sábado, 25 de julio de 2020

a Juan Royo Iranzo

Juan, espero que estés bien y todo eso. Y que esas novelas inéditas salgan a flote, pues trabajo han tenido. Una pena que no hayas publicado la del 25 de julio. Hubiera o hubiese sido la lectura obligatoria en estas fechas. De las que tienes, ya sabes que tengo preferencia por la que improvisaste. La música y la trama van al unísono. Pero no me olvido ni de Puerto Santo ni de la del barranco. La del carnaval amargo no está mal, pero pudo haber estado un poco mejor de haber mantenido la narrativa histórica hasta el final, en paralelo con las aventuras del Ayuntamiento en aquellos días. En fin, opinión o gusto de lector pedante o exigente. Elige el adjetivo que más rabia te dé.

El ejemplar único que te dejé en el coche la noche de Transilvania ojalá te sea provechoso. Yo herí al autor del ejemplar original y ahora te toca a ti, si te es menester, herir al heridor. La mejor literatura tiene deuda con la literatura anterior. Bueno, haz lo que te dé la gana.

Yo he decidido irme un tiempo al carajo. Al carajo de este barco que es este blog la proa y fb la popa. Desde el carajo por lo menos --supongo-- la visión es más amplia y más clara.

Me quedo con las ganas de ir a Charco del Pino, a dejar un cuadro. Y no a Ignacio Gaspar. A lo mejor lo hago un día, si descubro dónde, la calle y el número, y lo dejo al otro lado del muro de la huerta, y supongo que tendré que irme corriendo antes de que gallinas y patos me delaten.

Bueno, ya te avisaré, lector y amigo, cuando vuelva a cubierta. Si no me come la Ballena Blanca.

Hasta que dios quiera.

jueves, 23 de julio de 2020

No quiero lectores/as que me amen. Los quiero que me odien. Matarlos de odio si son cobardes, y que vengan a matarme si son valientes. No quiero la literatura que se recrea en el sentimentalismo, quiero sentimientos verdaderos. Los sentimientos de la antigua selva. El cortejo es sencillo, y la especie no engaña. Aléjate de mi, soy deforme y malvado. Y camino hacia la muerte, no me hagas perder el tiempo. Cada minuto es un puñal en mi corazón, cada línea debe ser un puñal en tu corazón. Si no es así, he fracasado. El silbido de la serpiente, ha seducido. Deploro ese silbido. Esa mentira. Es hora del veneno. No me sigas. ya estoy harto de que me sigas. No has comprendido nada y te pierdes en tus baratijas sentimentales. Guárdalas para ti y ponlas en tu testamento. Será la desgracia de tus herederos.

miércoles, 22 de julio de 2020

Coca el motivo de quedar con J para comer.

Todo me salía mal pero hacía reír. El plato se me caía sobre la mesa, la silla en que me iba a sentar se desfondaba. Dos mujeres. Una la mujer de mi amigo Juan. Otra, desconocida, más joven. En el restaurante había un machete-samurai. Quise robarlo, incluso lo cogí para hacerlo, pero (supe que me iba a ser difícil sacarlo a escondidas, aunque lo intentara disimular con mi bastón de serpiente) lo dejé bajo un sillón largo o de un mueble. No cabía todo. Los que pasaran por allí podían verlo pero desistí de preocuparme más. El motivo de dejarlo fue porque consideré que podían atraparme con el machete en la mano. Lo que me llevé, sin querer, fue un bolígrafo. Cuando ya afuera (casualidad, ni siquiera fui consciente de haberlo guardado en mi bolso; como cuando te quedas con un mechero ajeno) lo saqué, lo vi, la mujer de mi amigo me dijo que había que devolverlo. Lo hice, y eso provocó una reacción por parte de los jefes de personal, adversa, querían denunciarme a la policía o algo así. Gracias a la mujer de mi amigo se deshizo el entuerto.
Mi amigo decidió vender todas las propiedades que tenía, por medio de internet, por la tablet. Apretó orden de venderlo todo y a continuación la confirmación de la orden. Una confirmación especial fue un camino de tierra (más que un camino, línea de tierra esponjosa, canelo claro, en medio de tierra dura, canelo oscuro), en la ladera de un pequeño monte que estaba en la frontera de Los Pirineos, entre Francia y España, zona francesa. Enseguida algún medio de comunicación publicó que eso era una barbaridad, casi una traición patriótica. Mi amigo se encogió de hombros. Es abogado y sabía lo que hacía, y el revuelo que podía originar le importó un pimiento.
En fin,  me pasó el sicotrópico (coca, un gramo) y decidió retirarse. Yo caminé en lo que creí dirección a mi casa, pero me perdí. Encontré unos chiquillos que estaban en una pequeña edificación, casi un solar a medio construir, junto a un bastante grande contenedor de madera, varas de madera, llenos de enormes calabazas. Tenían algo de comida los niños y me ofrecieron, y para pagarles les di una quima de cus cus que yo llevaba en el bolsillo de la camisa, (envuelto en papel de periódico) revuelto entre algunos billetes (de diez y de cinco) y la bolsita, pequeña, con el sicotrópico. Se pusieron contentos por el cus cus que les dí, lo pusieron en un plato con lo que ellos tenían, algo con salsa, los cortearon y el cus cus se esponjó y aumento el tamaño.
Subí a la zona alta de donde había partido. A la zona donde estaba el restaurante del machete-samurai. Allí estaban todavía algunos comensales. Yo rogué para mis adentros porque me llevaran en coche. A pesar de que una mujer del grupo consideraba que yo era un loco repudiable. Eso no me importó. Me importó que considerara que yo olía mal. A una señora mayor, que había perdido a su amante (mujer), le caí bien y dijo que fuera yo en sus rodillas,ya que su automóvil, lujoso, iba lleno detrás, pues se subió también su marido. Una persona bulto. Entré para acomodarme, y la señora me ofreció un plato de algo exquisito, que agradecí. Pero no llegué  a comerlo. Sentí que había muerto y lloré sobre el plato, y las lagrimas se mezclaron con la salsa de la comida.

--No está muerta, está caliente -dijo alguien. Pero yo sabía que sí estaba muerta. Una muerte en silencio.

Anteriormente un joven del grupo donde estaba la chica que me repudiaba por loco y oler mal,dijo que la disculpara, que era ella la que estaba medio p`allá. Me molestó porque los intentos de bajar a Santa Cruz habían sido infructuosos (los chiquillos me indicaron, pero las indicaciones no me sirvieron). Antes del encuentro con la señora amable, pedí una tapa de algo en un puesto de comida ambulante, un carromato con mostrador alrededor y operarios dentro preparando el condumio. Carísimo. Pero no me importó pagar porque llevaba dinero. Me quedé con diez euros y entonces ya no quise repetir, aunque la tapa estaba exquisita. Con diez euros no me daba para pedir otra y además me quedaba sin dinero.
**
Hoy pasé a comprar material de pintura por la Cruz del Señor. Me fijé en la gasolinera. Dominan las líneas verdes elevada, horizontales. Olvidaba el bastón de serpiente en un bar enfrente, al otro lado de las vías del tranvía, y un cliente me advirtió que me iba sin el bastón.

La Cruz del Señor es un sitio clave en mi historia personal. Allí vivía E. en los tiempos del instituto Andrés Bello y el femenino. El otro, al lado del Andrés Bello, fue edificado después de que estuve con E en Montaña Roja y a ella la "encarcelaron" sus padres en un colegio de monjas, en Las Palmas.
*
Hoy quedé con los Animales.

La señora Amor Mora Roma no entiende nada. Tergiversa las cosas a menudo. Hablo sobre unas reflexiones sobre la Palabra, lo relaciono con la Divina Comedia, lo comenta en su muro. Trato de explicarle que no ha entendido nada. Mal me explico porque no entiende, o lo entiende al revés.
Al final me dice que no me invita a su moral porque (hablo de memoria) se aburriría conmigo, ya que a ella Dante le importa un pimiento. Pues si se aburre conmigo bajo un nogal, que no se aburra en pantalla. La señora V la apoya. También tiene un moral.

En fin. Ya fui por Hacienda, y ya me llamaron de la consulta. Receta renovada.

martes, 21 de julio de 2020

Para llegar al paraíso, hay que atravesar los nueve infiernos. Sí, los de Dante. Me refiero a la lengua de cada uno de los círculos infernales. La lengua obscena de los depravados, la lengua cruel de los criminales, la lengua rastrera de los cobardes, la lengua lisonjera de los traidores, la lengua triste de los que sufren miserias, la lengua irónica de los mentirosos... y así llegarás al Cantar de los cantares.
No hay otro camino. Prueba, amiga que moras bajo el moral. Sed obscena, cruel, rastrera, lisonjera, triste, irónica... Prueba. Y si no te da resultado, yo estoy equivocado. Y no lo estoy. 

otro sueño

Sueño:

Fiesta de ejemplares únicos en un piso, el más alto, en la zona de la Cruz del Señor. Donde en la realidad está la gasolinera. Mucha concurrencia. El anfitrión, muchacho amable, en la realidad desconocido. De amigos, estaba Pepe. Los demás eran gente que veía por primera vez. Ojeé uno de los ejemplares y resulta que lo había hecho yo. Formato más pequeño que el de octava. No supe cómo había llegado a la propiedad del muchacho anfitrión. No lo pregunté. Decidí comprarlo, Pregunté el precio. 20 euros. Me pareció razonable y lo compré. Pepe, en uno de los episodios del sueño, reñía al anfitrión por el poco cuidado que había puesto en la contraportada de uno de su autoría, la del anfitrión. Mientras tanto el mío, construído con folios doblados, ensamblados, lo desensamblé y no sabía cómo volver a ensamblarlo. Pepe me indicó pero así y todo quedóme hecho una pequeña piltrafa. Y además ya no era precioso ni nada. Luego o antes dos muchachas se fijaron en mí y entraron en simpatía conmigo. Me calambré con las dos. Sobre todo una. La que me besó iluminadamente en los labios. El caso es que apareció Christian, que también era invitado en la fiesta. Y era el novio de esa muchacha. Eran novios los dos. Christian se regañó de celos pero no dijo nada. Verlo así, me agrió la maravillosa experiencia. Cuando decidí retirarme, antes de hacerlo, de la puerta de un baño lujoso asomó una mujer, ya madura, que me preguntó si podía hacerle el favor de lavarle el coño. Se apoltronó en un bidet con respaldo inclinado y posacabezas. Empecé con el lavatorio y seguí, para su contento y el mío, con algo más y final feliz. La señora contenta y yo no disgustado. Luego me abordó un caballero, algo laja, que me regaló su chaqueta, de paño fino, y me dijo que le aguantara el móvil, de lujo, y le cuidara una bicicleta, de lujo, y un bastón, de lujo. El caso es que me fui --amanecía y no quería llegar tarde a mi casa, donde me esperaba mi mujer, con la que había reñido porque puso reparos a que yo asistiera a esa fiesta y tuve que decirle que mi situación actual era estar encerrado todo el día, solo. Necesitaba distraerme. Contradicción onírica: si vivía aburrido solo y encerrado en casa, ¿cómo podía estar esperándome mi mujer, en la vivienda en La Cuesta donde viví con Candelaria?--. No quería que se disgustara y me fui antes de amanecer. Subí a coger la guagua en la parada de Vistabella. Allí en la parada, un montón de gente. Alguien me dijo que tenía que sacar el billete, en una oficina impresa en la parada, habítáculo acristalado, transparente. Entre el billete, la cartera, la bicicleta, el bastón... me hice un lío y se me escapó la guagua. Bajé caminando a ver si pasaba un taxi. Pasó uno estilo furgoneta alargada. Le dije al taxista, a la altura de la parada de Vistabella, que parara un momento porque se me había olvidado algo, no sé qué. El taxi se marchó y me dejó murmurando ese hijo de puta se fue con el bastón y la bicicleta. Pero no, la bicicleta, que podía doblarse sobre sí misma y llevarla con comodidad, y el bastón estaban conmigo, y la chaqueta, y a duras penas me aclaré en qué bolsillo tenía el billete de la guagua. La cogí por fin. Al bajar en mi destino, alguien, otro desconocido, me abordó porque el caballero laja había notado la falta del móvil. Hubo amabilidad por parte suya y mía. Lo tenía en el bolsillo de atrás y se lo di. La parada ésta donde me bajé era la que está al principio de aquella calle ancha en la Cuesta donde viví con Cande, a la altura de la gasolinera.

Estaba durmiendo en el sillón y desperté. 4.45 de la madrugada.

Me llama la atención que en el sueño ninguna de las dos gasolineras existían, y cuando desperté fue lo primero que recordé. La palabra "combustible" es la primera que se me ocurre. ¿Combustible de qué? No sé. En amaneciendo volví a echarme en el sillón, me dormí de nuevo y desperté a a la hora del ángelus. No bajé a Hacienda. Fui al bar de Ibrahim después de pasar por la toilete. Desayuné. Lo de siempre. Barraquito y bocadillito de queso manchego. Y un cigarro suelto, dos euros. Meto tres euros al cinco. Nada. Me enfado y deslizo por la ranura un billete de cinco. Nada. Me estás fallando, puta (le digo a la máquina); acuérdate de que soy tu chulo. Otro billetito de cinco. Me da el premio menor y lo convierto en bonos. Paso al simple y juego los bonos. Premio. Las tres opciones. Elija una. Acierto con la mayor. 30 euros. Pongo un euro más jugando al simple. Mejore su premio. Paso a la fila del cinco. Me da veinte euros a la tercera jugada. Bien. Tengo que calcular lo invertido y lo ganado. Hay tiempo.

--¿Quieres leer un poco de periódico? --me dice Ibra.

Salgo a la escalinata a leer un poco de periódico. El Popi, uno de cabeza ovalada, flaca y flaco el cuerpo y que viste de motero, discretamente, dueño de una motita coqueta y casco de flores, se me pega a comentar lo mal que está el mundo y lo mierda que es todo, menos Román Rodríguez, al que admira aunque sea canarión.

--¿Tú donde vives? --le pregunto.

--En ese barrio jediondo que está por el Camino del Hierro.

Vuelvo a casa. Miro la pantalla. Veo a mi amiga colega del Sur bajo el moral de su finca. No sé si ampliar la petición a la virgen del Carmen y además del juego ser también afortunado en... No, mejor no. No hay que abusar. Por lo pronto, dinero y eso no está mal. El día sigue avanzando. Una ligera brisa hace bailar las rosas de Jely.

lunes, 20 de julio de 2020

Toca K en la ventana. Entra,

--Esta me la dejó un amigo.

Esta me va a dejar ya despierto en vela, así que seguiré escribiendo. Ya no me quedan acrílicos para seguir con Zarot, ejemplar único sobre Lanzarote. A lo mejor es el que le tenía que haber regalado a Juan. A él la poesía no le dice mucho. Es un prosaico.

Nada, desvelado. Así que voy a Ibrahim. Luna nueva, me dijo Belén. A mí me agradan las mujeres bellas que me tienen afecto pero no me aman, porque no me dan la lata. Amar es ser latoso. A ver si dejo de amar, por lo menos un poco, porque cuando me da la vena enamorada tiendo a desquiciarme.

En Ibrahim, poca gente. El Puñaladas juega a la máquina. Nada. Ni un premio. Le mete cinco euros más. Nada. Le mete 10. Nada. Le mete 20. Nada. Se retira.

--Juega tú, Jesús, porque te la he dejado llena --y se va por la puerta para afuera, y baja la escalinata, supongo, y cruza la plaza convertida en aparcadero.

--De quién es esta bolsa.

Digo que es mía. La olvidé por la tarde. Contiene unos pantalones cortos de algodón que me regaló aquella lejana mujer que me llamaba cada vez que quería asunto, menos cuando le surgía un macho nuevo y entonces no me llamaba y si yo la llamaba me daba largas. Al final le dije nanái y la mandé al carajo. No sé si sigue allí.

La bolsa con el pantalón es porque me decidí a comprar uno nuevo, bajé a Deportes Salud y la dependienta me atendió muy bien. Salí con el nuevo, y el roto (el de algodón) lo guardé en esa bolsa, que me dieron en la tienda. Para no subir caminando, cogí la guagua y pasé por Ibrahim. Hora de la tarde en que su mujer es la que atiende el negocio. Pedí un café, saqué cigarros y los 90 céntimos restantes de cinco euros los dejé caer por la ranura. Bono. Premio tres opciones. Treinta euros. No está mal. Salgo con 25 de ganancia.   

Y esta noche, después de irse el Puñaladas, metí cinco euros. Tenía razón el forzudo hombre novio de la vecina... Me dio 40 euros. 35 de ganancias. No está mal. No sé si releer El jugador de Dostoievski. El jugador estaba enviciado en un casino, más categoría, y sus amigos eran otros escritores que se reunían en el hall de un hotel a copiarse unos a otros. La literatura se alimenta  de la literatura.

No sé por qué sacan, a Nicolás a colación. Manolo el ex empresario dice que Nicolás me hace no me acuerdo.

--Qué va --dice Ibrahim--, Jesús tiene más recorrido que él.

--No te creas --le digo--, de vez en cuando se permite tocarme los huevos.

La luna llena hace su trayectoria, supongo, en el cielo sobre las palmeras sobre el campo de fútbol. Yo hago la mía de vuelta a casa. Y aquí estoy.

domingo, 19 de julio de 2020

Quien impone a otro un lenguaje o censura el habla que tiene, intenta dominar. Y si lo logra, domina. El tipo castrador es el que corrige tu forma de hablar. Eso es lo que me está pareciendo, en una de sus facetas, el vecino Nicolás. Hoy subió Luis, cuando estábamos sentados por fuera, Nico en su chaplón y yo en el banco de azulejos. Subió a preguntarme quién me había arreglado el ordenador.

--Uno que llaman el Cabezón.

--¿Cómo que el Cabezón? Tendrá un nombre --intervino Nicolás.

Ahora me explico algunas cosas. Tengo que pensarlas un poco mejor. La cosa es que nunca se puede bajar la guardia y como dice el otro: donde hay confianza, da asco.

Una pequeña gota de nieve, si no la atajas a tiempo puede convertirse en un alud. En fin, tomo medidas serias.

La primera, avisar a mi tocayo, el Cabezón, para que me instale el antivirus. A cada momento, esto me avisa de que el antivirus gratis está caducando. En este caso, no hay más remedio que aceptar el dominio y llamar al tocayo y que instale el de pago. Cosa semejante es tener que cumplir con la Administración y pasar por el aro si no quieres verte jodido. A la fuerza ahorcan.
*
Hoy por la tarde subí a ver si Celenia tenía la puerta abierta. La tenía cerrada. Cada vez está peor. Ya casi no puede caminar. El cuñado es un bombillo apagado. Hombre ceniciento y flojo. No sé a qué hora le viene a ayudarla la asistenta social, ni si la visita todos los días. Se baña menos. El olor ácido de su cuerpo hay días en que emana a la superficie.
*

Adormilado todo el día a ratos. Otra noche desvelado, me temo.

Medito sobre la narrativa en primera persona, cuando autor y narrador son los mismos. La intromisión de sus emociones, sentimientos, valoraciones morales del propio narrador, deben ser excluida al máximo. Aunque el tal narrador sea el personaje principal de lo que está contando. Debe ser el lector quien debe verlo todo sin necesidad de que él diga nada, o casi nada, de sus estados mentales o sensoriales.

En la cena en Transilvania, Juan me dijo que a mí a veces no se me entiende lo que quiero decir.  Sí, a veces escribo en claves particulares, como si tomara notas por si viene un tiempo, que nunca vendrá, en que pueda retomarlas y aclararlas mejor. No le pregunté por un caso en concreto. Soy poco preguntón. Una serie cómica, creo que venezolana, de un tal Gonzalito, medio tonto, y su abusadora jefa me están enseñando a preguntar más. Pero la otra noche en Transilvania no me acordé de Gonzalito y sus preguntas que sacan de quicio a su jefa, a la que le gusta más contar un chiste que pintarse las uñas.

Pienso en la señora V. Pero no es ya este lugar para escribir ciertos recovecos; ya no tengo la desenvoltura de olvidarme de que esto también tiene algunos lectores. Comienzo a tenerlos en cuenta y sé que hay cosas que no puedo darles a leer. Más que nada porque seguro que intervienen. Sobre todo si es lectora. Muchos quebraderos de cabeza, pensar en las lectoras.

Con estas autocensuras, mejor haría dejar de escribir aquí algún tiempo. O dedicar esto sólo a reflexiones abstractas que Juan no entiende. Tal vez tendría que esmerarme un poco. Ya los tiempos de las notas en clave pasaron a la historia.

Leo algunos fragmentos de Marsé, descanse en paz, que han puesto en fb. Nunca leí ninguna de sus novelas. A la vista de las líneas que leo ahora, me arrepiento de no haberlo hecho. Muy buen escritor.

Hora de cerrar la pantalla. Y caminar. Respirar.



sábado, 18 de julio de 2020

Nada, como si nada. No sé yo --que soy medio paranoico-- si la despechada sigue mandando mensajes en privado cada vez que ve a una que en público me guiña el ojo. Y encima el barrio este es un ghetto, no hay otra verdad. Como me dijo Marcelino, el otro día, cada día me parezco más a Samuel Beckett.

--¿Cómo va a llover...? Pero no estaría mal que cayera un palito de agua...  Yo me acuerdo de llevarle la mercancía ahí a una casa, y yo me preguntaba cómo los petardos estos que están aquí fumando todo el día pueden tener la casa cerrada, alucinante la peste a tabaco... Y me vine p´acá para no gastar más...

Esta última frase se refiere --Nicolás-- a la máquina en Ibrahim, la puta máquina.

Antes me mandó callar, pero esta vez lo comprendí. Había ganado por la mañana cien euros, me informó Esteban, el cazador. Se lo pregunté afuera, en la calle, y temió que lo oyera su mujer y le pidiera los cien euros. Es la mujer la que le administra el dinero. Matriarcado en el callejón del Tanque.

Y poesía desolada de Marilyn Monroe (recogida en el blog Café Arcadia, de JLGM):

Me dicen que estoy viva,
que debo dar gracias a Dios
por estar viva.
Me dicen que estoy viva.
Y debe ser verdad.
Solo en la vida caben
este dolor,
este vacío,
este no ser nadie
en las manos de todos,
sólo en la vida se puede
desear con tanta fuerza,
como el mayor amor,
la muerte.

Un niño pasa corriendo por la calle. Detrás lo persigue una niña:

--¡No vayas por el jardín! --le ordena la niña al niño.

Más abajo, un gato del barranco se come tranquilamente a una cría de rata. Otros chiquillos lo grabaron en el móvil y me enseñan la película.

La señora V publica una entrada en fb. Me avisa la campanita. Pero no puedo verla.

En fin, no desear nada, ni la muerte, es propio del Nirvana. ¿Dónde estará ese lugar?


jueves, 16 de julio de 2020

Mi cabeza se ha vuelto una fuente de coplas y décimas, ripiosas unas, aceptables otras, y las menos tienen su genio, más o menos. Todavía no acabo de inventar una, ya viene otra detrás tocando la puerta. Esta que veo escrita a mano en el dorso de una cartulina envoltorio de chocolate negro, no está mal para incorporarla a las Coplas de Juan Cabrón:

Las brujas de Tesalia 
eran las más lascivas,
por donde quiera que iban
con sus vulvas incendiarias
quemaban todas la pingas

Las brujas de Tesalia
tienen el coño encendido
con cagarrutas de rana
y cábalas de acertijos

Obligan al pecado 
y arrastran a los oscuro
a todos los cojonudos
y a todos los apocados

Vierten sus brebajes
en cualquier carajo
pa levantar el guanajo
de secretos andamiajes.

Para Juan Cabrón tendría que cambiar el primer verso de las dos primeras estrofas.

Las brujas en Candelaria

Además el cambio no está descaminado porque el valle de Güímar fue lugar de brujería fuerte. La leyenda familiar --el cuento, real o fantástico, es de mi hermana-- reza que mi bisabuelo por parte de madre fue el jefe de las brujas del valle de Güímar. Mi madre también contó un caso relacionado con la brujería. Cuando mi abuela y mi abuelo enamoraban, una cabra ponía las patas en la ventana y no dejaba de mirarlos a los dos. Hasta que mi abuela dijo un sortilegio y la cabra se convirtió en una vecina, y salió huyendo. Decía mi madre que se había enamorado de mi abuelo. En fin, en la obra, como va de tiempos actuales, la brujería es una metáfora.  No sé si les sentará bien a los ciudadanos de Candelaria. Si publico eso ya de una puñetera vez. Ya lo decía don Juan Matus: "Publícalo porque si no, te va a estar pesando sobre los hombros".

*

Una muela y una paleta menos. Gracias al efecto de la hierbahuerto se zafaron sin darme quejas. Silbo mejor. Siempre tuve rabia de mi poco menester en saber silbar. Los animalitos de afuera aprecian el tono y la melodía. Los lagartos levantan las orejas y los pájaros se acercan a oír mejor. Lástima, gracias a los jardineros de la ex alcalde, que hayan destruído el nido de los mirlos en el pitanguero de Nicolás. Los mirlos han dejado de venir.

Ahora silbo mejor y resuelvo mejor con la Administración. Asignatura pendiente: Hacienda. Esta vez tengo que declarar. No sé si por teléfono o puede uno personarse en las oficinas. Y también pendiente: Pedir hora para la médico especialista. Qué martirio. Pero la mejor manera de afrontar un martirio es bailar con él. Como quien baila con la más fea. Al final descubres que es la más graciosa, y la que mejor sabe llevar el paso.

miércoles, 15 de julio de 2020

Después de que Dráculas el otro día en Transilvania me llamara muerto de hambre (en un castellano correctísimo; nada de muertodiambre), qué me va a ofender a mí nada ya más. Lo decía por uno que me ataca por hacer ripios y entre líneas me dice que soy de la cuerda de mi antiguo amigo Karmelo. Le pregunté qué tiene qué ver la poesía de Karmelo con los ripios castellanos con los que yo prendo leña. A ver si contesta. Esto está --no sé si el conde de Transilvania lo seguirá leyendo-- en el blog de Martín. Es una amistad la mía con Martín un poco rara. Quizá porque somos dos polos opuestos. Él es erudito, sabe pensar y tiene sentimientos. Yo erudito de cajón en el mejor de los casos, devoto de no pensar y más adicto a la emoción que al sentimiento.

Juan Royo en la cena de cordero a la leña la otra noche, aludió... vaya, ya no me acuerdo a lo que aludió, se me escapó de la memoria. La memoria tiene que ver con el instinto. Hay que mover el encaje del instinto. Recuerdo el muñeco de Taganana, la foto del judas (en San Andrés lo llamábamos el judas) que me mandó Ramón. Ah, sí. Habló  Juan del fenómeno de Taganana. Mi hermana y yo lo veíamos en una foto en una tienda que había por debajo del Frigo, donde trabajó mi madre, en el picadero. Yo de él me acuerdo cuando tenía dos o tres años. Subí con mi padre por el camino de tierra de las cuevitas (frente a la antigua playa de Los Trabucos) hasta la carretera, o mejor dicho, mejor recordado, cuando la guagua, en viaje de Santa Cruz a San Andrés, paró para nosotros bajarnos en la parada de las cuevitas. Yo seguro había subido a la guagua por la puerta de alante, donde a mí me gustaba sentarme, y fui a salir por la de atrás, y en la última fila estaba él. El Fenómeno de Taganana. Nunca supe su nombre de bautizo. La única peculiaridad en ese tiempo, era una boca muy grande, con dientes grandes. Al principio me asusté. Pero la sonrisa y la mirada de aquel hombre me tranquilizaron. Si alguien con sólo la mirada y la sonrisa me mostró alguna vez un afecto enorme, fue ese hombre. El Fenómeno.

Por la ventana mientras escribo aparece una muchacha (16 ó 18 años de edad) y un niño menudo en un carrito. Nicolás viene a pedirme un cigarro. Salgo. La muchacha en manga de camisas, pantalón vaquero por encima de los muslos (belleza objetiva, venus de Botticelli) y el niño abrigado con una manta.

Corre la brisa fresca.

--El niño no, el niño no se enfría, pero ella no sé.

Me hace señal de callar. Está bien que me informe de que el niño y la muchacha son hermanos, y que el padre es un vecino de más arriba que tiene una moto poderosa y él es hombre atlético, musculoso. Pero que diga que me lo dice para que no me busque problemas, está de más. Le digo que se ahorre lo de los problemas, que ya he tenido y he resuelto. Y si no lo resuelvo, me jodo. Pero lo primero que jode es que me manden callar, aunque sea de buenas maneras.

La muchacha vuelve a pasar, esta vez con un bebé en brazos. Abrigado. Ella no. Miro a la ventana, miro hacia fuera. Ella a mí no me ve. Yo a ella sí.

Hoy tengo pasta que me quedó ayer. Y compré queso rayado. Saco la pasta del agua, la pongo en la sartén, pico ajos, un poco del perejil de la vecina la peluquera y un poco de vino. Y luego a Ibrahim, a comprar cigarros y coger el fresco.

Me pregunto si la señora V leerá estas líneas. Si lo supiera y las leyera le escribiría en exclusiva. La ignorancia es una jodienda.

martes, 14 de julio de 2020

Quien le pudiera cantar
una copla de gorrión
a la que riega los mangos
con el agua del porrón

Hoy hace viento en mi calle
y bailan las hojas secas
y sigo aquí sin nadie
pero tengo la manteca

que me hace imaginar
tus paseos por el pueblo
y cuando vas a regar
a los frutales del huerto

Se me ensaliva la boca
y tengo una gran hambre
cuando pienso en tus pechos
con ese sostén de alambres

Y tengo celos del pato
que tus muslos picotea,
y ahora cierro la boca
y mando callar la lengua.

Llega Jely. Se para a hablar con la vecina de más arriba, una que tiene dos perritos negros, negro azabache, y abro yo la puerta y me asomo, a ver más que a oír. Un ánfora romana es la forma de Jely, y su voz es como su cintura. Talle para ser medido con tres palmos. Nicolás, que ya me tiene acechado el pensamiento, se asoma a la ventana de arriba. Y luego baja a hacerme una visita. Cuenta historias de la calle, un viejo que vivía solo y el sobrino venía a sacarle el dinero y un día se asomó a la ventana con la cara partida y gracias a él, a Nicolás, los bomberos no tiraron la puerta abajo. Y luego hablamos de lo cotidiano. Le digo que tengo que ir a sacar cita para renovar el carnet. Me dice que lo haga por internet. Le digo que ya lo intenté. Insiste. Pues nada, al final entre él y yo nos aclaramos y ya tengo cita.
--Mañana se lo cuento a Ibrahim --dice.
--Pero cuéntalo bien --le digo.
Ni yo delante lo va a contar bien. Nicolás es como el escudero Obregón. A ver si cuento la dichosa novela. Ya la terminé.

--Fuerte viento, Nicolás --le digo.

--Pon porno ahí. --Ni caso, que se vaya a ver porno en su móvil--.  Este viento no me gusta nada. A ver si se quita.

Pues parece que se quitó.

lunes, 13 de julio de 2020

La vecina Jely y la vecina de los mangos se cruzan en mi puerta. Esta de negro, aquella de blanco. El negro deja ver la piel de un hombro, apenas rozado por la asilla del sostén. Esta vecina que me regaló los mangos es agradable verla caminar, verla moverse. Es una bailarina de raza. No sé si ella lo sabe. Se mueve como las ramas y las hojas cuando les da el viento. El viento sopla hoy en la calle.

--Estás más delgada.

--Estás más gordita.

 Se piropean las dos mujeres.

La de negro hace incluso bailar a la bolsa de la compra que lleva en una mano. Dice (habla de cuando estuvo en cama) que lo que tenía fue ansiedad. No le pregunté de qué  brazos tenía eso. Dice que los análisis todos estaban bien, un poco alto el colesterol, pero poco. Dice que de noche se desvela pero no quiere tomar pastilla.

--Ahora de día no, pero de noche me entra la ansiedad.

Nicolás me mira. Me lee el pensamiento. Está a punto de entrar en su casa con su mujer, pero cuando entra ella, él vuelve a salir. Quiere seguir leyendo el pensamiento. Antes de cruzarse las dos mujeres, me hizo un dibujo de una pintura que hicieron un poco más arriba en un cartel publicitario.

Me recrimina que no vea bien el cartel, que tenga falta de vista.

--Nicolás, si quieres criticarme vete al bar de Ibrahim cuando yo no esté.

La mujer de negro sigue hacia su casa.

Nicolás entra en la suya. Yo entro en la mía.


domingo, 12 de julio de 2020

Una de las preguntas que recuerdo de la vulgaridad antigua iba dirigida a la mujer casada. Era que a quién le daba mejor de comer, si al hijo o al marido. Algunas contestaban que al hijo. estaban criando un Edipo. En el cuento de Hansel y Gretel, la bruja es un subterfugio que esconde a la figura real: la madre. Y el dedo que toca para ver si ha engordado, no hace falta decir cuál es. Asfixian a los hijos con tantos cuidados, con tantas atenciones, con tanto control...

A mi no me gustan las personas controladoras que te están diciendo a cada momento lo que es bueno y lo que es malo. ¿Tú que sabes si eres tan buena como bien te pones, y a quien pones mal es simplemente porque no has tenido el valor de ser o hacer lo que esa otra persona? Personas como tú, virtuosas, con moral para dar y tomar, necesitan encontrar a los malos para que se note bien lo buena que tú eres. No. Y además, a pesar de estar tan pendiente de uno, ni siquiera se han fijado cómo se escribe tu apellido. El mío es Castellano. Sin ese al final.

Empiezan poniéndote la ese en el nombre y siguen poniéndote ni se sabe sobre la cabeza y donde les cuadre. Y si te están elogiando, ay qué bien haces esto, qué bien lo otro, entonces sal corriendo. Caricias al conejo antes de pegarle el mortal taponazo. Así los mataban en aquellos vulgares tiempos. Supongo que ahora el homicidio animal es más mecánico. Granjas prisiones y muerte limpia.
*

La señora V no ha escrito más nada. El piropo que le hice se lo tomó bien. Es una atracción en el aire, pues no he oído su voz ni sé cómo es su sudor o qué sabor tiene su saliva. Las veces que la he tenido cerca, no me he atrevido a acercarme. Me pasó como en el cuento de aquel en que un caballo no coge a la yegua por lo bella que está. Hasta que el cuidador se da cuenta, y entonces embadurna de barro a la hembra y el macho la coge y la preña. El temor a la belleza, a no intentar poseerla, me ha perjudicado en no pocos momentos de la vida.

sábado, 11 de julio de 2020

Hoy acostado en el sillón soñé con mi amiga Kala San y con mi un poco menos amiga Palo Blanco, y también había otro bulto pero no sé qué mujer era. Siempre estuvo en la sombra. Ellas vinieron a mi casa. Yo estaba sentado en el sillón y San se puso en el respaldo, para besarme.
Me sorprendieron sus besos, en la realidad ni loca se le ocurre. Fueron besos lascivos, emocionantes, su saliva tenía el sabor de las moras negras. Palo Blanco revoloteaba por los alrededores de la sala y parecía un poco celosa. Yo ni en sueños podía creerme que San me deseara. Palo Blanco sí, seguro que sí. Y yo en la realidad deseo a San más que a Palo Blanco, así que el sueño me trajo el deseo y se cumplió. Por lo menos en besos. Pero incluso cuando desperté me dejó intrigado, más que la pasión de Kala, la mujer en sombra.

Mi imaginación la relacionó con la señora V. Últimamente percibo por parte de esta señora una cierta simpatía hacia mí.

--... un pecado venial. un pecado menor, un pecado de carboncillo --me cuenta Marcelino (acaba de llegar) antes de irse. Habla de cómo lo hizo sentir el Sol cuando venía a verme. Le enseñé los ejemplares únicos y los cuadros del patio. Los aprecia. Pero no les pone precio. Cuando llegó descubrimos el misterio de la platanera. Un misterio descubierto es una bobería. Bah. Una hoja con tallo del papayero.
En uno de los ejemplares únicos aparece la virgen del Carmen como dama de la Muerte. Un tiempo se acaba, una conciencia se acaba, y otra percepción se hace necesaria para comprendernos. Lo acompaño hasta el coche, damos una vuelta a la manzana, y me deja en Ibrahim. Cordialidad de sábado noche. Desde la escalinata se ve una estrella. La estrella hace juego con un semáforo lejano, en rojo. La misma figura, separadas por un violeta oscuro, el cielo, el aire, una respiración visual. La brisa en los arbustos danzan como una escena en una película japonesa. Al final no le conté a Marcelino el cuento que había detrás de la figura tuniada de la virgen del Carmen.

Tiene que ver con el club de lectura. La compañera Margarita pidió prestada tres días una virgen del Carmen, si alguien tenía una. ¿Para qué quiere Margarita esa imagen? Para curar a alguien. No sé si la habrá conseguido, la estatuilla de la Virgen.

La señora V. Algo más que...

Otra historia quería contar. La de Juan con su amigo burlón una noche en Taganana. Otro día si dios quiere.

viernes, 10 de julio de 2020

Otra noche más sin hembra placentera y encima perdí cinco euros en la máquina. Qué desgraciado soy. Ayer tarde vino a mi puerta la vecina galante, camisa larga, muslos al aire, con unos cuatro kilos de mangos que había recogido en Igueste. Era un regalo. Yo hubiera preferido sus muslos, abrirme paso desde las rodillas hasta la puerta de jade. No pudo ser. Tenía que bañarme porque había quedado con Juan, que ya tiene cuatro novelas inéditas. Yo sólo tengo dos, y un diario de cuando estuve en Santo Domingo con la enamorada de otro. Ese diario es muy bueno, a ver si lo encuentro. Allí está el contraste entre la mayor miseria, la mayor desgracia, y la mayor alegría, las tremendas ganas de vivir. Las hermanas y sobrinas mulatas de la enamorada de otro me enseñaron a bailar bachata. Baile sexual, sin tapujos. A quien se meta con la bachata le tiro un pedrusco. Una vez, en la guagua, el chofer quitó la bachata y puso jazz, y los pasajeros casi se lo comen. "Quita esa mielda ya." Tuvo que quitar esa mielda y poner otra vez el perico ripiao. No hay guagua ni micro, por muy destartalado que estén, que la bachata y todo eso no suene a toda pastilla.

Y hablando de la vecina, hoy fue el vecino el que me tocó en la puerta. No localiza al cámel y me pidió una china. Le di tres. El vecino es el que me hace ser educado con su mujer. Una vez evitó que se me quemara la casa o estallara la cafetera, que la dejé al fuego y salí sin llave. Pero como vuelva a aparecer otra vez la mujer con los muslos al aire, creo que me voy a olvidar de que tengo alma civilizada.

A veces no sé si mi amiga de Charco el Pino es ingenua o lo aparenta. Hace cada pregunta. Hoy aseguró que las mujeres no le miran el culo a los hombres. Al final, con mi ignorancia, voy a conocer yo más a las mujeres que ella, que es mujer.

El cordero de ayer me ha dejado fogoso. Y encima sin hembra y sin cinco euros. Qué desgraciado soy.

Ya estoy terminando con la novela de Espinel. A ver si me animo y la cuento. De una época donde no había tiempo para andar con boberías. Me recordó a una que comentó, cuando no sé quién reclamaba al presidente de México que pidiera perdón por los abusos de los conquistadores. Era de México la comentarista. "Aquellos aguerridos conquistadores son nuestros antepasados, no los de ustedes, españoles", vino a  decir.


jueves, 9 de julio de 2020

Juan Royo me avisa de que se agrega Ramón Herar. Nos vemos en la plaza del antiguo mercado de La Maldad, hoy aparcadero de coches. Y emprendemos viaje en el de Juan hacia el Puerto. El Sol de la tarde es una mancha roja rodeada por un círculo blanco, y el valle de La Orotava tiene veladuras de calima que trocea el espacio y lo distorsiona. Llegamos a donde vamos. Restaurante rumano. Dueño de Transilvania. Le sacamos la sangre a un antiguo amigo. Yo de abogado defensor y Ramón de fiscal. Juan de juez imparcial. Yo defiendo el peculiar estilo del antiguo amigo y el acierto de no pocas de sus ideas políticas y observaciones sobre el mundo. Pero visto como está el patio, de guerra civil dialéctica, no entro en detalles.
Cordero al horno plato principal. Sitio casi vacío. Crisis del covid. Puerto desangelado de turistas. Volvemos. Nos separamos y cada uno a su casa. ¿Esto es todo? No, hay más. Pero de lo que no se puede hablar, es mejor no hablar, como dijo aquel.
Son las cinco de la mañana. No ha amanecido. La digestión ha sido buena, el sueño tranquilo y el día se abre a nuevas domésticas aventuras.
Esta vez, el librito que me trajo Juan se titula Vamos a follar hasta que nos enamoremos. Otro aspirante a ejemplar único de la Academia Chitoski - Destrozos Chito.

miércoles, 8 de julio de 2020

Mañana si dios quiere voy con Juan al Puerto. Buenos recuerdos tengo de ese sitio.

... chez Ibrahim.

*

A mi amiga Belén la fastidia una mujer del barrio de La Alegría, que se baña junto al Club Náutico y despotrica contra los negros que llegan en patera. A mí sólo me fastidian los fastidiosos.
*

Mi amiga Pamela me manda un texto de uno que habla sobre la necesidad de Trascendencia. Como si quiere hablar de la necesidad de quitarse las liendres de la cabeza.
*

Patricia quisiera matar --se deduce por los mensajes-- a Evelyn la tránsfuga supongo que bien pagáa. Patricia esta de los cojones amargos no sé yo en lo profundo, pero en lo superficial que me guarde un cachorro. No soy el único que se queja --en realidad no me quejo-- de que hayan puesto más lejos los contenedores (recuerdo cuando los llamaban containers). Más se quejará el vecino al que se los pusieron a la misma puerta de su casa.

Quejas van y quejas vienen.

Y un pajarito menudo se posa a picotear en las flores amarillas del aloe florido. Buena visita.


martes, 7 de julio de 2020

No quiero hablar más de política en fb. No vale la pena. ¿Qué me va a mí en ello? Cada día admiro más al egoísta frente al solidario. Es éste más peligroso, más hipócrita. No entiendo a los linchadores que quieren asesinar al asesino. ¿No son también ellos asesinos? Además, asesinos cobardes. Con la lengua clavan puñales justicieros pero son incapaces de darle ese uso a un cuchillo de verdad. No mates con la lengua a quien la opinión pública degrada, no tires piedras creyéndote inocente. Mata, si te atreves, a quien te hace daño. a quien te roba, a quien no te paga una deuda, a quien se ha metido contigo. En fin.

Hablé ayer con Marcelino. Está ahora en Tacoronte. Está un poco fastidiado, esperando resultados de unos análisis. Va a pedir otro libro del libertino francés del siglo XVIII. Los libertinos europeos, antes de Sade y de el autor de Noches revolucionarias, formaban parte de la Iglesia protestante. Defendían que el sexo era un bien divino. Calvino, seguramente un frustrado sexual --debería investigarlo-- hizo todo lo posible para que los excomulgaran, y así fueron expulsados de la Iglesia y de la política.

Ramón, que está haciendo investigaciones antropológicas en Taganana, me mandó una foto del muñeco con la cuca al aire que este año no pudieron quemar por San Juan. También me envió una foto de las vírgenes que están en la iglesia y un poema que parece un conjuro:

Entre santos varones
y vírgenes criollas
negros nubarrones
afrentan la olla

Pero es Asanos
barrio guanche
que a todo malsano
cura en menguante

Lo remití, junto con las fotos, al wasap del club de lectura. Mi hermana, dada a creer lo primero que se le pasa por la cabeza, escribió que ese poema era magia blanca. No se lo dije a Ramón pero le pregunté que de dónde lo había recogido. Del aire. Los versos se le ocurrieron a él. O sea, cabe la posibilidad de que la brujería, que aún no ha fenecido, lo haya elegido para hacer visible esa magia blanca. Magia negra --dije a las del club-- es la de una mujer de San Andrés que un día, hace mucho tiempo, me pidió que la llevase a Candelaria, y por el camino --la autopista-- me reveló el motivo: iba a pedirle a la Virgen que se le pudriera la mano a un capitán que firmó una sentencia contra su hijo. Su hijo, veterano soldado, no hizo más delito que violar a un recluta. Esto no me lo dijo ella. En fin, dio motivo para señalar al club que la Virgen actual no es ni copia de la original, que se perdió en una tormenta o la robó el entonces marqués de Adeje. Mi hermana señaló que la original está en Arico.

Días pesados. Hoy fui a un funeral. Hacía tiempo que no iba a ninguno. Motivos profundos, inconfesables. No lo entenderían la caterva de linchadores moralistas.




domingo, 5 de julio de 2020

Mi amiga de Charco del Pino, la escritora Pamela Álvarez (su nombre en fb) y también lectora de estas páginas, lo cual me alegra y me justifica, soñó conmigo.

Lo cuenta así:

Tocaba en la casa de Jesús y lo veía con las piernas atadas a una cuerda, boca abajo y los ojos como platos.
Gritaba y gritaba porque pensaba que se había quitado la vida, pero de repente me habló y me dijo que era una postura de yoga para aliviar la mala articulación.
Me senté en una silla que tenía cerca a recuperarme del susto y después me levanté con mi vara de caminar y le pegué un bastonazo que lo dejé loco, ¡por lo tonto! le dije y le pegué un portazo a la puerta que hizo temblar las paredes.

Así está la puerta, me la dejó que voy a tener que llamar a Hilario, para que la vuelva a ajustar. Por que me dejara a mí loco no me preocupo, un poco más de locura no creo que sea muy grave. La cosa es que sobre la mesa del comedor tengo una gruesa maroma que no sabía que hacer con ella. Lo malo es que no tengo sitio donde ponerla para amarrarme los pies y quedar como el Colgado, carta XII del Tarot que cierto tarotista relaciona con un poema de Lao Tzu:

El que sabe no habla.
El que habla no sabe.
Mantén cerrada la boca.
Cierra tus puertas.
Desafía lo cortante.
Desenmaraña los nudos.
Suaviza el resplandor.
Adáptate a tu polvo.
Esto es identificarse con el misterio.

El misterio es que mi amiga me haya conocido antes en sueño que en vigilia.


viernes, 3 de julio de 2020

Tengo que revisar el trabajo en curso sobre las tres I (Ia (Inteligencia), Ib (Intuición), Ic (Instinto)

por lo pronto vale el cuadro de los componentes de cada I

 Ia      Imaginación / Reflexión / Cálculo

 Ib      Olfato         /    Oído  /        Tacto

 Ic       Sangre    /   Tripas    /  Linfa

El contenido dominante depende de los humores

Sánguineo  (Imaginación -- Olfato -- Sangre)

Colérico   (Reflexión  -- Oído -- Tripas)

Flemático   (Cálculo -- Tacto -- Linfa)

La referencia simbólica del trabajo es el Péndulo (Hoy he visto que es también la del Kybalión, de Hermes Trimegisto, donde los 3 factores son Mente (Ia), Espíritu (Ib) y Cuerpo (Ic).

En el flemático la vertical de los tres puntos del péndulo es Ia. En el colérico Ib, y en el sanguíneo Ic.

En un flemático la enfermedad es causada por la deficiencia de Ib o Ic.

En el colérico, por la deficiencia de Ia o Ic

En el sanguíneo, por la deficiencia de Ia o Ib.

(Estos detalles, hay que ponerlos en cuarentena. Podría ser al revés; que la debilidad de cada carácter dependa de lo que es dominante en cada uno; o no ser de ninguna de las dos maneras.)

*
Esta mañana por fin resolví lo del padrón. Fui por la oficina, le dije al portero lo que él ya sabía --las líneas están saturadas-- y me facilitó la entrada para hacer la gestión. Fui inteligente --me hice el ignorante--, fui intuitivo (me hice el preocupado), y el Instinto también acertó (animal manso, marcado por la preocupación (moderada) y la ignorancia.)

Antes vi a Celenia. Tenía la puerta abierta. El habitante intruso había salido. Subí los peldaños, entré en su casa. Fui intuitivo. Lo que me preocupa de esta mujer, es la pierna  hinchada. No sé si el aloe le vendrá bien. ¿Por qué no habré estudiado yo medicina?

*
Entre ayer y hoy, leo opiniones sobre mujeres, o sobre ciertas mujeres, que hoy serían tachadas de inoportunas y deleznables por la clerecía política dominante.

De Jaime Salinas, en el libro Cuando editar era una fiesta (Tusquest, Barcelona, 2020:

--Lo de las bibliotecas es un hueso duro. Las arpías de las bibliotecarias son las primeras en poner obstáculos ya que temen perder su parcela de poder. No me va a tocar más remedio que enfrentarme a ellas,  y como todas son unas solteronas amargadas, con los coños taponados por cemento, lesbianas frustradas, marimandonas y atravesadas, versiones de la Mona, pero sin su inteligencia, son capaces de quemarle a uno en la hoguera. Pero, en fin, habrá que arriesgarse. (Recogido en el blog Crisis de Papel, de José Luis García Martín).

Y recogido en el blog El Escobillón, de Eduardo García Rojas:

George Sanders:

--Las mujeres son como las enfermedades infecciosas. Una recaída es siempre de enorme gravedad. Mi boda con la enloquecida bruja Zsa Zsa fue un craso error. Me avergüenza decirlo, porque no se debe golpeara las mujeres, pero yo sí lo  hice. En defensa propia, claro está.

De él dijo Zsa Zsa, recordándolo:

--George fue para mí un hermano, un hijo, un amante, incluso un abuelo. Era irritante y encantador. Inteligente y educado. Un canalla y un caballero. Un hombre que sabía cómo tratar a las mujeres, y cómo torturarlas. Un príncipe desdeñoso, indiferente, remoto y elegantemente despectivo.

(No sé si ella estuvo casada antes con Rubirosa o después.)

Eduardo señala sobre todo la nota de despedida de Sanders antes de suicidarse:

Querido mundo: me marcho. He vivido demasiado tiempo, prolongarlo sería un aburrimiento. Os dejo con vuestras preocupaciones en esta dulce cloaca. Buena suerte.








jueves, 2 de julio de 2020

Qué mierda. Se me interrumpió el pensamiento filosófico psiquiátrico. Me descubrió Pamela que estoy solito y me quedé llorando. Y encima no sé si el otro lector, Juan Royo, habrá tenido algún interés por indagar en esas cañerías que se cruzan (como el tubo de mierda el otro día entre el tartaguero y el cielo) y comunican entre sí la Inteligencia, el Instinto y la Intuición. Yo lo seguí meditando hoy en Ibrahim con la máquina tragaperras. Tragaperras es una palabra que no me gusta. Si la llamas así vas a perder siempre. Hay que llamarla de otra manera. Preciosa mujer, me dice el Instinto  que la llame. Y la Intuición, que hay que convertirse en el chulo de tal dama luminosa. Que devore el dinero de los clientes, de los necios jugadores, y que me lo dé a mí. Estos días le caí simpático y se le humedeció la  bandeja. En Barrio chino, recuerdo, el personaje que juega a la máquina es ben Liza. Su oponente intelectual, Jacobo Cuervo --que dejó al moro intelectualmente noqueado en Los Cristianos-- intenta inútilmente captar cómo Liza gana siempre que juega a la máquina en el bar Acapulco, San Andrés, en la avenida. Y si yo quiero saberlo, tengo que ponerme en la cabeza de ben Liza. A ver. Eso puede ser mortal. Enloquecer más que con la semilla del tártago.
+
Ya mi dama no viene por casa. Tiene un pie hinchado y dificultad para andar. A media mañana --es su costumbre-- el hombre que vive con ella (supongo que castamente) sale a la calle y desaparece de la casa unas dos horas. Y como sé eso, soy yo el que voy a su casa y si tiene la puerta abierta --si no, paso de largo-- subo los pocos peldaños y entro. Hasta aquí el realismo. No entraré en el naturalismo.*

La inquietud es que el hombre vuelva cuando yo estoy dentro. Antier vino, y nada, todo correcto, y hoy también volvió de su salida, y nada, no pilló nada anormal. Dicen que no hay dos sin tres. La próxima vez tengo que mentalizarme que va entrar en el momento menos oportuno. Pues nada. Que todo el tiempo sea momento oportuno. Sí, y yo me lo creo.

En fin, toca apagar esto y seguir con el escudero Marcos de Obregón. Se da más pisto el hombre. O sea, el autor, Espinel. Y no en balde. No sólo inventó una décima que es mágica sino también la quinta cuerda en la guitarra española. También hay una guitarra en Barrio chino. Chi se la cambia a un tal HH por una chilaba. Y cuando desenvuelve la chilaba, está cagada por dentro. Esa cagada también es mágica, diabólicamente mágica.

*Siempre recuerdo la diferencia que hacía el profesor Vives --de Francés-- entre el realismo y el naturalismo. Lo hacía con un ejemplo. El realismo escribe "entro en el cuarto de baño", y no cuenta más nada. El naturalismo dice lo mismo, entró en el cuarto de baño, pero en punto y aparte o seguido sigue narrando lo que hizo allí dentro. No sé, yo he sido un naturalista fantástico. A lo mejor me cabreo y empiezo a ser un naturalista real. Y cuento, por ejemplo, hoy me levanté, hice un café y... etc. 

miércoles, 1 de julio de 2020

La dosificación de la amistad, de las drogas, del dinero, de los afectos, de las emociones, etc, es la X de la ecuación. Si no dosificas bien, el producto --vegetal, animal, mineral, etc.-- no te da vida, sino te la quita.

El equilibrio entre la Intuición, el Instinto y la Inteligencia favorece el conocimiento, la destreza y la  posibilidad para encontrar el valor de la X. Encontrarlo y aplicarlo.

Los ejes de la Inteligencia, son la Imaginación, la Reflexión y el Cálculo.

Los de la Intuición, el Olfato, el Tacto y el Oído.

Los del Instinto, la Sangre, las Tripas y la Linfa.

La inteligencia (obvio ya las mayúsculas) se comunica con la intuición por medio del oído, y con el instinto por la linfa.

La intuición se comunica con la inteligencia por medio del olfato, y con el instinto por las tripas.

El instinto con la inteligencia por el cálculo, y con la intuición por el tacto.