miércoles, 26 de octubre de 2022

a petición de Pamela

De la escuela el primer recuerdo es de don Eduardo, el maestro que nos enseñó a leer. 

Mi padre me levantaba de amanecida en la casa de San Andrés, le ayudaba a cortar la alfalfa de los conejos, los que criaba en el patio, y bajábamos a la parada de la gugua frente al muelle. Recuerdo el Sol naciente mientras bajábamos por la calle Belza a coger la guagua. El trayecto a Santa Cruz era por la carretera vieja, hoy en penoso desuso y acabamiento. Bájamos frente al Capricho. Los lunes o no sé qué día me compraba en un puesto de colorines El Capitán Trueno y El Jabato. Luego, antes de coger otra guagua para subir a García Escámez, parábamos en la Viña del Loro. Él adentro echándose la mañanita y yo en la puerta hablando con el loro. Aquel loro me enseñó todo lo que sé en metafísica. Tuvimos una conversación larga. Yo le preguntaba y él me respondía. Cuando mi padre salió, yo le quise contar lo que el loro me había dicho. Pero no me hizo caso.

Don Eduardo nos enseñó a leer por el método de asociar cada letra a una forma y movimiento de las manos. Recuerdo a uno que salió a leer a la pizarra y la danza de sus manos, que marcaba el ritmo de su voz, era extraordinaria. Yo aprendí a leer porque quería saber lo que decían Crispín, Goliat, Fideo el de la flauta, el Jabato, el Capitán, el malayo con el cuchillo entre los dientes mientras aboradaba el barco... 

Una vez ya desanalfabetado, el siguiente maestro nos enseñaba las cuatro reglas. Supe que la multiplicación es una suma, y daba con el resultado contando dedos... 3 x 4: contaba tres dedos cuatro veces. En lo literario solo recuerdo la vez que salí a recitar unos versos sobre el Cid Campeador. "Por el Valls de las Estacas, el Cid cabalga". Y yo lo recité como si estuviese cabalgando sobre Babieca. Por lo menos no hice el ridículo. 

Hacía un sorteo de un regalo los lunes entre los que habían ido a misa. Yo fui a misa en San Andrés y le dije que podía participar. Me dijo que sin un certificado del cura, don Onofre, yo no participaba. Sólo los que él sabía que habían ido a misa en la iglesia de García Escámez, donde hice la comunión.

Me acuerdo de los chiquillos jugando en el patio o formando filas para cantar el Cara al Sol por la mañana y el Prieta las Filas por la tarde, después de comer.

y después sigo contando dios mediante.

sábado, 22 de octubre de 2022

apuntes

Cuando la máscara no vale la pena, y cada vez hay menos máscaras valiosas, es preferible no tener ninguna. La protección de la máscara, la forma en que la verdad nos permite decirla y ser libres, ha desaparecido. Lo que queda, en el inicio del juego, de cualquier juego, es esa cara de idiotas que tenemos. Reconocer la desnudez con la palabra que la nombre es hacerla más fuerte que cubrirla con la máscara de un huevo sin clara ni yema, porque "no hay sinceridad, no hay huevos para decir la verdad". 

La dama del bosque del lago me dedica una canción y luego la quita. Canción de amor. Dios es amor. Todo lo que venga del amor se agradece. Sea etéreo, acuoso o terrenal.

El párrafo de arriba es un añadido al prólogo de Balada sin poesía. Quedé en mandárselo al Emperador. Pero ampliado. Con ejemplos que estén en el libro. Un prólogo no esta mal si es como el trailer de una película contado por el proyectista.  El orden de los días me exige disciplina. Organizar el caos. El caos no se destruye, simplemente se organiza. Luchar contra algo es contagiarte de ese algo. Todo está ahí porque tiene que estar. Tu dilema es recibir la luz, el orden, o dejarte arrastrar por lo oscuro.

Esto vale decirlo cuando uno está oscuro. El libro de Marcelino es una fábrica de plata. De los albañales brotaron la 1001 Noches. De la oscuridad más grande brotó Balada sin poesía. Un libro luminoso. Vale no estar de acuerdo con el poeta, pero el poeta sabe decir lo que él piensa, lo que él siente, lo que él pisa y toca y ve y oye...

martes, 18 de octubre de 2022

textos encontrados

 Sigo encontrando escritos de otros tiempos.

Ahora que ya no hay luz en sus ojos, / ahora que sus ojos están vacíos / y su canto es ciega / nostalgia de un ayer de engaños, / ahora se alimenta / como el loto / y camina por calles/ de la ciudad en ruinas / buscando al trompetista / que no existe, ni en la luna / ni en las aguas de la tierra. / Sí existe en las esquinas / las pobres almas acechando / el rocío de los cuchillos.

El último verso es una runa  islandesa, si no recuerdo mal, que recoge JLB en uno de sus textos. 

*

Pamela hace un relato de la foto que publicó Bella de la azarosa tertulia en La Paz. Aunque da trabajo copiar porque es largo, no me contengo. Tiene su miga el relato.


En la cartera llevo la dirección correcta del amigo, por donde se dirigían las cartas sin señales mías.

Y hoy martes --de un mes de octubre-- que desaparecerá para siempre, me encuentro su imagen completa y no me desmerece en absoluto. Tomó una pose de hombre elegante, pero a la vez deseoso de acabar con la tertulia estirada. Cosas mías cuando he alargado su mirada.

¿Qué pensamientos mudos se habrán quedado en la nada para no empañar la tertulia organizada?

A solas con Belén se soltaría de lleno y serían solo uno.

Dobleces que son de utilidad mientras los minutos pasan lentamente.

Tanta variedad en un espacio corto revienta la armonía poética. La poesía se enfada con la competencia enmascarada, tan endeble y sarcástica. De todos cogí su inmortalidad, analizando el acercamiento exagerado del de las gafas, y lo aparté al instante. ¡Fuera! Deja a la bella joven sonreír sin esfuerzos.

El que abrazaba a Kala se llenó de gracia.

Había otro poeta por la esquina de la foto con un semblante algo serio. Estaría cansado de estar en primera fila y optó por una media sonrisa.

Ella se movía entre tantas edades que no supe si la fotografía se descuadró por el peso de tantos

o que Chito soltó un suspiro de derrota.

Pero aquel semblante altanero no fue de apagón. Allí lo vi más peleón que otra cosa. Cuánto puede decirnos una imagen sin conocer a ninguno y montarles una nueva historia.

A este rincón cualquier día lo van a rociar con zotal negro, y así ahuyentar el mal de ojo y la mala leche.

Me tendré que comprar un lazo rojo y protegerme.


--Chito, tú que dices?

--Al buen callar lo llaman Chito.


domingo, 16 de octubre de 2022

tertulia en la paz

 Ayer por casualidad se armó una histórica y casual tertulia en la Plaza de La Paz. Yo había quedado allí con Bella y con el Emperador, y en la mesa de al lado estaban los poetas Ramiro Rosón y Antonio Carmona. Y ladrando a una intrusa: Kala, perra inglesa con dueño irlandés. La visita inesperada de una araña hay que interpretarla a la luz de otros designios. A mí me trajo a la luz de la memoria la portada del libro Pesadillas que se muerden la cola, de Ana Beltrán. Con la diferencia de que esa araña es una viuda negra (como la que Ramón fotografió en la calle del Clavel una noche de farra), venenosa; la de ayer era una araña literata no venenosa. Paseó sobre la novela última autobiográfica de Antonio Charlín. Yo no la había abierto porque en las anteriores novelas autobiográficas de Charlín  a cada página genial le sucedían tres páginas de pesadez autobiográfica. Pero como decidí que hace bien devolver lo que te han prestado, decidí devolvérsela al Emperador. La guagua tarda y tardaba y abrí el libro y leí páginas y páginas y todas geniales. Salvo al final, el diario del tiempo de reclusión por el covid. Esta vez no hay pesadez pero sí demasiada ingenuidad. En contraste con lo anterior, por fortuna la mayor parte de la novela.

Además en esta empieza a recurrir a la ficción, a hacer realidad el deseo. Follar, correr y escribir son los engranajes que mueven esta novela de Charlín. Y cada uno los mueve con soltura y precisión. Vemos cómo folla, cómo corría (fue corredor de fondo) y cómo escribe, La ambición que enciende el mecanismo. En la última parte (antes del prescindible diario covid) es un autor de fama, celebrado en su pueblo donde el alcalde lo invita a ser pregonero de la fiesta y una bella discípula acude a él y le ruega que la enseñe a escribir. El personaje folla solo pagando. Con la que quiere ser alumna no hay ninguna alusión lasciva por ninguna parte. Se la imagina el lector. Como se imaginó el autor siendo un triunfador, rechazando premios, elogios y pregones. Y dándole a la alumna el diario coronavirus. Bueno, ella quería escribir sobre eso. El diario, hasta donde yo leí, son tópicos. Todos caemos en eso. Y con tópicos vivimos todos los días. A lo mejor hay alguna fuente de misticismo en eso de seguir los caminos trillados y las voces que más suenan.  


viernes, 14 de octubre de 2022

de los poemas a los problemas

 El Ramón no me dijo ni que sí ni que no, para ir a la exposición que inauguró Jordi ayer, de miércoles a domingo de 5 a 8 de la tarde hasta el día 23, en la sala en El Sauzal frente al ayuntamiento. No tenía obligación. Y además cuando quieres hacer una cosa, no es bueno depender de nadie. La comodidad en que me educó mi madre de niño no me hizo bien. Todavía me dura. Tantas cosas duran todavía. La puta pelea que perdí en la juventud con Wang a veces me atormenta la memoria, entre otras cuentas de ese rosario de fracasos. Joder, mucho presumir de borrar la historia personal y no solo no la borro sino que cada vez que paso la goma, la letra se vuelve más clara. En fin, habrá que cargar con la propia ineptitud. 

Fui con Dani a la notaría donde arreglé los papeles de la casa, para recuperar las copias que me robaron. La presunta hurtadora estuvo el otro día por casa, sonriente y teñida de rubio. Me dijo que no, que ella no se llevó nada, haciéndose la nueva, como si su madre no le hubiese informado de mis sospechas. Me pidió permiso para ir a mear al piso de arriba. Tardó un rato, por lo que tengo la corazonada --ojalá-- de que dejó arriba los papeles. No he subido aún a comprobar. Y la notaría dijo que tendría la cosa lista en una semana y aún no me han llamado. Tendré que volver por allí y aguantar los siete pisos de subida y bajada en esa caja horrible que es el ascensor.  Los odio. No sé ya si es delito odiar a los ascensores. Delito de odio. Mi madre, ni con Franco había ese delito.

Mañana quedé con Bella y con Eduardo en la plaza de La Paz, a tomar un café. Hoy Juan dio señales y lo invité a apuntarse. Ya regresó de Lanzarote.

Anghel en una entrevista, como siempre, se pone bien puesto. ¿Quién no? Ponerse bien puesto es un deporte. Se quejó de que los autores se implican poco en la promoción del libro. Negocio de recova los fines de semana. El caso de este editor amigo es que el escritor que publica con él se convierte en el principal cliente. El domingo Marcelino le compró diez ejemplares de Balada sin poesía. 70 euros. "Ya no le compro más", dijo. Le dijo que hiciera yo una reseña para el periódico. No me molestaría hacerla pero ahora estoy vacío. También quise escribir sobre el libro de Candelaria pero no me salió sino un disparate que no lo entiendo ni yo. Rompí lo escrito. No valía un bubango. 

Pamela se queja de que le van a romper la paz rústica con un circuito automovilístico. No hay nada que hacer. Destrozarán la isla y si quieres naturaleza virgen --bueno, más o menos virgen-- sube al Teide. Ya le llegara la hora de que construyan en Ucanca rascacielos más altos que la cumbre, para que los turistas gocen del cráter a vista de pájaro.

Fiesta en el barrio. Actuaciones gays. Lo copan todo. Una mujer sale a un escenario insinuándose y la apedrean las feminista. Pero por los visto, los gays tienen patente de corso. Música estridente en la plaza. Si llueve, ¿suspenderán el espectáculo? A Mara ahora cada vez que la veo en Ibrahim me pone la cara para que le dé dos besos. Cualquier costumbre es infame. Soy un cobarde, no me atrevo a decirle que se los dé su novio. Hasta que me canse ya de veras y, en vez de besarle la cara, le bese las tetas. A veces hay que hacer cosas raras para librarte de molestas costumbres. Como con el vecino de Podemos, que cogió la manía, sobrio o borracho, de tocarme a la puerta y entrar en casa a darme la tabarra. ¿Qué hago yo para cortar este vacilón?, me dije. Lo empecé a acariciar como si me propusiera a tener una relación homosexual. Me arriesgué. Se asustó. Ahora saluda cuando lo veo en la calle, porque los maricones son respetables pero él no es maricón. Mano de santo. No ha vuelto a invadirme el tiempo y el espacio.

Lo que ahora me tiene trabado es lo de la notaría. Lástima no poder... bueno, mejor no lo digo, Las pantallas oyen.  


jueves, 13 de octubre de 2022

romance críptico

 El Emperador

es don Eduardo,

lo que yo no sé

es quién es el Diablo;

el Juicio supongo

nos toca a todos,

salir de la fosa

nos pide el decoro.

Y del Mago te digo

lo que dice el libro

de don anonimo

católico cristiano.

"El viento sopla,

oye su voz,

noche dichosa

mira la cosa

que es guía y luz

del corazón

que tienes tú".

Las tres hormigas,

el puente arriba,

lo dice el agua

con esta rima.

Carne mechada

allí no había,

pide otra cosa

que sí tenían.

Callar es saber,

saber es poder,

arte de callar

no puedo enseñar

porque no lo sé.

Me asomo al muro

de tu hacienda,

me llevo el fruto,

no dejo huella.

miércoles, 12 de octubre de 2022

sueño y realidad

 Bella me envía dos dibujos elementales, que son semillas que si las cuida germinarán y crecerán y darán frutos. En uno ella observa desde una alta ventana un mundo que le agrada, la serenidad salvaje de un patio o un jardín más allá de líneas ondulantes que sugieren un río, sin puente de acceso, y cerrada la puerta de la casa. El otro dibujo muestra una mujer árbol cuyas raíces le impiden avanzar pero puede danzar, sus brazos y manos son ramas que bailan con la música de sus pensamientos.

--Soy valiente, luchadora, ... inteligente y apasionada.

Cierto, nada más cierto. 

El Emperador sobre el Instinto indica, pienso, un dominio tranquilo sobre sus pasiones. El Juicio sobre la Inteligencia, un propósito consciente de poner las cosas en en sus sitios, las cosas del alma, con su voluntad y su memoria.  El Diablo sobre la Intuición me es más complicado leerlo. En una intuitiva lectura, pienso que está diciendo que ahora ella, ser andrógino, no debe dejarse encadenar por las martingalas de los demás, sino ser ella la que encadene a sus prójimos. Afán de poder, de dominio sobre quienes la rodean. 

El Mago, consultando si se aleja o no de un lugar humano, tiene dos lecturas encontradas. El Mago es la Intuición en estado puro, alimentada por el Instinto y la Inteligencia, pero también puede ser el trilero que hace trampas para obtener beneficio. Puede ser el sabio que sabe sin saber que sabe o el trilero que sabe manejar la mentira y hacerla parecer verdad.

Soñé con ella ayer. En un largo paseo por la ciudad, entre apasionado y romántico, pasamos por la calle Miraflores. Ela se sorprendió de la habilidad y dominio con que yo me movía en ese ambiente. Tanto que sin dificultad ninguna abrí una puerta por donde se salía de esa calle y nos permitía seguir subiendo. ¿Sueño premonitorio? No lo sé. 

De la calle Miraflores escribió hace unos días Eduardo en su blog, El Escobillón. No pude evitar escribir un comentario con mis recuerdos de esa calle, en la adolescencia y en la juventud. Fue como dos eslabones de una larga cadena: primero el sueño con Bella y luego el relato del Escobillón, despertar y leer fue seguido. Eduardo me agradeció el texto y dijo que era un potosí. No lo niego.

 Ahora miraré el libro del anónimo cristiano sobre los arcanos mayores. Luego, si cuadra, copiaré algo en comentarios.

martes, 11 de octubre de 2022

habitantas del Olimpo

 "un céntimo le di a un pobre

y me bendijo a mi madre,

qué limosna tan pequeña

y qué bendición tan grande"

me canta la mujer de pelo corto y teñido de rojo que vive en uno de los edificios de arriba. Cuando subo a comprar al KomoKomo, a veces nos encontramos y me trata con simpatía. Como me cae bien, se agradece el trato. Me cantó otra malagueña --dijo que eran malagueñas-- que ahora no recuerdo bien. Hablaba de la calentura como señal primera del amor. Le diré que me la diga otra vez cuando vuelva a verla. Está casada, así que intentando cumplir el mandamiento, procuro mirarla sin deseo. 

Me cuesta más cumplir el mandamiento con la mujer de Jota, a quien puedo llamar prójimo, en sentido estricto. Hombre que todas las mañanas me saluda en la escalinata de Ibrahim. Su mujer suele también estar allí por las mañanas. Me recuerda a Diana cazadora, de una película que vi en la juventud en el cine Numancia. Acteón. Fui el único que me quedé en la sala, porque el resto del público fue abandonando las butacas por lo lenta que era la película. Media hora Acteón, escondido en la maleza, contemplando a Diana bañándose en las aguas al claro de luna, en blanco y negro. A otra que también veo como a una habitante del Olimpo es a Dácil, amiga íntima del Mancha. Más que diosa, parece una ninfa. Hace un par de semanas, el Mancha la animaba a que se casase con un viejo que se había enamorado de ella. ¿Quién no? Desde entonces no la había visto hasta esta noche. Supongo, no sé si acertadamente, que ya se casó con el idiota enamorado y que esta noche pudo escaparse para reunirse con su amado y buscar la droga imperiosa para soportar la espera a que el viejo se vaya de este mundo. 

Ajax, con quien tuve una bronca el otro día porque me negué a darle cinco euros por la cara, me invitó a un pelotazo. Le dije que no. No por nada sino porque ahora prefiero pasar de los pelotazos. No sé si lo comprendió.

Miré hacia el cielo. Violeta oscuro. No vi la luna. Ni vi a Diana del barrio en la cafetería de la Asociacion. Fui por la tarde allí a tomar café, sin adormidera. No me entró el sueño. En Ibrahim he decidido solo pedir vino, porque tiene la botella a la vista. Todo termina por aclararse. Tiempo al tiempo. El pollo del café con presunto somnífero y otro más grave y en otro territorio. Tiempo al tiempo.

cosas


la que  llevaba al río

fiambrera de tortilla

hecha con carbón de leña

en la rústica cocina,

la que hacía les fabes

y escanciaba la sidra.


Dejo ahí esos versos volanderos, por si algún día vienen los que faltan de verdad y no lo que quieren entrar, a repetir la misma nostalgia de siempre. Más de lo mismo pero peor es el adoctrinamiento de esas empresas que se llaman partidos políticos. Cualquier disculpa les vale para generar tripas y tropas de linchadores y adoctrinadores de tres al cuarto. Enfrentarse a ellos es contagiarse de sus aires metanizados. Mejor es alejarse. 

Encuentro papeles escritos, y algunos no están del todo mal:

No he querido subir / a brindar con vino / lo que hemos perdido / en esta vida de aquí, / y cuando estemos allí / ya no importará nada / ni subida ni bajada, / ni el olvido ni el recuerdo, / ni la herida del ciervo / ni el salto de las ranas. // Allí no tendremos ganas / de tener querencia / ni saber ninguna ciencia / ni de hielos ni de llamas. / Toda cosa será vana / cuando la buena señora / te diga llegó la hora / de viajar al infinito. 

En fin, sigo mosqueado con la adormidera presunta. Hoy me volvió a pasar. Chito, ten voluntad y que tus bajos hagan lo que dicen tus altos. Si no, nunca llegarás completo a la hora cero. 

lunes, 10 de octubre de 2022

regreso al aquí ahora

 Dejo atrás la novela deshilachada, con los calcetines sin zurcir y demasiada grasa en los pómulos. Regreso a la vida cotidiana, a las armonías y a los ruidos de los días. El interés en la Kabalah se ha acentuado. Casi me ha servido de ayuda hasta para cagar. Cago más sólido y sin estreñimientos ni diarreas. Dios me ayude a seguir así. Dar del cuerpo como se debe de dar y dar del alma. El alma también tiene sus defecaciones. Los sueños lo son. Un sueño incestuoso tuve en la siesta. Javier el cabalista de Córdoba dijo que ese tipo de sueños anuncian riqueza material. Como leer tres veces al día el salmo 145. Cosa que no hago, por ahora. No tengo ahora a mano la Biblia. Está en un cajón (ya la palabra gaveta me empieza a repunar). No hay que ser cristiano ni judío para que la Biblia sea un libro de cabecera, alimento para aprender a escribir como es necesario. Aunque la tomemos como cuentos fatásticos, está entre los más valiosos cuentos de la historia del mundo. Las 1001 noches completan la Torat y los demás Libros. De esto hablaré, si cuadra y me acuerdo, en otro momento. 

¿La vida cotidiana sigue su curso? No del todo. La venida de Sibi y Darío es una oportunidad para serenar mi casa y serenar mi mente. T, el amigo que trabaja de vigilante nocturno, vino el otro día y me invitó a uno de esos refrigerios que había decidido dejar. Ya llevaba quince días sin probarlo. Me ayuda a concentrarme cuando trabajo las obras con que cargo, pero hay que dejarlo. Por diversos motivos.

Nico no sé si al plato de bacalao compuesto, que me trajo el domingo, le puso adormidera. Después de almorzar estuve grogui unas tres horas. Me entró rara somnolencia y me extrañó, pues por la noche había dormido bien, de un tirón, y hasta el momento del almuerzo estaba espabilado. Lo mismo pasó hoy con el desayuno en Ibrahim. Estuve dormido dos horas después de desayunar y desperté plomizo. A ver si me va a entrar paranoia y me obsesiono en tener cuidado con la que considero gente aliada. 

Entre la ordenación de cosas encuentro un borrador, corregido tal vez, de una novela del escritor de Charco del Pino. Lo hojeo. No veo hollín ensombreciendo la piedra preciosa. Todo lo que he leído se mueve como emanación de Kéter. Sería una ironía que la más lograda novela de Ignacio estuviese inédita en una gaveta de un mueble del 85 de la calle del Tanque.  

No me molesta hacer un trabajo para un amigo o amiga si tal no me toma por el pito del sereno. Uno porque pone sobre mí un corrector jefe. Mi humildad no llega a tanto como para aguantar que corrija lo que yo corrijo, un corrector más incompetente que yo. Las subidas al norte a comer estaban bien, pero no a ese precio. En fin. Y ahora me entra otra paranoia, en relación con el negocio de la pintura. Espero estar equivocado. Y si no lo estoy, aprender bien la lección. Incluso loro viejo puede aprender algo nuevo.