miércoles, 23 de diciembre de 2009

Días de Madriz

Pamplona es una ciudad acogedora, en lo que a mí concierne. Además con calor y olor de hembra exquisita, y además inteligente. Ni yo, que soy listo y un maestro de la mentira, logro engañarla. No canta en latín porque no le gustan los curas, pero sabe la misa de cabo a rabo. Madrid tampoco se queda atrás. Es esta una ciudad bienhumorada, y humanizada por la invasión de los sudamericanos, y algunos africanos. Curada de los chulapos de Arniche. Me recuerda a San Andrés. Tiene un aire especial. Sobrio y a la vez expansivo. Festivo y rutinario. Intelectualmente no, pero emocionalmente comprendo como alguien como Galdós o Valle Inclán o tantos otros hubieran podido escribir como lo hicieron. Ser escritor en Madrid es fácil. Las historias y los estilos fluyen como la música de un negrito que suele tocar en la estación de metro de Tribunal. Le pone gracia y don divino a las notas musicales. Después de oírlo, sabes que nada malo puede sucederte. Tribunal está en el barrio de Malasaña, donde está también la plaza 2 de Mayo y el café bar Pepe Botella. Entre Pepe Botella y el bar Madriz, elijo el primer café del día. Pepe Botella tiene la ventaja de que es un lugar de estar, con todos los periódicos de la ciudad y zona wifi para los internautas. Pero creo que no iré en unos días. Hoy creo que quemé la madera de la barra. Me queda la duda de que a lo mejor fue uno que estaba al lado mío. Una colilla encendida hizo un gongo en la madera. Olía a quemado. Tapé el cráter con el cenicero y me fui. A comprar el pan. El pan es algo que diferencia a Madrid (y a Pamplona) de San Andrés. En Madrid, y en Pamplona, el pan es bueno, sabe a pan.

2 comentarios:

Anghel Morales García dijo...

Mi enlace no está en tu blog
y ya me has hecho cabrear,
me temo que con Lizundia
sólo te vas a quedar.

Jesús Castellano dijo...

No se me cabree usted
no me sea usted celoso
que ya te enlazaré
como si fueses un oso.