reina es nuestro habitual lugar de encuentro cada vez que quedamos. 

Abro esto para hacer tiempo antes de que abra Ibrahim. No debería. ¿Cuándo he hecho yo lo que debo? Sí, supongo que alguna vez hice lo apropiado, lo correcto. ¿Cuándo?  

Anoche en un sueño luché contra un león y vencí. Qué consoladores son a veces los sueños.


domingo, 1 de agosto de 2021

el vampiro dialéctico e Hijoputa

 Gustavo Bueno poco menos, o más, pedía que en España hubiese medio millón de buenistas para solucionar la cortedad cretina y simplona de esa nación. En España no hubo un Descartes --dijo-- porque la Inquisición estaba lleno de filósofos racionalistas que quemaban sin parar en barras a las irracionales, mentalmente descarriadas y pornográficas brujas. Desgraciadamente --sigo con Bueno-- lo que abunda en España son gente de ese tipo, lectores de pornografía que cuando él dice una gran verdad le embadurnan el coche con pintura negra. La Inquisición al revés, digo yo, siguiendo el hilo de su razonamiento, o lo que veo de ese hilo, que debe de ser muy largo y cualquiera se mete con el filósofo. Te come el alma. El alma en la que tú crees y que no es sino un cuento teológico, una metafísica del poder político para seguir comiéndote el cuerpo, que es lo real, que es lo que importa.

Esto es como lo oyó un ignorante que lee pornografía. A mi cuñado le pedí un libro de Sade que me había prestado en illo tempore. Se lo pedí convencido de que iba a pasar del asunto después de la discusión --procuré ser diplomático; la diplomacia es señal de debilidad, de no tener armas ni fuerza para entrar en guerra. O simplemente un recurso para evitar una guerra que no va a ser beneficiosa--. Pero me equivoqué. El buen hombre se ofreció a traerme a domicilio lo que le pedí. No le dije sin embargo que el libro que yo quería ver era Saló o los 120 últimos días de Sodoma, del cual Agosta escribe es un eco actualizado. Me trajo Juliette. Poco que ver el estilo de esta novela con la otra. Saló es crónica fría. Julieta es lírica caliente. En fin, no la conocía y por lo menos la puedo hojear. 

Vuelvo al buen Gustavo. Un racionalista lírico. Tiene sus golpes. Cuenta que en una conferencia alguien del público se estaba sonriendo de lo que él decía. Paró el discurso y dijo:

--Y a quien se está sonriendo le digo que yo me sonrío de su puta madre.

Dejo a Bueno. Oro puro en una mina de personajes de novela porno dialéctica. El materialista vampiro que le saca la sangre a la metafísica y la deja sin recursos. ¿Su sistema binario se olvida de que no hay dos sin tres? No sé. 

Me quedé sin cigarros. Nicolás me pidió uno esta tarde, le dije que cogiera dos y cogió tres. Los tres que me faltan ahora para llegar al alba sin mono. En fin, cuando no hay, no hay.

Ayer quiso espantar al gato que visita nuestra parte de la calle. Está convencido de que fue el que le quitó el rabo al lagarto Flecha. Se lo impedí. Le hice un panegírico del felino, del que nos visita, que lo dejó convencido. Le dije que le pusiera un nombre.

--Hijoputa.

Ya tiene nombre. Ya es de la familia. Hijoputa retozaba hoy junto al galán de noche. Luego, como si nada, subió en un segundo tres metros de pared. Buen gato. 

 ***

6:04 a.m. Me fui otra vez a Bueno. Está vez un bueno distinto, más bueno, sin los dientes afilados con que sale en La Clave (el programa del fumador de cachimba), afilados y sucios. Y cara de león  rugiento. Esta vez no. Dentadura postiza, discretamente señalada tras el labio inferior, dientes pequeños y blancos inmaculados. Ya pasó la época en que no gastaba tiempo en limpiarse los dientes. Y usando dos gafas. Una ordinaria y otra para leer. La charla contestaba a una pregunta que le hacían sobre el materialismo del filósofo idealista Schopenhauer. Curiosa la cosa. Si en carácter hay dos gemelos siameses, son Bueno y Schopenhauer. El filósofo de Zo.0. Huraños y combativos. Defensores de sí mismo y de su territorio como hombres libres. En esta charla está más tranquilo. Desarrolla una respuesta a la pregunta con una precisión matemática extraordinaria. Facilita seguir el hilo. Da una importancia relevante a la inquina de Schopenhauer contra Hegel. Yo algo la conocía porque la vi un día por aquí. Y la llevé a Vertical. Aparece en algo que cuenta Merlín (personaje de Vertical) en La Buhardilla, lugar de reunión de escritores, traficantes y una camarera sin nombre. Esta camarera la puse como bulto. Alguien tenía que estar en la barra. Poco a poco fue cogiendo importancia. Como ese personaje pequeño de cualquier cuadro, casi escondido, que sin embargo explica de un modo simple la complejidad de la historia. También me llamó la atención que hablara de los espejos en la filosofía del alemán. El espejo, el visor y la pantalla son objetos que marcan Vertical. La miro y parece una obra a medio hacer. Tiene su cosa una obra a medio hacer. Eso está en uno de los cuentos de Injertos. Un albañil, y un marido y su mujer. El albañil mata al marido y folla con la mujer. Ella encantada. El albañil tiene carácter. El otro es un cebollino. El criminal (es un cuento tebeo) mete al fiambre en un hoyo de la obra. Oyendo a Bueno, en su tiempo de malo y en su tiempo de bueno, ese hoyo será cimiento de una columna. El crimen lo justifica un reproche que el cebollino le hace al albañil a cuenta de una vigas. El motivo real es la atracción mutua entre el albañil y la mujer. Como en el cartero llama dos veces. Pero con final feliz. El único personaje con final a secas es el asesinado, durmiendo bajo la columna que sostiene la viga. En fin. A ver si abre Ibrahim.