jueves, 31 de diciembre de 2009

M. Nussbaum escribe

"Invita (Epicuro) a mirarnos a nosotros mismos, a nuestros amigos, a la sociedad en que vivimos. ¿Qué vemos cuando miramos y miramos sinceramente? ¿Vemos gente serenamente racional, cuyas creencias sobre lo valioso sean en general bien fundadas y de buen sentido? No. Vemos gente que se desboca frenéticamente tras el dinero, tras la fama, tras los lujos gastronómicos, tras el sexo consumista, gente convencida por la cultura misma, por los relatos en que se han criado, de que tales cosas tienen más valor del que en realidad tienen. Por doquier vemos a víctimas de los falsos reclamos sociales: gente convencida de que no pueden vivir (o soñar con) sin sus montones de dinero, sus refinamientos de importación, su nivel social, sus amores y amoríos, por más que esas creencias proceden de la enseñanza y puedan tener poca relación con la verdad acerca de lo valioso. ¿Vemos acaso una sociedad sana y racional, en cuyas creencias compartidas podamos confiarcomo material para un acercamiento verdadero a la vida feliz? No. Lo que vemos es una sociedad enferma, una sociedad que aprecia el dinero y el lujo por encima de la salud del alma; una sociedad cuyas enseñanzas morbosas acerca del amor y del sexo transforman a la mitad de sus miembros en objetos de posesión, a la vez deificados y odiados, y a la otra mitad en poseedores sádicos, atormentados por la ansiedad; una sociedad que provoca matanzas milenarias, usando las más destructoras y refinadas máquinas de guerra, con tal de escapar del terror angustioso de su propia vulnerabilidad, Vemos, sobre todo, una sociedad donde cualquier empresa está envenenada por el miedo de la muerte, miedo que no permite a sus miembros disfrutar de ninguna alegría duradera, sino que los convierte en los esclavos miserables de corruptos predicadores religiosos (o políticos)".

Nota: los parentesis son aportaciones del blogero.

¡Buen año 2010!

martes, 29 de diciembre de 2009

Cuento sin título (y 3)

H leyó atentamente el historial de la conversación entre K y la supuesta A, no más de folio y medio, y concluyó:
--Esta señora te está sonsacando. Intenta vacilarte. Dile que sí y ya verás como después te propone cibersexo, y primero te dirá que aún no ha tenido esa experiencia y luego te dirá que tiene la webcam estropeada.
Los análisis de K sobre el estilo literario de la supuesta A, le confirmaron que en realidad se trataba de B.
B, haciéndose pasar por A, había eliminado del estilo de su escritura los rasgos generales, los comunes a muchos escribientes, pero no había podido eliminar los rasgos característicos, los que marcan individualmente el estilo como la huella de un dedo.
B, que a veces lo presentaba como novio y a veces como amigo, dependía con quién se encontraran, tenía la costumbre de adornar con un velo de inocencia hechos que, si K los cometía, eran siempre reprobables. Pero en ella estaban justificados. "Ay, era para felicitarlo por su cumpleaños", decía. "Ay, era para resolver un problema de álgebra", decía. K no podía decir lo mismo. Él no solía felicitar los cumpleaños y tenía un perfecto dominio del álgebra. Si alguna ex amante se acercaba a él y él le daba pie, no tenía ninguna justificación.
--La gente celosa es como el ladrón. Piensan que los otros son de su misma condición --solía decir H, en su repertorio de frases lapidarias.
Puede que sí, pensó K.
--La única manera de aliviar nuestras trampas, es comprobar que los demás también son unos tramposos.
--Me tienes harto con tus frases célebres. ¿Por qué no las publicas y así te callas un rato? --se enfadó K.
"Ay, se me ha estropeado la webcam", escribió A.
"Pídesela prestada a tu amiga B", escribió K.
Al día siguiente, A desapareció de la lista de El Loro Encantado.
K volvió a mirar los números rojos, y una ex amante lo llamó para preguntarle por su salud. Le colgó el teléfono.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Cuento sin título (2)

K, cuando la empresa iba bien, pasaba ratos con la pantalla del ordenador conectada a uno de esos sitios de relaciones sexuales-sentimentales que abundan en la red. Además, beneficiaba a su trabajo de diseñador de eslóganes para la publicidad de artículos femeninos. Mataba dos pájaros de un tiro. Se entretenía y aprendía. Pero cuando los números se ponen en rojo, tienes que dedicarte de lleno a resolver el endiablado sudoku comercial y no te queda tiempo para otros aprendizajes. Sin embargo, le extrañó la insistencia de A, que sin conocerlo de nada reclamaba con insistencia su atención en una página llamada El Loro Encantado.
Hasta ahora le habían interesado los tics y giros lingüísticos que generaban las mujeres en general. Eran los que valían para el negocio de la empresa. Pero esta vez le interesaron los detalles particulares, y descubrió ciertas coincidencias entre A y B, una mujer a veces novia y a veces amiga esta última, y una de las pocas personas que estaban señaladas como de confianza en los dedos de una de sus manos.
Cuando A, sin venir a cuento, le propuso encuentros secretos esporádicos, ya no supo qué pensar, y consultó con su compañero H, diseñador de envoltorios, un tío listo y que se las daba de conocer las debilidades, ambiciones y trampas del 90% del sexo femenino.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Cuento sin título (1)

La curiosidad es la madre de todos los vicios, pensó K cuando vio que era vigilado por A. A se mostraba demasiado inocente siempre que tenía oportunidad de hacerlo. Cuando enseñaba su bolso a K es que ya había sacado de él todas las pruebas de sus delitos, pero A no se conformaba con creerse inocente. Necesitaba comprobar que K también era culpable. Eligió el peor momento para vigilar su pasos, su correo, sus llamadas telefónicas, sus conexiones en la red... No da buenos frutos vigilar a alguien que está intentando arreglar su vida en esa edad en que ya parece que la vida no tiene arreglo. Y sucedió lo que sucedió.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Días de Madriz

Pamplona es una ciudad acogedora, en lo que a mí concierne. Además con calor y olor de hembra exquisita, y además inteligente. Ni yo, que soy listo y un maestro de la mentira, logro engañarla. No canta en latín porque no le gustan los curas, pero sabe la misa de cabo a rabo. Madrid tampoco se queda atrás. Es esta una ciudad bienhumorada, y humanizada por la invasión de los sudamericanos, y algunos africanos. Curada de los chulapos de Arniche. Me recuerda a San Andrés. Tiene un aire especial. Sobrio y a la vez expansivo. Festivo y rutinario. Intelectualmente no, pero emocionalmente comprendo como alguien como Galdós o Valle Inclán o tantos otros hubieran podido escribir como lo hicieron. Ser escritor en Madrid es fácil. Las historias y los estilos fluyen como la música de un negrito que suele tocar en la estación de metro de Tribunal. Le pone gracia y don divino a las notas musicales. Después de oírlo, sabes que nada malo puede sucederte. Tribunal está en el barrio de Malasaña, donde está también la plaza 2 de Mayo y el café bar Pepe Botella. Entre Pepe Botella y el bar Madriz, elijo el primer café del día. Pepe Botella tiene la ventaja de que es un lugar de estar, con todos los periódicos de la ciudad y zona wifi para los internautas. Pero creo que no iré en unos días. Hoy creo que quemé la madera de la barra. Me queda la duda de que a lo mejor fue uno que estaba al lado mío. Una colilla encendida hizo un gongo en la madera. Olía a quemado. Tapé el cráter con el cenicero y me fui. A comprar el pan. El pan es algo que diferencia a Madrid (y a Pamplona) de San Andrés. En Madrid, y en Pamplona, el pan es bueno, sabe a pan.

Lecturas en Madrid

Estoy con el endiablado ordenador Mac de Sibi, sin un práctico ratón que facilite el uso operativo. Sibisse vive en una casa mona, junto a la calle Tenerife, con grafiteros de alcurnias, que hacen obras de arte en muros y paredes y encima cobran. No sé cómo no se le ocurrió pedirles imágenes para Lunula. En fin, para imágenes las de mi amigo Anghel Morales, que acompañó más de cien a sus memorias y luego protesta porque esta hija mía no escogió las que él tenía en mente. El pequeño Anghel, el hombre de hierro, merece a la Campanilla de Loisel, un autor de comic cuyo Peter Pan está a menos de dos puntos de la maravilla. Cuenta lo que le sucedió a Peter Pan en los tiempos anteriores a la historia narrada por Barrie. Su madre es una borracha asquerosa que se prostituye para pillar coñac y acaba siendo victima de Jack el Destripador. Y Campanilla, una celosa asesina, más cercana a las avispas que a las abejas. Es muda pero sus gestos son la mar de expresivos. Menos mal que en aquella isla, el olvido es la norma. El dolor y la tristeza que provocan las envidias, los resentimientos y los odios no duran ni un segundo. Al lado de Campanilla, el Capitán, llamado Garfio en un futuro, es un santo varón. Lo dicho, ésta para mi amigo Anghel. La otra, la de Barrie, ya veremos. Tendré que leer su libro. Sospecho que la de Barrie está más cercana a la de Pamplona, que muy poco tiene que ver con la de Loisel. Mi Campanilla de Pamplona, de muda ni un pelo.
Pamplona es una ciudad transitable y acogedora, y allí no recibí sino cariño, calor --a pesar del frío-- y alegría. Inolvidables Blanca, Iñaki, Nieves, Fausto, Lourdes, Félix, Ana chófer, Ana hija, Xabi, Mapi... Bueno, no quiero ponerme sentimental, pero también Madrid me está degustando con buenas vibraciones. Y más ahora que aminoró el frío y he comprobado que la Dama de negro no le dio aún un zarpazo a mi cuenta corriente. Hoy la vi, en la página de atrás de sudoku de El Mundo. Flirteaba con el Hombre del Viento. Se la veía contenta. Ella contenta, yo también contento.
En casa de mi hija Atteneri, además del cómic de Loisel, leo a Bertrand Rusell y a Jonathan Swift. Sus escritos liliputienses pienso que son básicos para que José María Lizundia comprenda el independentismo canario, pero ahora que transita la calle Miraflores tiene otras historias que vivir, a salvo de quedarse cojo. Lo que yo leo de Swift son aforismos, al estilo de los que Anghel desarrolla en su blog. Y ahora iba a hablar de otros amigos, de Marcelino y de Ramón, pero Sibisse me manda a hacer un mandado a un chino de la calle Raimundo, aquí cerca. Hasta otra entrega.

martes, 22 de diciembre de 2009

Sueño superficial

Sueño con la maltratadita. Viene a visitarme a la casa de San Andrés. No está mi padre, menos mal. Hablamos, palicamos, y me invita a ir con ella al Hotel en bajamar donde ahora reside. El coche lo tengo en la habitación. Me cuesta vestirme. me apuro y es peor. El coche es un cachibache indecente, algo parecido a una moto acuatica cpm dos plazas. Vamos a llevar a un gato que corretea por el patio de afuera pero no es plan, el viaje sería más incómodo. Hacemos una parada en una biblioteca pública, cojo un libro de la serie de Castaneda, pero escrito por otro autor, una autora. Las tapas están sueltas. No soy socio pero dicen que me lleve el libro. Quieren que un loco que está molestando, Salga de allí detrás del libro y desaparezca. Después de un rato vamos caminando, por Gijón, y mi hermana, en sempiterna compañía con mi cuñado, me ve pasar pr una esquina, y me llama, espero que venga, y cuando ve a la maltratadita, se le descompone la cara. Ni ella ni mi cuñado sueltan una palabra. Se alejan pero se quedan a cierta distancia, vigilando. El rostro del hombre parece alumbrarse con una justificación moral para hacer de las suyas. Seguimos nuestro rumbo. Llegamos al hotel, de lujo, con luces de navidad en la fachada. El bar del hotel lo regenta Laura Castañón, que organiza encuentros culturales, de color asturiano. (Antes, la maltradita, cuando mi hermana no la saluda, se pone histérica.) Ya en el hotel, le regresa la calma. Quiere que me quede con ella esa noche. Aún está en vigor la orden de alejamiento. Ni hablar, no quiero caer en más trampas con mujeres laberínticas, con las que hay que tener el móvil apagado porque los revisan hasta las entrañas, y con la ley de su parte. A la mierda. Cada uno por su lado en las bifurcaciones de la mierda.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

desde Pamplona

Amigos de Tenerife
yo en Navarra estoy muy bien
al calor de mi Juana
como niño en el Belén.

En la guagua aprendo euskera,
la nieve me agrada ver,
aquí me quiero quedar
mas aún no puede ser.

Pero ya sé mi destino,
pues otro no puede ser,
querer a mi pamplonica
es mi ciencia del saber.

martes, 8 de diciembre de 2009

Haidar

Ese Gobierno de España, impulsador de esa ley facista y de caza de brujas llamada de Violencia de Género (y otras tantas leyes de bombo y platillo), tenía ahora una oportunidad para dar un punto de nobleza a esa ley. No lo ha hecho, no lo hará. Haidar és víctima de la violencia de un Estado. Y este otro Estado, el español, calla la boca. La clase política. No le basta la corrupción ilegal. Legalmente está corrompida. No tiene sangre, ni carne, ni hueso, ni ser. Haidar. Haidar. Haidar.

antes del viaje

Uno se pega toda la vida viajando. El primer viaje es cuando naces. El viaje de la vida. Ese frenesí, esa ilusión, ese estar y no estar. Y cada noche, cuando caes en el sueño, ese extraño viaje. Y entretanto, viajes cortos y viajes largos. A veces los largos son cortos y al contrario. Mi preferencia son los barcos, pero qué voy a hacer, se impone el vuelo. Ver la Tierra desde las alturas, si no está nublado. En la isla dejo en suspenso los inéditos viajes literarios, ese sinsentido del oficio de escribir. Espero que no me hayan robado el ordenador cuando haya vuelto. En un país de ladrones, cualquier robo es posible. En fin, espero volver para contarlo. Un beso a todos y salud para Haidar. Ella, una mujer que sufre un cruel maltrato, también está inmersa en su viaje. Lo demás es literatura.

lunes, 7 de diciembre de 2009

guanajos

Guanajosmán y Guanajaswoman hay en todas las causas, en todos los partidos, en todas las ideologías, en todas las banderas, en todos los himnos. Mulsulmanes, judíos y cristianos tienen sus listas llenas de guanajos. Yo el primero. Cuando España dejó el Sahara a la suerte de Maruecos, yo estaba sirviendo, como militar, de cabo, a un Franco moribundo. Recuerdos de la puta mili. No me gusta hablar de eso. No llegué a cabo primero porque no sabía marcar el paso. Siempre he tenido un oído pésimo para la música. Lo lamento. Y lamento muchas cosas de este mundo que no estoy autorizado para lamentar, porque estoy en el grupo de los guanajos. Vivan los que tienen cuatro dedos de frente.

martes sin puerta

Mañana, día de fiesta, no hay programa.

domingo, 6 de diciembre de 2009

ruego a mi amigo Anghel

Aunque no estoy versiador
en esta noche inspirado
a mi amigo Anghel Morales
quiero dejarle un recado.

Como ya dije en el cuento
escrito ahí más abajo
en medio de la semana
de las islas yo me rajo.

Me voy pa España, señores,
patria de mi Campanilla,
y no sé por qué me quiere
a mí esa linda chiquilla.

A su llamada yo voy
aunque a volar tengo miedo
y si me sacan del barrio
no sé por dónde me muevo.

Pero en llegando a Navarra
mi patria habré encontrado,
mi sombra del almendro,
de ese frescor enamorado.

Anghel, no te dejo un euro
ni los gastos pagados
pero quiero que te encargues
mientras yo esté alejado

de la dichosa La Puerta,
con Lizundia y su hermano
y Ramón y Juan Royo.
Echame, amigo, una mano

y sé que te pido mucho
y nada de bien pagado.
Anda, no me lo discutas
ni des disculpas, malvado.

prueba acartonada (y 5)

El padre de Fernandito descansa en paz. Yo lo recuerdo porque es un personaje clave en mi novela del gigoló. En esa novela el padre de Fernin está vivo. Pero en el tanatorio, estaba muerto. Fui con Beba, como dije, y allí vi a Manolo, al Wary, a Orlando Cova... y después de hablar con Dios, regresamos a San Andrés.
Me aburre ahora hablar del asunto de El Día, pero lo prometido es deuda, dicen. Concepción, el presidente de MP (Movimiento Patriótico), declara que don José Rodríguez, director de El Día, no es enemigo de Las Palmas. Menos mal, porque si fuera enemigo, haría con la isla de enfrente lo que yo quisiera hacer con el auditorio de Calatrava. Dinamitarlo. Embellecerlo, africanizarlo. Convertirlo en blanco de operaciones bélicas militares.
A mí, de los humanos no me importan sus ideas. Las ideas están ahí, en uno o en otro, como las garrapatas tras las orejas de Thor, o las cucarachas en las gavetas del mueble del pasillo, frente a la reservada habitación de mi sobrino Mundi. Las ideas aleatoriamente tienen que ver con las personas, pero están en ellas. Las que asedian a don José Rodríguez me recuerdan a los liliputienses, no guerra contra España, de la cual admira su Ejército, su Policía, su Rey y su Franco, sino guerra civil contra Gran Canaria, a la cual isla quiere cambiarle el nombre. Atacar el nombre de algo o de alguien es el a del abc de cualquier hijoputa mosca cojonera. Cada cual tiene el nombre que le da la gana, y quien no acepta ese nombre es enemigo. Don José Rodríguez no es enemigo de España. El independentismo de El Día es una mezquina pantomima. Don José Rodríguez es enemigo de Canaria. Y a mí me importa un carajo de quien sea enemigo don José Rodríguez. A don José una vez lo vi en La Rambla (Santacruz) y me pareció un hombre digno de ser mi amigo. No eligo a mis amigos por sus ideas políticas, filosóficas o religiosas. Los eligo por algo así como un gesto imperceptible. Ese gesto lo tenía don José Rodríguez esa noche en La Rambla. Lo vi merecedor de mi amistad. Eso lo honra.
Y ahora, sin acabar el cuento como yo hubiera querido, dejo aquí el último capítulo, pues el miércoles próximo viajo a España. Este martes no creo que haya programa en Tijuana, es fiesta, y el próximo espero oír a Jose María, a Juan, a Ramón y a Anghel desde el reino de Navarra. Así sea, y buena suerte, amigos míos.

prueba acartonada (4)

En algún lugar de este cuento pensaba citar a las sirenas que, con el arma de sus cantos, nos cautivan para devorarnos, y a la hidras, que cagan sobre nuestros platos de comida, y a las brujas que nos convierten en cerdos. Por supuesto, hay correspondencias masculinas, pero eso es sitio de otro cuento. En este cuento, contrariamente a lo que quería mi madre o lo que dice Anghel sobre la agresión a las mujeres, las sirenas merecen que les cortemos la lengua, para que dejen de cantar, y las hidras que les pongamos silicona en el culo, y a las putas brujas cortarles la cabeza. Ya está bien de tanta santidad o delicadeza femenina. Mujeres, como hombres, hay que merecen la pena, pero otras, tirarlas al barranco, cuando surja la riada, es poco. El caso es que iba a hablar de don José Rodriguez y el articulista José Luis Concepción, pero me acaba de llamar Beba para ir juntos al duelo del padre de Fernando, el amigo del Monterrey. Ya les contaré, no el duelo, aunque puede que sí, pero sobre todo, escribiré de ese independentismo engañoso del periódico El Día.

una prueba acartonada (3)

(Antes de seguir, recordar que esto es un cuento, es decir, una obra de ficción en prosa. Cualquier referencia a la realidad, nombres de personajes, no necesariamente tienen que ver con la verdad y sí con la mentira que es cualquier narracción ficticia, y por ende, las emociones, ideas y etc del personaje narrador, no necesariamente comulgan con las del autor. Por lo demás, que cada palo aguante su vela.)

La mención a la Plaza Toros, nombre con que la conocemos los ignorantes de esta isla, hoy es también como la portada del último libro de Armando Rivero. La estética de la desolación. El deterioro de su redonda forma está lleno de cuadros goyescos. Esas negras imágenes, como las del viejo Balneario de la carretera de San Andrés, visto desde la zona portuaria, hablan con autenticidad de lo que hoy somos en estas islas, frente a las imposturas del Tea o del Calatrava, monstruarios de un quiero y no puedo de una Europa fría y decadente, exportadora de esa horrenda nueva religión que hoy llaman laicismo y posmodernidad. Es cierto, a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor. La noche en que Sombrita venció a Sandro Lopopolo, las tardes cuando Teresa iba al Balneario, las mañanas de chinchorro en San Andrés... Que otros vivan la modernidad y la posmodernidad, que otros canten a ese papel mojado llamado constitución española, que otros miren las soberbias ciudades que imponen modas y costumbres,
que otros cuenten los muertos que les mataron y nos los propios crímenes. Yo vivo en los viejos recuerdos, y sueño con recuperar el idioma que nos quitaron, y miro --no sin tristeza-- las calles por donde camino como un perro todos los días, y cuento mis culpas y olvido las ajenas.
Otros leen El País y Le Monde. Yo, mago de San Andrés, leo El Día en la barra del bar Castillo. Y esto me recuerda un artículo de un colaborador, hoy publicado, que defiende al director del periódico: don José Rodríguez. De ese artículo, diosmediante, hablaré en la próxima entrega. Ahora debo ir a Santacruz a una farmacia de guardia. Ustedes disculpen.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Una prueba acartonada (2)

Recordé que Antonio Cubillo, al igual que José María Lizundia, aparecen en la weltanschaung, en el telón de fondo, de esa novela de un pintor frustrado y de un asesino inocente. Imaginé, en esa novela del pintor asesino, un final distinto. En este nuevo final, la chica de Las Palmas sí existía. No era un invento de la agente de la Unipol Carmen Elena, la nueva dueña de la guitarra de Alberto Linares. En este nuevo final, era yo quien me quedaba, en la penúltima noche, con la chica de Las Palmas. Y hablábamos de Chávez, de la ignominiosa dictadura, según ella, y de Berlusconi, de las fallas de la democracia, según ella. La chica de Las Palmas, mientras Jose el barman de La Pandorga servía exquisitas lapas junto a la botella de vino, masticaba un mejillón, detrás de sus labios de rojo carmín, y sólo le faltaba, para ser la estrella polar en la noche del marino, quitarse las telas y quedar desnuda. Me recordaba a Ivonne, la protagonista de Bajo el Volcán. Pero ni el katire Viera ni yo, éramos el Cónsul Firmin. Nosotros, sin rubor ni mala conciencia, queríamos pisar el jardín que era nuestro. El pobre Cónsul fue un disminuido sexual, la tenía pequeña y el alcohol lo habia atenazado con la impotencia. Ni el katire ni yo éramos el Cónsul Firmin, sino su hermano Hugs. Recién regresado de la batalla del Ebro, donde Franco --según Víctor, el hermano de Lizundia-- evitó que Stalin deportara a Siberia a la mayoría de los campesinos de España, no sé si Canarias incluida. El katire y yo éramos ese Hugs, el hermano del Cónsul, con la guitarra a punto y las cuerdas afinadas, y el arma de matar surtida de pólvora, para contentar a Ivonne, o mejor dicho, a la chica de Las Palmas (no me está permitido revelar su nombre). Y era ella un primor, y yo esa noche iba a matar al katire y luego tumbar sobre la cama donde murió mi madre a la mujer de Las Palmas, cuando sonó el móvil. Era mi padre.
La amena cena en La Pandorga tocaba a su fin.
--Chito, ven parriba y lleva a tu primo a la casa o a urgencias --ordenó mi padre.
Me despedí de la imaginación y subí a la realidad. No pude ir, como había pensado, a la noche poética de los jueves en La Gramola, en Santacruz, en la ex calle general Sanjurgo, hoy de Los Sueños, frente a la librería Universal, donde Candelaria Quintero solía comprar su libros en ediciones de lujo. Por ejemplo, Los autómatas, de Hoffman, con prólogo y traducción de Carmen Bravo-Villasante. Esa noche de jueves recitaba Rubén Díaz, y me hubiera gustado haber oído en la voz del poeta unos versos dedicados a Kolia, el ex marido de Carmen Elena, un hombre oscuro porque en sus cuencas de negras noches no cabe siquiera la luna.
Mi primo David había ascendido las escalas del alcoholismo, y lo encontré en la casa de mi padre temblando y vomitando. Su mente estaba oscura y silenciosa. Lo metí en el coche y lo llevé a la Casa del Mar. El médico de guardia le preguntó si veía bichos en las paredes.
--Si está desorientado y viendo bichos, entonces sí que hay que ingresarlo --dijo el médico. No le conté que yo sí que ando desorientado últimamente, y viendo bichos todas las mañanas, cucarachas y lombrices. Mientras el doctor atendía a mi primo David de la Rosa Castellano, mi mente estaba en otros lugares.
Recordaba vagamente un poema del poeta árabe que fabricó El collar de la paloma. Con la amante tienes la ventaja de que conoces las malas ideas, el estiércol de la realidad, los bichos que alimentan las ideas de los humanos. Las malas ideas son el sol de todos los días, pensé. Por eso, preferimos a la amante. La amante te cuenta lo íntimo de su ser y de su vida. La esposa, la pareja oficial, sólo te dice el tópico que ella piensa que quieres oír. En eso llegó la ambulancia, y los operarios de la ambulancia se pusieron bordes para que quitara el clio, si no, llamaban a la policía. Me dieron ganas de dejar a mi primo al cuidado de los amargados seres de la ambulancia. Irme y que les dieran por culo, a él y a ella, la pareja de la ambulancia. El médico habló conmigo y me dijo que se sentía avergonzado de cómo me habían tratado. No le dije que yo también estaba cumpliendo pena por maltratador. Mi madre, padescanse, me enseñó, siendo yo niño, que el hombre que agrede a una mujer es un cobarde. Ramón tuvo el acierto de recordarme mi delito (ver muy abajo en este blog) público y notorio, y en anghelmorales.blogspot.com, en la última entrada de mi amigo herreño, había leído recientemente que nada desagrada tanto a los hombres, como un hombre que agrede a las mujeres. Es decir, mis buenos amigos, y la memoria de mi madre, tenían a bien recordarme mi delito. Sin embargo no me arrepentía, y Si Dulce Xerach me cerraba su puerta y si Pilar Pomares me cerraba su puerta, que fueran a mamarla por ahí. Hoy, si repitiera la aciaga noche, el maltrato es poco. Cortarle la cabeza a esa sicópata, hubiera sido poco. Pero mis amigos, y mi madre, tienen razón. Soy el único cobarde en esta tierra de valientes. De vialentes chantajistas. Y estas cosas estaba pensando cuando decidí arrancar el coche, sacarlo de allí, y aparcarlo en la parada de guaguas, frente a la Casa del Mar.

Una prueba acartonada (cáp. 1)

(El sintagma del título se lo robo a José María Lizundia, de la página 195 de su libro Abogados laboralistas y pos-sindicalismo, aunque el significado de esa expresión, "prueba acartonada", lo transformo para adaptarlo a las medidas de mis limitaciones; en este cuento, "acartonada" hace referencia a la denuncia de un delito del que el acusado es culpable, pero en mayor medida, con alevosía y nocturnidad, lo es el acusador, la víctima. He oído que las leyes no contemplan la culpabilidad de la víctima, su ominosa parte en el crimen. Hay días en que me da por sospechar que víctimas completamente inocentes son las que aún no han accedido a un uso extenso y con cierta soltura de la palabra. La palabra, presuntamente herramienta de comunicación de las ideas, del afecto o de las emociones, es la mejor arma de la incomunicación, es decir, de la mentira, del finjimiento, de la apariencia... Uso, por otra parte, notable y honroso cuando las tales mentiras, finjimientos y apariencias son más fuertes y más convicentes que la vil verdad. Bien mentir es un arte que no está al alcance de cualquiera. La bella mentira caracteriza a los buenos escritores, asesinos y putas, esos oficios que Vargas Llosa dice que son los más antiguos e íntimamente relacionados (aunque cuidado, lo leí en un periódico, es decir, en una fuente dudosa). Diciéndolo yo, sería una tontería, pero como lo dice Vargas Llosa, hay que tenerlo en cuenta. Y a continuación, el cuento.)

Este cuento pensé comenzarlo con la certeza con que concluye su relato el narrador de La Posesión, de Isaac de Vega. "Soy el único hombre en esta tierra de cobardes." Sin embargo, el rato agradable de anoche en la presentación del libro Las viejas traiciones, de Armando Rivero,
me incita a iniciarlo con un poema de ese libro, de este poeta, Armando Rivero, de este pueblo de San Andrés:

Vas por ahí
maquillando tu rostro
para ocultar un dolor,
que yo no te he causado
que no tiene nada que ver conmigo.

Que Armando me disculpe, pues he omitido dos versos de su poema, para adaptarlo a la fábrica de mi cuento. El lector curioso no se arrepentirá de leer Las viejas traiciones, con una portada contundente como un verso de Carriego, en una realidad que es la antípoda de esa otra realidad que fue la noche en que Sombrita venció a Lopolo, y semejante, la portada de Las viejas traiciones, a esa otra noche en que Arcari rompió con pegada seca el estilo impecable de Sombrita. Yo tuve la suerte de pelearme, recuerdo la puerta del colegio, con un sobrino de Sombrita. Ganó él. Pero yo también gané una buena lección. Con heridas perfumadas / y cicatrices poco profundas (página 15 del libro de Armando Rivero), y con las enseñanzas de Venanceo (¿te acuerdas, Anghel, de aquel gran poeta, que pervertía con poemas a los chiquillos en la puerta del colegio, poemas que hablaban del coño de tal y de no sé cuánto, y poemas que hablaban con el ron y con los adoquines de las calles que rodeaban a la gran calle, la calle Miraflores!) me dio por querer ser poeta. Qué tiempos aquellos, mi hermano. Santacruz era el mundo. Era Nueva York. Era París. Era Londres... y Lisboa, y Senegal y Marruecos y el Sahara... Hoy la puerta del colegio Tinerfeño Balear es esencialmente la misma que la de la portada del libro de Armando.

Los bellos salones del Grupo Folclórico Paiba, en la calle Sacramento, festejaron con buen vino y dátiles sabrosos el alumbramiento de Las viejas traiciones.

"Justo cuando creímos encontrar
el límite de nuestro dolor
alguien vino y nos hizo mucho más daño"

leo, en la página 55, y regreso a la portada. Me llama la atención el rótulo de una calle. "Carrier del Pare Lluis Navarro". Me acuerdo de Navarra. Y de Santa Bárbara. Una conversación con la alemana del pueblo, que parece francesa, dicharachera y avispada, me hacen revivir momentos de seductoras lecturas en el libro de la vida. Además tuvo la cortesía, la pequeña alemana, que parece francesaa, de refrescarme la vanidad cuando se interesó por mi novela El pintor asesino. Me imaginé esa noche bebiendo en el Monterrey, cenando en La Pandorga y cantando en La Tasca con la chica de Las Palmas y el katire Viera. Cantábamos versos de Armando Rivero

Yo le daré a tu astro,
un sitio de honor entre mis vicios más retorcidos

y hablábamos de Lizundia y Antonio Cubillo. Al katire le molestaba que L. hablase de A. como un sicótico. Yo había leído el texto del blog de Lizundia, y no me pareció que L. empleara la palabra "sicótico" como insulto, sino como un elogio. Humanizaba la imagen heróica de Cubillo.



jueves, 3 de diciembre de 2009

eventos

El sábado 12 de diciembre, Anghel Morales participa en el Recital Poético de Navidad, en la librería Agapea. No se olviden. Lo peor de los recitales poéticos es que no cuentan conmigo. Por lo demás, son estupendos. Y hablando de Poesía, mañana viernes, aquí en San Andrés, Armando Rivero presenta un nuevo libro en un rincón del antiguo cine. Tristemente desaparecido. Allí vi películas maravillosas. Si del oeste, a la salida todos a buscar las pistolas de mixto; si de romanos, a buscar las espadas. Y si era prehistórica, pedradas en el barranco. Espero no perderme mañana la presentación de Armando Rivero. Ni el recital de hoy en La Gramola. Ruben Díaz.
el verso 7 debe decir:
"verdes, o de las cagadas de moscas"

miércoles, 2 de diciembre de 2009

a Victor

Los aliados tomaron Tijuana
(ver blog de Lizundia, última entrada,
"mi hermano en la emisora" Radio Libre
de Tijuana, Radio Unión Tenerife,
con la bandera no de la región,
sino del país isleño de las siete estrellas
verdes, de la cagadas de mosca,
porque nunca se sabe a ciencia cierta
donde se esconde la realidad).

Ay don Victor Roncero, que la tradición no te deja
ver al pequeño cazador perseguir a la bella gacela,
así que para que todos aprendamos
que la estatura está en las partes encondidas del alma,
recordaremos, cuando vuelvas, pronto ojalá,
a la emisora... recordaremos ese cuento,
el de "La posesión", de Isaac de Vega,
y luego recordaremos otros cuentos
(y que nos vuelva a iluminar
el polvo dorado de la alada Campanilla).